Para todos aquellos que se
tomaron el final de mi post de ayer (“De patadas y vacunas…”) como un “continuará”,
he de decirles que ya me han vacunado, primera dosis, con AstraZeneca, y la
segunda me la ponen a finales de Junio.
De la organización, en la
plaza de toros donostiarra de Illumbe, solo se puede hablar bien. Prácticamente
sin colas, y si ibas a tu hora no tenías casi ni que esperar.
Ahora, después de la imagen que
se ha creado en torno a esta vacuna, tengo la sensación de que si este vecino del
mundo fuera un personaje de la recordada por muchos, revista de historietas TBO
(este vecino se niega a catalogarla como “comic”, porque entonces ignorábamos
ese término) se me dibujaría ahora mismo como lleno de signos de exclamación.
Y es que tengo la sensación de
que muy posiblemente me he tragado una bomba, y me paso las horas intentando
descubrir en mi interior cualquier TIC-TOC delator… Estoy más escamado que un
pez en pleno ataque de nervios.
Por lo demás, intentando huir de
cualquier noticia que huela a Coronavirus o a gabachos tirándose por los suelos
madrileños porque no les dejan entrar en cualquiera de los museos. Lo cual se
traduce en que huyo de cualquier informativo tanto radiado como televisado.
Ya he preparado la televisión para grabar mañana “Ben-Hur”, y “Espartaco”. No hay nada como tirar de los clásicos para recordar que la vida es un poco más bella de lo que creemos recordar cuando estamos hartos de estar hartos. O lo que viene siendo cualquier día y hora de la nueva normalidad.
Y que ningún niñato o niñata le venga diciendo a este vecino que
no podemos ver ahora “Lo que el viento se llevó”, porque se hace apología del
racismo.
En la vida nos encontramos con
apologías de todo tipo, y somos nosotros quienes tenemos que luchar contra ellas
y no prohibir su visionado, porque seguirán existiendo.
*FOTO: DE LA RED