He
pasado una noche toledana. Se me ha aparecido en sueños la Merkel,
Doña Angela, vestida a lo Guillermo Tell tocando la flauta, y miles
de niños y niñas, al rededor de doscientos mil, le seguían al son
de esa música que evocaba lejanas tierras. Unos llevaban bata blanca
y estetoscopio, otros, debajo del hombro planos enrollados mostrando
edificios que habían imaginado. Más allá se veían otros niños
con casco blanco que querían hacer túneles para sortear montañas,
y así hasta el infinito.
Pero
en el sueño, yo sentía que la dicha no era completa, porque había
otros niños, incluso hermanos de los anteriores, a los que no
dejaban unirse al grupo porque eran malos estudiantes.
La
señora de la flauta prometía a sus padres que iba a cuidar de
aquellos niños durante una buena temporada a cambio de su trabajo, y
que cuando las cosas fueran bien en estas tierras, los niños, ya
hombres, volverían llenos de experiencias y dinero.
Por
el contrario, en una esquina del cuento, rodeados de vigilantes con
traje y corbata, nos encontrábamos unas cuantas personas
completamente marginadas, que no parábamos de chillar, intentando
hacer comprender a los padres que no se fiaran de ella, pues nosotros
sabíamos que la flautista, era integrante de una banda, los
políticos europeos, que en gran parte eran los causantes de nuestro
infortunio, pues desde que seguíamos sus consejos con respecto a la
economía no levantábamos cabeza.
Intentábamos
explicar que la verdadera guerra de ahora era esa, la invasión
pacífica; y que sin bombas, iban a matar nuestros sueños, porque
aunque nuestros hijos pensaran volver dentro de unos años, ya
tendrían mujeres e hijos que no querrían venir a una tierra que
solo conocían de oídas, y que, según lo que sabían, era tan pobre
que sus padres se tuvieron que ir de ella.
Es
curioso, pero aunque era un sueño, un mal sueño, me he levantado
lleno de zozobra y con dolor de garganta. Parece que he debido de
hablar, y mucho, mientras dormía. Por el dolor, he debido incluso de
chillar.
Es
triste y curioso al mismo tiempo. Con tanta mala noticia, mi libido
ha debido de emigrar también. Llevo un tiempo, debe ser la edad, en
que no tengo sueños eróticos. Será que la situación actual me
pone más, de mala leche, de inmensa mala leche, pero más.
*DIBUJO: DE LA RED