Pues qué queréis que os diga.
A este vecino del mundo, de todas las ideas, ideotas, e incluso idiotas diciendo
ideitas, que se han colado últimamente, a colación de los próximos comicios
madrileños, la que más le gusta es esa lanzada ayer por la mismísima Ayuso de
que en Madrid a tu ex no le vuelves a ver, aunque te pasees, incluso reiteradamente,
por la mismísima Gran Vía en hora punta.
Y de verdad que sonó como un
tema de estudio para el mismísimo “Cuarto milenio”, de Don Iker Jiménez.Una
especie de nuevo triángulo de las Bermudas para cuestiones extramaritales e incluso
cornúpetas.
Como si ya no fuera suficiente
con ese turismo de fin de semana que según la mismísima Presidenta de la Comunidad
de Madrid vienen a ver museos, pero quizás por la agitada vida social de “vivir
a la madrileña”, no les da tiempo de salir de todo tipo de garitos, eso si no inventan
otros nuevos, como esconderse dentro de armarios o bajo las camas….
De todas maneras, este nuevo giro
de guion ha venido bien para intentar dejar a un lado esa colección de cartas amenazantes
que de presentar todo tipo de balas, navajas y armas blancas, en cualquier momento
nos podíamos encontrar al mismísimo Curro Jiménez publicitando una nueva modalidad
de regalos del "amigo invisible" que los más intelectuales etiquetarían como “noir”.
Si ésta es la nueva normalidad
en lo que a política se refiere, apretemos los esfínteres y dejemos nuestras últimas
voluntades a la vista, del notario al menos. Y que las sales de frutas hagan el
resto en nuestro transito intestinal y en el de la Historia, porque de ésta no
salimos, al menos oliendo bien...
Está visto que en esta pandemia
ocurre como con la magia: si parpadeas, te lo pierdes.
Este vecino del mundo por la
tarde se ha reunido consigo mismo para celebrar, a modo de acto religioso, la
santa siesta, y al despertarse se ha
enterado de que la vacuna AstraZeneca ahora es, mañana no se sabe, para el grupo de edad de sesenta
a los sesenta y nueve años.
El futuro de este vecino, con
sesenta y cuatro otoños, sigue sin alteración en lo que a su segunda dosis se
refiere, el problema va a ser para los menores de sesenta que todavía no se
sabe cual va a ser su solución, esperemos que no sea el negar que existen... Y es que en España no puedes apostar una mano por nada.
Lo que está dejando claro
estos tiempos es que tomar decisiones, así a cara descubierta y sin chanchullos
de maquillaje para aliviar los resultados, no es el fuerte de nuestros políticos
elegidos en las urnas precisamente para ello.
Solo saben hacer monólogos con
chistes corrosivos para el contrario, con un guion previamente preparado,
basándose principalmente en el “Tú más”, pero eso de “dejadme solo que ya decido
yo, y que si me equivoco recordad que ha sido el menda el que os ha metido en esto”
no viene en nuestro ADN.
Normalmente en la España de
nuestras entretelas no hay nadie que dé un paso adelante. Lo que ocurre
generalmente es que la gran mayoría se desdice de comentarios anteriores, el
equivalente a dar un paso atrás, y el que está un poco despistadillo o a destiempo, se queda con todo el marrón.
Ya ni Alemania es lo que era,
y dice que ellos, o lo que los jóvenes referirían como “ir a su bola”, dicen
que van a comprar por su cuenta, es decir, al margen de la Unión Europea, la
vacuna Sputnik V.
Lo dicho al comienzo, si
parpadeas te lo pierdes. Y lo que es más triste: con estos pelos…
Más de uno de mis lectores se
me ha dirigido por correo interno para felicitarme, como realista que saben que
soy, por el triunfo de la final de la Copa del Rey ayer noche.
Lo primero decirles que este vecino
del mundo, desgraciadamente, no ha tenido nada que ver en el triunfo. Aunque
eso sí, lo recordará para siempre, como si se hubiera acostado con uno de sus
amores platónicos, la Meg Ryan de cuando “Harry encontró a Sally”.
Y es que noches así se dan pocas, especialmente entre seguidores de equipos que nos consideramos
más sufridores, o quijotes, que triunfadores un día sí y el otro también. Y
sabes que por una noche así, hay más de cien en las que acabas con la moral
rota a jirones. Por lo que tampoco conviene venirse muy arriba, por aquello de
las caidas.
