Más de uno de vosotros, a
los que les gusta aparecer por esta atalaya para ver las opiniones vertidas por
este vecino del mundo, ha preguntado insistentemente sobre lo ocurrido con el
Señor Rodrigo Rato (otrora mejor ministro de la democracia, y a un minuto de ser elegido futurible presidente), esa detención policial para comprobarle todo lo
comprobable. Pero quizás, y dependiendo de la opinión, un acto un poco tardío, y bastante
desorientado, pero con claro tufillo electoral. Ésto último el tiempo lo dirá...
Y como este vecino se conoce, ha decidido tomarse unas cuantas horas de
seguridad para que se le enfriara la boca, o cuando menos estuviera, solo,
templada. Y ya con la tensión arterial en los límites normales para él, pero que no
hubieran desentonado con algún personaje de “Mujeres al borde de un ataque de
nervios”, pero tras evidente cambio de sexo, este vecino va a comentar algunas de las
cosas que le rondan por la cabeza con respecto a esta persona y sobre todo
personaje.
Hubo un tiempo en que para decir “Rodrigo Rato” solo lo podías hacer
de rodillas en un reclinatorio, por lo sagrado que era. Las mamás de derechas
siempre hubieran querido tener un hijo modelo “rodrigo-rato”, lo mismo que tan
solo unos años antes hubieran querido que ese hijo hubiera sido Mario Conde.
Quizás algo tenga que ver que estamos acostumbrados, por el cine, a que los
malos, o mejor dicho para no meternos en un jardín jurídico, o presuntos malos,
sean feos, desalmados y mal vestidos.
Salvando las distancias
físicas, que no tienen nada que ver, la figura de Rodrigo Rato ha este vecino
siempre le ha recordado lo que significó, en cuanto a personajes, el gran
actor, ya fallecido, Fernando Rey. Siempre bien vestido, impecable en sus maneras,
y confundido y confundiendo entre caballero y tirano. Sin nunca saber, si las
personas que están a su lado son colegas de profesión, o simplemente peones de
su partida contra el mundo.
Lo que a este vecino le
extraña es la poca referencia que se hace en estas últimas horas, en el caso
del Señor Rato, a esa salida, claramente por la puerta de atrás, del cargo de Director gerente del Fondo Monetario, y que se saldó con su dimisión el 19 de
junio de 2007 “debido a motivos personales”. Y es que decir eso, es como
cuando se dice de una persona que ha
muerto porque ha dejado de respirar.
Nunca se sabe si es el resultado o la causa.
Todo son motivos personales,
lo que ocurre es que nunca se sabe si por motivos personales de él, o de
personas que trabajaban con él, que presuntamente pudieran ver que el trigo no
era tan limpio como se presuponía.
Lo que está más que claro, nítido, es que el Señor Rodrigo Rato con su apellido, todo ello presuntamente,
ya va avisando lo que va a ocurrir, y no hace falta hacérselas de futurólogo;
Don Rodrigo va a estar en la cárcel "por un espacio de tiempo,
especialmente corto", lo que viene siendo, precisamente, “un rato”, el
resto preparaciones de juicios, sentencias y apelaciones.
Es un personaje incómodo,
porque sabe dónde está esa alfombra debajo de la cual se guarda, sino toda,
gran parte de la porquería creada y acumulada en estos últimos años, y es más,
sabe quién es, si lo hay, el propietario de la alfombra…
Y mientras, Don Rodrigo, nos
seguirá mirando con un aire mitad de perdonarnos la vida, y la otra mitad como
que nos está observando desde Canarias, por aquello de la hora de diferencia.
Que quizás, simplemente, es la distancia que hay entre su estatus y el nuestro, o
al menos eso es lo que pueda considerar él.
Dedicado a Miguela
*FOTO: DE LA RED