Hoy vamos a inaugurar una nueva sección, y en la que de vez en
cuando, y bajo el título “Revisitando … “ recordaremos
películas ya vistas en su momento, pero que por uno u otro motivo, incluso como
el de hoy, porque "simplemente me apetecía", se han cruzado en nuestro camino, por su
puesto de manera consentida, ya que no me imagino a ninguna película violando a
algún espectador despistado…
No es mi intención revisitar toda la historia del cine,
porque compromisos a largo plazo no los hace ni el gobierno (¡Esos, menos!), sino
una película vuelta a ver que en su momento quizás me dejó indiferente y ahora he
descubierto (más vale tarde que nunca) “su punto”, o al revés, películas que en
su momento me encantaron/deslumbraron, y ahora no le veo el “por qué”.
Aunque bien pensado la relación de una película con cada
uno de los espectadores es como el de una pareja que con los años, los usos,
costumbres y experiencias van separando o uniendo más.
Demostrando que en “Revisitando” no hay ningún tipo de
lista ni listón, hoy vamos a recordar, o incluso para los más jóvenes “presentar”,
la película “Enamorarse” (Título original “Falling in love”) de 1984, y con una
pareja de actores de altos vuelos: Robert De Niro y Meryl Streep. Bajo la
dirección de Ulu Grosbard (junto a esta película, otras obras destacables suyas
podrían ser “Georgia”, con la que estuvo nominado al Oscar, y “En lo profundo
del océano”, con una de las mejores interpretaciones de Michelle Pfeiffer, y
aconsejable, además, verla sin “rimmel” por lo que pudiera ocurrir).
En “Enamorarse” además hay unos secundarios de lujo como
son Harvey Keitel, íntimo amigo de De Niro en la película y en la vida real, y
colaborador en más de una de sus películas, Jane Kaczmarek, su mujer en la película, más conocida quizás
en televisión, pero un valor seguro, y Dianne Wiest, la amiga íntima del personaje de la Señora Streep, (dos Oscar a actriz de
reparto la avalan, y en ella siempre parece más importante lo que no te cuenta,
sus silencios, que lo que te desvela).
Para los que no la han visto en su momento, jóvenes la
mayoría, el argumento es simple:
Un hombre y una mujer, ambos casados y de buen nivel social,
en los que el dinero no es precisamente el problema, se conocen casualmente en
una librería mientras compran los regalos de Navidad (muy bien la ambientación conseguida). Debido a las prisas y a
la gran cantidad de gente, tropiezan e intercambian algunos de sus regalos. Después
irán coincidiendo en el tren y compartiendo cafés, almuerzos, y sobre todo
sentimientos….
Aunque en la película se note el paso del tiempo, en especial
por esas hombreras que marcan una época, que no es la de ahora, la historia
puede ser intemporal. Es de agradecer que el director no haya querido que
rompamos a llorar, sino especialmente que nos veamos envueltos en un aroma a
nostalgia, y a amor sin fecha de caducidad, donde lo importante no es el sexo
sino los sentimientos. A destacar el tiempo que tardan en darse el primer beso.
Comprendo que pueda ser una película más para gente de
cierta edad, y que nos haga recordar
especialmente esas historias que pudieron nacer, y que las dejamos morir antes
de que afloraran, por miedo a un futuro incierto.
Siempre es grato recordar a un Robert De Niro, antes de
que tuviera la cara más tensa que un tambor y más tics que Chiquito de la Calzada, que por una vez no tiene tampoco problemas
con la ley, y a una Meryl Streep que siempre, siempre, está impecable. En esta
película la Señora Streep, como dicho también para la Señora Wiest, es más lo que sugiere con sus miradas y gestos, que
lo que dice, y en eso, nuestra Meryl, es una maestra.
Antes de terminar, es digna de mención la música, de
David Grusin, en especial el tema principal de piano, y en el que se puede
apreciar ese bagaje de jazz que el compositor lleva dentro. Todos conocemos ese
tema, especialmente por programas radiofónicos, y la mayoría no sabe de dónde
proviene, ahora es el momento de descubrir su origen y en todo su esplendor.
Película muy recomendable para verla en una tarde fría y
lluviosa, acurrucado con nuestros recuerdos en el sofá. Me ha gustado más que
en su momento; será que los años siempre te doman…
*FOTO: DE LA RED