Primero
fue el enterarme de que la ropa de Santa Claus originariamente no era
roja (en algunas culturas era verde y en otras amarilla), sin embargo
durante una campaña de Coca-Cola, utilizaron su color, el rojo, para
impregnar a Santa, como le llaman
los americanos, y así se quedó. Por eso se puede decir, sin faltar
a la verdad, que a Santa Claus las multinacionales le sonrojan.
Y
este año ha venido el Papa “tuitero” para decirnos que animales
en el portal podía haber, pero no está documentado, y por lo tanto
en un portal “homologado” a la manera católica, es mejor
quitarlo.
Con
estas dos pequeñas pinceladas, la tradición es puesta en
cuarentena.
La
verdad es que a los artesanos de belenes, si quedan, les han hecho
una faena, porque quitar dos figuras de una vez, les supondrá mucho
dinero que dejan de ganar, y que para las grandes empresas se
contabiliza como perdidas.
La
pena es que de pequeño, cuando me daban la paga, tenía que haber
sabido que los días que se cabreaban mis padres, y no me daban
dinero, los tenia que haber apuntado como “perdidas” y quejarme a
alguna asociación pro derechos de los niños, aunque entonces no
creo que había asociaciones, porque entre otras cosas, asociarse era
de rojos, y los únicos rojos que había, de vestimenta, homologados
también, eran llamados “obispos”.
La
autoridad civil, y la Iglesia, siempre se han llevado bien
normalmente, quizás por el miedo al más allá, y por el vaya usted
a saber, que mejor es llevarse bien con los que pudieran tener algún
poder después de pasar el túnel con la luz blanca, y así ya vas
más tranquilo con algún tipo de recomendación para coger los
mejores asientos, que aquello, por lo que dicen, va a durar
eternamente, y quieras o no se puede hacer un poco largo para los que
andan regular de la espalda, aunque sea en espíritu.
Continuando
con las costumbres, éstas siempre nos han parecido importantes para
conservar nuestras raíces, pero si pensamos que hacer dos días
seguidos, o el mismo día del calendario dos años seguidos, ya se
puede considerar como costumbre, teniendo en cuenta que el hombre (y
la mujer también, que de ésta no se escapa), es el único animal
que tropieza dos veces en la misma piedra, habrá que pensar que hay
costumbres que pueden ser clamorosos errores, por lo que lo mejor es
hablar con nuestro yo interior, nuestro “Joseluismoreno”
interior, que es en realidad el que habla por nosotros, y hacer
verdaderamente lo que queremos hacer y no lo que se lleva
normalmente.
Cualquier
día puede ser bueno para ser el día de los enamorados, sin que San
Valentín tenga que aparecer. Los niños están dispuestos a recibir
regalos cualquier día del año, y sino, podéis hacer la prueba, que
no te lo van a devolver porque no seas un Mago de Oriente.
Además,
cualquier momento es magnífico, e incluso puede ser el último, sin
saberlo, para decir a los tuyos lo mucho que les quieres. De todas
maneras procura que cuando lo hagas no sea siempre el mismo día o a
la misma hora para que no se convierta en tradición, y por lo tanto
en costumbre.
*DIBUJO: DE LA RED