¡Estoy agotado!
¿Es mi impresión o todos
estamos a favor o en contra de alguien? Si es así, eso no puede ser.
Ahora, los que se definen
como del centro se han erigido en jueces sumarísimos de las alcaldías que han
perdido, y se han vuelto más papistas que el Papa. Me recuerdan a aquellos años
en la escuela, con unos doce años, cuando el profe salía un momento de clase, y
dejaba al más pelota, Pelota Maximum, a cargo del aula, y solo tenía ojos para vigilar a aquellos que le
caían mal.
Hasta en el vecindario de
este vecino del mundo, han surgido complicaciones. Don Jorge, el del tercero,
seguidor de Mariano Rajoy antes de que Mariano Rajoy naciera, se ha quejado de que en
las últimas votaciones para elegir al Presidente de la comunidad hubo compra de
votos, en forma de invitación de pinchos en el bar al lado de casa. Y que en realidad
el más votado debía de ser él.
Sea lo que fuere han surgido
rumores en contra de Ludovico, actual Presidente, viudo de toda la vida. Las
malas lenguas dicen que ha cogido por costumbre poner la televisión muy alta a
partir de la una de la mañana. Y lo malo no es que se oye, por ejemplo, música
clásica, sino que se oyen quejidos de todas la maneras imaginables o no.
A Ludovico, por lo que dicen, no le debe de
doler nada, sino que se ha hecho adicto
al porno, y al parecer no se pierde ni una de esas pelis que un canal
determinado de televisión pasa a esas horas.
Intentando mediar en el rifirrafe,
este vecino ha dicho, al requerirse su opinión, intentando enfriar el ambiente reinante, que mejor será hacer el amor y no
la guerra. Con lo cual, en la lista negra, o para ser políticamente correctos
con los tiempos que corren, ahora habrá que decir, en la lista afroamericana, acompañando a Ludovico se encuentra este vecino. Y lo más curioso del caso, es
que al mando de este grupo de rasgadores de vestiduras se encuentra Don
Eugenio, el del cuarto, que para más inri hasta hace muy poco tiempo era el
propietario de dos bares de esos de lucecitas.
Doña Reme, valiente y cotilla
a partes iguales, le preguntó hace muy poco, que cómo para unas cosas era tan
remilgado, Don Eugenio, y para otras, tal como se lo dijo, católicoapostólicoyromano. Sin
parpadear ni sonrojarse, Don Eugenio replicó que como Pablo, en un momento dado vio la luz,
la verdad, y dejó sus negocios, que por casualidades de la vida, y ésto lo añade este vecino del mundo, coincidió con
su jubilación y con el comienzo de la crisis.
Lo anterior estaba escrito
antes. Es la una y media de la madrugada. Me he dado una vuelta por las nueve
alturas que tiene el edificio, y por las tres escaleras. Como hubiera dicho la
Ana Botella de nuestro edificio, las manzanas podridas han debido de contagiar
a las sanas, si es que lo eran, porque tras este paseo tardío he constatado que
no ha habido ni una altura, ni una sola, que no estuviera viendo la peli porno
del día, o mejor dicho, de la noche.
Debe de ser verdad eso de
que si no puedes con el enemigo, únete a él.
*FOTO: DE LA RED