Antes de nada quisiera
expresar mis condolencias por lo ocurrido ayer con el accidente del avión de la
Compañía Germanwings que cubría la línea aérea Barcelona – Düsseldorf, en el
que han muerto los 150 viajeros, entre pasajeros y tripulantes, de los que, al
parecer, 51 son españoles.
Desgraciadamente vamos
acumulando experiencia en sucesos de este tipo, y a los medios de comunicación
se les llena, cada vez más, la boca, del cumplimiento de un comportamiento ético, y que respete a los fallecidos y a sus respectivas familias. Y el resultado es,
una vez más, lamentable. Eso sí, una y otra vez los canales tanto de radio como
de televisión, con sus estrellas correspondientes desplazadas al triste lugar,
nos cuentan todo tipo de historias de cada uno de los hasta ahora desconocidos
pasajeros con voces apesadumbradas, como lógicamente merece, y en apenas cinco
segundos, y por magia no de birlibirloque sino de la publicidad, llegamos al
éxtasis del consumismo. Verdaderamente lamentable.
Si como han estado hasta
ahora llenándose la boca de intentar aislar a los afectados en una especie de
burbuja impermeable a las noticias sobre lo ocurrido, solo queda decir que el
esfuerzo ha sido yermo en resultados. Con la novedad además, en las últimas
horas, de que lo que antes era un drama arrebatador, y por lo tanto
rotundamente serio, se está convirtiendo en un híbrido entre el thriller y una
superproducción al más puro estilo hollywoodiense. Con intentos de
explicaciones de un posible desenlace fatal debido a una decisión por parte del
copiloto, en el que se está aplicando la etiqueta de “posible suicidio” a una
decisión que de ser así, se hubiera llevado por delante a un centenar y medio
de personas que no tenían ni arte ni parte.
Una vez más tanto las
autoridades políticas como los medios de comunicación están jugando a ser
políticamente correctos, ante unos hechos que nos presentan a un copiloto como
un joven de 28 años, alemán, que pudiera arrastrar algún problema emocional. Es
como para rasgarse las vestiduras ante un fariseísmo reinante que intenta
encontrar una razón, un “algo” para una respuesta que no existe, y en la que no nos
tomaríamos el mismo tiempo, si el país de origen del copiloto, o incluso su
religión, hubiera sido otra.
Vaya por delante que este
vecino del mundo no quiere justificar en ningún caso lo ocurrido, sea por
causas mecánicas o por la decisión irracional de una persona, pero que el
lenguaje de los que están dando todo tipo de explicaciones plausibles hubiera
sido totalmente diferente si el perfil del copiloto hubiera sido otro,
concretamente su nacionalidad o su religión.
De todas maneras, convendrá
seguir el desenlace de este suceso, ya que al ser un accidente fuera de
nuestras fronteras, seguro que el camino que tomarán los acontecimientos no se
parecerá en nada a los que en general tristemente suelen ocurrir en nuestro suelo
patrio; que es el que pasen muchos años entre estudios de todo tipo, y culpas normalmente repartidas entre gente
ya fallecida y que no se puede defender, y unos juicios tan distantes en el
tiempo que parecen incluso perder su sentido.
Este vecino del mundo recuerda que de pequeño le intrigaba mucho
eso del “propósito de enmienda”, pero en realidad siempre queda en algo formalmente
complejo, que tras ser analizado es totalmente vacuo. Y si no, éste es un
ejemplo perfecto: el mismo o peor comportamiento, por parte de todos, eso sí.
*FOTO: DE LA RED