Si me tuviera que definir como otra persona, que ya existe, sin duda sería como el marido de Isabel Preysler,... Boyer, pero con cierta dislexia en su apellido.
Sí, reconozco que soy mirón pero de la vida misma.
Puede ser que de mi afición al cine provenga el amor por las imágenes, o que el amor por las imágenes me acercara al cine...Sea lo que sea hace que sin querer me fije en ciertas escenas de la vida diaria que me gustan, y si llevo la cámara de fotos cerca procuro sacar fotos de aquellos momentos que me parecen sugerentes. Y hace tiempo que llegue a la conclusión de que una cosa es lo que crees ver y otra lo que ves en realidad. Si lo pensamos bien en eso se basan muchas veces los prestidigitadores.
Todo esto viene, a que esta tarde estaba sacando fotos al lado de la playa cuando he ido a captar una imagen que me parecía especial.
La escena: dos señoras mayores sentadas frente al mar, y a sus espaldas un perro mitad protegiendo, mitad esperando no se sabe a qué.
Picasso decía que la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando, y en esas estaba yo cuando al ver la foto horas después, en casa, me he dado cuenta de que lo que yo veía no era exactamente lo que pasaba, pues no me había fijado en la señal que está a la izquierda, por la cual se prohiben los perros en la playa. Entonces el significado de la imagen cambia completamente y a mi gusto lo hace más mordaz, pues ahora mirando al perro parece que tiene cierta cara de frustración por no poder bajar a la playa.
Son felices accidentes, como los llamaba el pintor americano Bob Ross, y aunque a él le ocurrían sobre un lienzo, también pueden ocurrir en todo lo que practiques. Buscando unas sensaciones puedes encontrar otras y que a la postre sean más interesantes de lo que a priori buscabas.
*FOTO: PATXIPE RUIZ-POVEDA
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