En primer lugar, y aunque no
necesite ninguna justificación, he de confesaros
que este vecino ha creído conveniente disfrutar de estos dos días anteriores en
silencio, el mismo silencio que hoy precisamente van a crear muchos músicos y
personas relacionadas con la música, al cesar su actividad durante veinticuatro horas, para protestar por el famoso, a su pesar, I.V.A. cultural,
con la diferencia de que lo de este vecino era, en parte, motivado por
trasladarse a Torrevieja durante unos cuantos días. Como el viaje lo he realizado en autobús, muchas horas, más de las deseadas, me he sentido una especie de Phileas Fogg a la española, es decir, con nada
de presupuesto.
Es la primera vez que vengo
en esta época del año, y no tiene nada que ver, eso me gusta, con el ambiente
que se respira en pleno Agosto. Tras varios paseos y consiguientes
conversaciones conmigo mismo, he sentido
una especie de subidón al comprobar que soy de los más jóvenes "veraneantes", en un turismo que todavía es, en su mayoría, de la denominada "tercera edad", y parece que el destino me esté haciendo la pelota, es una sensación muy
extraña. Además, el tiempo me regala un viento que parece prometer una
lluvia inminente, pero que como muchas promesas, y más en estos días
preelectorales, no se cumplen.
Es tal el cambio, por otra
parte obviamente esperado, que me he acordado de mi niñez.
Al ser mi padre de Azpeitia,
ilustre villa por otra parte, solíamos ir todos los años a disfrutar de las
fiestas de San Ignacio, el 31 de Julio. Y
claro, para mí durante muchos años decir “Azpeitia”, era hablar de un
pueblo en constante fiesta, lleno de ruido, gente, y se supone que alegría.
Hasta que ya de mayorcito tuve que ir al mismo sitio, ya no recuerdo por qué, en un día normal y
corriente. Y el pueblo en el que siempre había alegría, bullicio, y mucha,
mucha, gente, como si fuera un decorado de Disney víctima de un hechizo, se
había convertido en otra cosa. Ya era un pueblo normal.
Y ahora, Torrevieja, es una
ciudad normal, y eso me gusta, y mucho, porque aunque es un lugar que vive todo
el año del turismo, parece que ahora no tenemos un foco que nos señala todo el
rato. Da la sensación de que vamos, y espero que se me entienda, de
incógnito. Incluso a esa gente que a cien metros “canta” a guiri, ahora nadie
le molesta dándole publicidad de cualquier tipo mientras le señalan un punto al
que debe ir.
Por cierto, sería un punto a
pensar, si es necesaria tanta publicidad de todo tipo, en el contexto del
turista que ya está en el lugar elegido, y al que parece, visto desde el mismo
lugar pero ahora con mucha más tranquilidad, le están instando, más que sugiriendo,
lo que debe de hacer.
Es un paralelismo total con
estos días electorales en los que nos ofrecen el oro y el moro, y sabes de
antemano que te están mintiendo a la cara, y para ello además, y una vez más, están
utilizando nuestro dinero.
No quiero acabar, sin darle
un tirón de orejas al todavía Presidente del gobierno, Señor Rajoy, para
recordarle que pese a sus palabras ayer en Pamplona, preguntando retóricamente
que quién se acuerda ya de la prima de riesgo y del paro, todavía hay
muchísimas personas que están no solo en el paro, sino en el ostracismo más aislado,
unos porque son jóvenes, otros porque han sido tildados de “mayores”, y tampoco
hay que olvidar a esos, ancianos la mayoría, que han sido timados por una
entidad bancaria a la que creían amiga.
Espero sinceramente que la
salida de pata de banco del Señor Presidente sea la gota que colme el vaso, que
haga que su partido no vuelva a saborear las mieles del éxito, y que él, el
mismísimo Señor Rajoy, descubra, cuando le bajen de la poltrona, que siempre
hay otra cara de ese mundo en el que él creía vivir, una especie de "efecto luna", su cara oculta, como a este vecino le ocurrió
en su momento con Azpeitia, y ahora con Torrevieja.
*FOTO: DE LA RED