La vida es una pasarela, como quedó demostrado ayer en la ceremonia de entronización del Papa Francisco.
Ellos, con más plumas que un gallo, aunque para la ocasión tuvieran que ser gallos negros, el padre de todos los colores serios, y que además sirve de contraposición a la figura del día, que va de blanco impoluto.
En este tipo de ceremonias, de las cuales normalmente no se realizan ni diez en un siglo, queda demostrado que la sociedad se mueve por unos cauces, y la Iglesia por otros. Eso de que la mujer tenga que ir vestida de riguroso negro, salvo las reinas que tienen el privilegio de poder vestir de blanco, pero eso sí, más tapadas que lo pudiera invitar la climatología del momento, para que no se pueda exhibir ningún centímetro de piel, demuestra que en ciertas actitudes muchas religiones están más cerca de lo que a simple vista pudiera parecer.
Y sin embargo, la religión debería ser zona de la verdad, de hablar con el corazón en la mano, aunque esté lejos de ello. Y como siempre se ha dicho, y el pueblo es sabio, para la sinceridad hay que hablar a calzón quitado. Por el contrario, lejos de ello, la Iglesia tiene un protocolo que exige ir disfrazado de lo que no se es normalmente, un verdadero despropósito en sí mismo.
Por cierto, eso de que al nombre de este representante de la Iglesia no se le añada el ordinal, y se quede en un simple, Papa Francisco, da, al menos a este vecino del mundo, una sensación de interinidad, y de que es Papa por la seguridad social, y víctima de recortes. Aunque a este representante de la Iglesia, en cierta manera le ha venido bien esto, para dar aún más sensación de pobreza, que es hacia donde él quiere dirigir su mandato.
Hay que tener en cuenta que estamos hablando de un argentino, y nunca se ha encontrado, ni se encontrará, un argentino tonto, y menos si es jesuita. Se podrán encontrar argentinos confundidos, pero los tontos quedan para otras nacionalidades, de las que este vecino prefiere no mencionar ejemplos para no tener que sonrojarnos.
La Iglesia siempre ha sido favorable a las imágenes, que en cierta manera en la versión actual, en una Iglesia 2.0, sería el equivalente a los iconos. Y en este momento en que la sociedad está bastante perdida entre desgracias económicas, se rumorea que en Octubre de este mismo año se canonice a Juan Pablo II.
Todo lo que se quiera promocionar necesita un icono, y mientras la Iglesia puede haber encontrado el suyo, a la sociedad de a pie, muy perdida con la cantidad de cambios, y todos a peor, que está sufriendo, le están forzando a ser iconoclasta. Un mundo de contradicciones.
*FOTO: DE LA RED