Mis lectores de fondo, ya
que escribir un post cada día, dos días, tres días, es como una carrera de
fondo, en el que el peor enemigo eres tú, con tus pensamientos y defectos
(porque aquí las virtudes, si las hubiera, no cotizan), ya saben que ante un año nuevo, este vecino del mundo, se hace una serie de propósitos,
que la mayoría de las veces termina por no cumplir. Este año, sin embargo, no
me he propuesto ninguno, al menos de cara a la galería, y en mi interior hay
una cierta seguridad de que éste es el año, de cambiar ciertas actitudes, de
que el día es muy amplio, y que, en realidad, es eso tan manido, pero tan
verdad, de que es el primer día del resto de tu vida.
A este vecino del mundo, le
encanta todo tipo de humor, de color de humor, y el negro, ese humor negro que
rasga las vestiduras mentales a muchos, le encanta.
Hace poco he leído un chiste, negro, tan negro como un agujero negro, que al menos me ha hecho pensar…
Un médico se pone en
contacto con su paciente y le dice:
-Soy su doctor. Le llamo
para hablarle de sus análisis.-¿Qué tal han salido, doctor?
-Sinceramente, tengo malas noticias, y peores. Las malas son que, según sus análisis, le quedan 24 horas de vida.
-Pero, doctor, ¿hay algo peor que eso?
-Me temo que sí. Llevo intentando contactar con usted, desde ayer…
Muchos se preguntarán que
qué me ha podido sugerir este chiste. Quizás, que deberíamos quitarnos la
importancia que tenemos para nosotros, al ser nuestros mejores amigos, y vernos
desde fuera, como uno más, como una ficha de un inmenso puzle, que no es poco.
Pues si falta una sola ficha, el puzle nunca se podrá terminar. E intentar, al
menos en mi caso, ver más las cosas positivas, pues el pesimismo, el “seguro
que va a pasar lo que me temía” actúa siempre como una especie de imán. Y especialmente, no adoptar la actitud de las vacas, ese mirar a los trenes pasar, sin siquiera parpadear...
Quizás, lo que voy a decir
ahora, lo que este vecino del mundo va a proponer, no os lo esperaríais nunca,
especialmente los que ya llevan mucho tiempo conmigo, pues la persona
que va a ser mencionada, no es santo de mi devoción, y además procuro hablar de ella poco, como
diría un argentino: -Para así no darle más cancha.
Bien pensado, la vida, así en
general, hay que tomársela como considera Belén Esteban al programa en que
interviene todas las tardes de lunes a viernes. Ella nunca dice que colabora en
un programa, sino que siempre habla, sin parpadear, de “MI programa”, y además,
todo gira entorno a ella.
Pues eso, no hay que hablar
de la vida en general, sino de “mi vida” (y no va en contra de lo primeramente dicho en este post). No desde un lado egoísta, sino de
una especie de salvavidas individual, con el cual no intentas ni hundir, ni
ahogar a los demás para sobrevivir, sino que bastante tienes con dirigirte,
como una embarcación, a ti mismo, a salvo de cualquier tormenta, y eligiendo siempre
la mejor ruta para llegar al puerto que deseas.
La próxima vez, que espero
que sea tarde, entre zapping y zapping, me cruce con la Esteban, estoy seguro de
que tendré la sensación de que me mira fijamente. Lo de que me pondrá mala
cara, ni lo menciono, porque eso ya, le viene de serie.
*FOTO: DE LA RED