Estoy a punto de llamar a un notario, para que como corresponda tome nota: Tengo jet lag, jet lag de pobres, pero jet lag al fin. Y es que un jet lag no se tiene todos los días. De acuerdo, no ha habido cambio horario, pero como la incomodidad de mi trasero no me ha dejado dormir, ahora sufro las consecuencias en forma de ojeras. Me acabo de mirar en un espejo y he visto a un chino, por lo de los ojos rasgados, que tiene un cierto parecido al vecino del mundo.
Entre ayer y hoy me he metido (consecuencias de la crisis
y para que cundan los pocos euros que a este vecino del mundo, más que poseer, le
quedan) entre pecho y espalda doce horas de autobús, así sin anestesia en un
Donosti-Torrevieja, que si le hubiera tocado a una tal Agatha Christie, o a
alguno de sus personajes especialmente, le hubiera dado tiempo a desenmascarar tres
asesinatos y una desaparición. Y es que un viaje así, da para mucho.
A destacar del
viaje, que para llegar al destino a la hora, cada vez dejan menos tiempo de “esparcimiento”
por decirlo de alguna manera. Aunque el autobús lleva servicio, siempre
intentas usarlo lo menos posible, por aquello de las curvas, y que yendo acelerado, los movimientos de subir y bajar escalones son dificultosos.
Siempre es de agradecer el momento en que el autobús para en una estación de servicio en Monreal del Campo (Teruel). Antes eran tres cuartos de hora, con el tiempo “fue degenerando” a treinta minutos. Alguna vez, incluso, han parado dos veces de treinta minutos (la segunda por la zona de Valencia). Pero lo de esta noche, ya entra en la categoría de escaso: “nos han dejado” veinticinco minutos. Dentro de poco pondrán un cartel al comprar el billete, advirtiendo que el que viaje lo haga con los “deberes hechos” y por si acaso que tenga preparado al efecto un “Dodotis”
Siempre es de agradecer el momento en que el autobús para en una estación de servicio en Monreal del Campo (Teruel). Antes eran tres cuartos de hora, con el tiempo “fue degenerando” a treinta minutos. Alguna vez, incluso, han parado dos veces de treinta minutos (la segunda por la zona de Valencia). Pero lo de esta noche, ya entra en la categoría de escaso: “nos han dejado” veinticinco minutos. Dentro de poco pondrán un cartel al comprar el billete, advirtiendo que el que viaje lo haga con los “deberes hechos” y por si acaso que tenga preparado al efecto un “Dodotis”
Los conductores se toman todo el tiempo del mundo, entre
parada y parada, mientras seguro que van aumentando, como mínimo, los casos de
clientes que como si fueran bebés, llevan el trasero irritado.
Por lo demás, y sin buscarlo, he tenido un momento muy
divertido y que además demuestra, como
dice el dicho, que “hay gente pa´ tóo”.
He ido al servicio del autobús, y me he quedado esperando
fuera. Al cabo de un minuto más o menos, las dos señoras cuyos asientos daban a las
escaleras, y que tienen una especie de
barrera/mesa, me han preguntado, como si de descifrar un acertijo se tratara, por
qué sin tocar la puerta sabía que en el servicio había alguien.
Me ha hecho mucha gracia el que esas personas no se
cortaran en absoluto, y se mostraran tal cual, por lo que aguantando la risa les
he dicho sinceramente:
-Les podría decir, por ejemplo, que me he dado
cuenta, al comprobar la forma de la puerta, o que al venir, como los indios de
las películas, he ido palpando el suelo del pasillo y he notado que estaba
caliente porque acababa de pasar alguien. Pero la verdad es muy sencilla. El
señor que está dentro, viaja sentado a mi
lado, y como yo estoy en la ventanilla, para no molestarle luego, he
aprovechado, y vengo ahora.
Como pueden ver, ésto es como lo de los Reyes Magos, la magia no existe, y la
verdad era muy sencilla.
Se han quedado las dos señoras mirándose con cara de “nos
teníamos que haber dado cuenta”.
Solo por eso ha merecido que ahora sufra de “jet lag”,
aunque luego no me espere ninguna actuación en ningún concierto, ni ningún fan
se vuelva loco por hacerse una foto con el vecino del mundo.
De todas maneras, y antes de terminar, que no se me pase
el hablar con la compañía de autobuses, Bilman Bus; más que nada porque lo de
los dodotis va a ser un incordio, tanto para el que compra, como para quien se
tendrá que deshacer de gran cantidad de ellos, en este caso la compañía, si
siguen acortando la parada oficial.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED