¿Qué necesidad de que me
pongan el “txitxarrillo”, una especie de verbena que se celebra en los pueblos vizcaínos,
a cinco metros de mi casa?
Fiestas en Ortuella, San Felix de Cantalicio, y este
año han cambiado de ubicación este evento, y nos ha tocado la lotería de la
vida.
Por aquello de que “piensa
mal y acertarás”, estoy convencido de que el sitio en el que se celebraba
anteriormente, Plaza Primero de Mayo, más conocido como Plaza del Ayuntamiento
(y no quiero dar más pistas), a alguien con presuntamente influencias, le ha
debido de hartar, y estimar que si estamos en un sistema democrático, que ahora le toque
a otro, y le comprendo, pero sin haber comprado boletos nos ha tocado la ruleta rusa,
pero bien tocada.
Por de pronto, ya he
escondido todo objeto punzante y que pueda ser lanzado por el balcón. Solo ha
comenzado hace media hora (poco antes de las ocho de la tarde, y el otro día duró hasta la una, más o menos, de la madrugada), pero dentro de poco no voy a
poder responder.
Que quede claro, no es una queja, es una petición de socorro, por si alguien luego se pregunta qué ha podido pasar.
Viendo un programa
informativo, ahora mismo, tengo la sensación de que los presentadores fuerzan
la voz, mientras disimuladamente miran hacia la izquierda, que es donde está el
dichoso txitxarrillo.
Nunca hubiera creído lo
peligroso que puede ser un pasodoble mal cantado, y los estragos que pueden
hacer un teclado, una caja de ritmos, una guitarra, y alguien, una voz, que
quiere agradar, pero que la naturaleza no le ha dotado de gusto. Luego hablaremos de los peligros de la guerra química...
Tengo una duda. La primera
fila de gente está a no menos de dos metros del escenario (una especie de carpa de lona), y más cerca de los
soportales que de los presuntos músicos. y no sé si es porque tienen miedo a mojarse, o simplemente tienen miedo.
Siendo egoístas, que lo
somos, y mirando fríamente el panorama que se nos presenta a partir de esta
verbena, y de la anterior, esta casa, desde hoy, vale mucho menos, por el peligro a todo tipo de
espectáculos que se puedan montar. Nadie quiere vivir en un terreno minado...
¡Y podía ser peor! Especialmente si “ejecutan”, sin juicio previo, cualquiera de esas canciones
que llevamos en la banda sonora de nuestra vida. Como se les ocurra tocar, y
nunca mejor dicho, “My way” (“A mi manera”) tendré que plantearme lo de
recuperar algún objeto punzante... Aunque no voy a hacer rehenes.
El enemigo se acerca
bailando la canción de Coyote Dax “No rompas más”. No sé si es una coreografía,
o están marcando territorio…
Lo dicho al comienzo: ¿Qué necesidad, en este
caso, de probar, que muy en contra de lo siempre creído, la música no amansa
las fieras?
*FOTO: F.E. PÉREZ RUIZ-POVEDA