En realidad, más que el triunfo
en sí me ha llegado muy hondo la celebración de los jugadores y del equipo técnico
en el mismo campo. Y es que la mayoría
se han comportado, se notaba, como seguidores del club de su vida más que como profesionales
de un club, que normalmente, y en primera
división está más que mejor pagado.
Y el que ha roto moldes en cuanto
a comportamiento “chapeau” que dirían los franceses, esos que últimamente se
matan por ver los museos madrileños, ha sido su entrenador, y durante muchos
años, jugador del equipo, Imanol Alguacil.
El momento en el que al final
de la rueda de prensa se viste de hincha, o forofo, en realidad es un momento Marvel, en el que aparece realmente el héroe mostrando sus superpoderes…
Ya para terminar, y haciendo una
especie de paralelismo con aquella célebre frase del personaje encarnado por el
bueno de Luis Ciges en “Amanece, que no es poco” y que dice: “Un hombre en la
cama, siempre es un hombre en la cama”, podemos también decir, que cuando menos, y según la
leyenda que corre del vasco, y que era difícil de comprobar hasta ahora, y
pensando en Imanol Alguacil: “Un vasco emocionado, siempre es un vasco
emocionado”.
Para todos aquellos que se
tomaron el final de mi post de ayer (“De patadas y vacunas…”) como un “continuará”,
he de decirles que ya me han vacunado, primera dosis, con AstraZeneca, y la
segunda me la ponen a finales de Junio.
De la organización, en la
plaza de toros donostiarra de Illumbe, solo se puede hablar bien. Prácticamente
sin colas, y si ibas a tu hora no tenías casi ni que esperar.
Ahora, después de la imagen que
se ha creado en torno a esta vacuna, tengo la sensación de que si este vecino del
mundo fuera un personaje de la recordada por muchos, revista de historietas TBO
(este vecino se niega a catalogarla como “comic”, porque entonces ignorábamos
ese término) se me dibujaría ahora mismo como lleno de signos de exclamación.
Y es que tengo la sensación de
que muy posiblemente me he tragado una bomba, y me paso las horas intentando
descubrir en mi interior cualquier TIC-TOC delator… Estoy más escamado que un
pez en pleno ataque de nervios.
Por lo demás, intentando huir de
cualquier noticia que huela a Coronavirus o a gabachos tirándose por los suelos
madrileños porque no les dejan entrar en cualquiera de los museos. Lo cual se
traduce en que huyo de cualquier informativo tanto radiado como televisado.
Ya he preparado la televisión
para grabar mañana “Ben-Hur”, y “Espartaco”. No hay nada como tirar de los
clásicos para recordar que la vida es un poco más bella de lo que creemos recordar
cuando estamos hartos de estar hartos. O lo que viene siendo cualquier día y
hora de la nueva normalidad.
Y que ningún niñato o niñata le venga diciendo a este vecino que
no podemos ver ahora “Lo que el viento se llevó”, porque se hace apología del
racismo.
En la vida nos encontramos con
apologías de todo tipo, y somos nosotros quienes tenemos que luchar contra ellas
y no prohibir su visionado, porque seguirán existiendo.
Tengo un vecino que a partir
de las diez u once de la noche, no importa que sea laborable o festivo,
convierte su casa en un laboratorio de ruidos como menos. No se conforma con tirar las
cosas al suelo, sino que, al menos por el ruido que origina, las quiere
soldar.
Ayer, tras otro terremoto
acústico vecinal, llegué a la conclusión de que si algún día reciben la visita
de la policía practicando, lo que ahora parece que está de moda en Madrid, la famosa
“patada en la puerta” y que los ya metiditos en años conocimos como la famosa,
desgraciadamente, “Ley Corcuera”, el vecino de abajo, es decir este vecino del
mundo, no va a notar la diferencia.
Por cierto, lo que son las
cosas, la mayoría de políticos de su época pasaron para este vecino sin pena
ni gloria, sin dejar huella. Pero José Luis Corcuera, entre su famosa patada, y
que al menos según su leyenda, comenzó de electricista y llegó a Ministro del Interior,
las arenas del olvido no han conseguido enterrarle.
Cambiando de tema…, ayer
pasadas las seis de la tarde recibí un mensaje en el móvil diciéndome que tenía
que coger cita para la vacuna.
Resumiendo: mañana sobre las
tres de la tarde me vacunan.
Por dos horas de diferencia, el cachondeo no es completo.
