jueves, 28 de marzo de 2013

SEMANA DE PASIÓN


Jueves de Pasión, ecuador de una semana donde se junta lo antiguo con lo moderno, lo religioso con lo pagano.
Comenzamos la semana con una María Magdalena transmutada en veterana presentadora de televisión, esta vez sirviendo a su señor italiano, dispuesta a ofrecer su cuerpo en beneficio de la audiencia, y sorprendiendo a propios y extraños con un día de puertas abiertas en el que más de uno nunca podrá olvidar aquello que le fue ofrecido bajo el velo de la normalidad.
Se rumorea que se esté estudiando en poner una especie de ITV para presentadores de televisión, y aquel que no de unos mínimos, bien porque con los años aquellos paraísos de juventud, se convierten en lugares de perdición, o porque uno se ve mejor de lo que opinan los demás, tendrá que someterse a un tratamiento de chapa y pintura.
Este vecino del mundo siempre recuerda en esta época, el sentimiento que provocaba la Semana Santa en los sesenta. Todo el mundo estaba callado, radio, televisión, con música clásica y narraciones de la Pasión en formato novela en la radio, y muchas películas de serie B, en la televisión, narrando la vida de Jesús desde diversos prismas, siempre con algo en común, que no se podía contemplar el rostro de Jesús, con lo que se convertía en algo morboso la exhibición del largometraje.
Antes nos fustigaban con que el pecado se encontraba en cualquier sitio, especialmente en nuestra imaginación, por aquello de que quien más o quien menos se imaginaba al dictador en cuestión, camino de su Gólgota personal arrastrando una cruz llena de nuestros deseos inconfesos. Ahora, con la exhibición de una crisis en la que nos quieren hacer comulgar con la idea de que la culpa es nuestra, y los millones suyos.
Este vecino se teme que en lugar de semana vamos a tener, de hecho ya estamos en ello, años de pasión, en los que nosotros vamos portando todo tipo de cruces y espinas. Con el convencimiento, además, de que una vez de que acabe todo, y nosotros nos encontremos, si todavía nos encontramos, hechos unos zorros, recibiremos la factura de los miles de gastos ocasionados. Y es que en este tipo de asuntos, ocurre siempre el triste milagro de que aunque el pueblo sea, o no, católico, siempre a su vez es el “pagano”.

*FOTO: DE LA RED



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