Porque teniendo en cuenta que la cita es en Illumbe, la plaza de toros de
Donosti, las cinco de la tarde hubiera sido la hora exacta para una buena faena
de aliño con la AztraZeneca, que creo que es la que me toca. Y que me tiene muy
mosqueado, por aquello de que la lotería no nos va a tocar, pero lo malo…
Esto del cambio horario es una
jodienda. Aquí estoy, a las seis de la mañana con los ojos más abiertos que un
búho marcando señas mientras juega al mus.
Estos días han comentado en la
televisión que pudiera ser que esta vez sea el último cambio horario. Pero como
no es la primera vez, que este vecino del mundo oye el mismo comentario, lo
deja ahí con la esperanza de que esta vez sí…
Últimamente se habla, con
respecto a Netflix, de que está intentando acabar, y nunca mejor dicho, con los
que comparten clave con los que realmente pagan la cuota, esa gota malaya que
mes tras mes golpea su tarjeta de crédito. Personalmente, este vecino del mundo
era prácticamente nuevo en ésto, pero ya esa gran plataformame
advirtió, de eso hace dos días, con un aviso de medianoche, de que en cuatro días
me cortaban la respiración asistida…
No puedo dejar de tener la
sensación, como en tantos momentos de esta vida, de que el camello de turno (y en
la práctica camellos podemos encontrar incluso disfrazados de consejo amigo) ya
te ha inoculado su vicio, y ahora, como se dice en mi pueblo: Búscate la vida…
Y de eso, de buscarse la vida,
creo que realmente todos hemos recibido varios cursillos, en la práctica, desde
que la pandemia nos atacó, o nosotros despertamos al monstruo, duda que todavía
no he podido despejar.
Como me hubiera contestado la madre que me parió: “Y
lo que te rondaré morena”.
Estaba hablando ayer en la
calle con un amigo, ¡tranquilos todos!, guardando la distancia debida, que nos
ha dejado la nueva realidad, y parapetados ambos tras las respectivas
mascarillas, sobre lo que era la bomba del día, la decisión de Isabel Diaz Ayuso de
convocar nuevas elecciones en la Comunidad de Madrid.
Ya le dije, que a bote pronto
me parecía una manera de pasar la gorra, antes de que las vacunas puedan
cambiar el panorama actual, ante todos los
beneficiados de su manera de llevar la pandemia en la Comunidad de Madrid, y
que entre otras cosas se hayan convertido en una especie de oasis de fin de
semana para muchos jóvenes europeos que vienen a desfogarse, y a dejar la pasta
junto con los virus, de lo que no les permiten en su propio país.
De todas maneras, oyéndole
ayer durante el comunicado justificando su decisión, y esta misma mañana en
Onda Cero en una entrevista con Carlos Alsina, su discurso, para lo joven que
es ella, es muy viejuno, incluso rozando lo rancio.
En el fondo de su argumentación,
ella es España, y si no estás con ella, evidentemente no estás con España. Con
ella, desde hace mucho tiempo, tengo la sensación de que en cualquier momento
de su discurso va a alcanzar el clímax, y nos va a regalar un “¡A mí la
legión!”
Este vecino del mundo siempre
ha sido un mar de dudas por casi todo, Diaz Ayuso, en cambio, es de admirar, lo
tiene claro, ella siempre está en el lado de las decisiones correctas. Y sino,
se maquilla el panorama, por supuesto que a su favor, como cuando aseguró que
“lo de Filomena” les había pillado de improviso, y más de uno y de una de los
encargados de la información meteorológica en televisión, le “recordó” que
llevaban una semana advirtiendo de lo que iba a pasar.
Llegó, para Diaz Ayuso, la
hora de jugársela en Madrid, pero que Pablo Casado no se despiste, que en
cualquier momento, Doña Isabel le mueve la silla. Y es que este
vecino ya la ve vestida de Buzz Lightyear gritando eso de “Hasta el infinito y
más allá"
El asunto tiene hasta su
gracia. Una de las cosas que más echo de menos durante esta pandemia, es el
poder salir a la calle de madrugada. La gracia viene porque en la normalidad que
se suponía iba a durar toda la eternidad, no lo hacía nunca. No soy un gato
disfrazado de “vecino común”, pero ya se sabe, basta que no lo puedas hacer
ahora…
Lo mismo deben de pensar todos
esos, y esas, claro, que un día si y el otro también, aparecen en la madrugada
de un informativo, detenidos en cualquier recinto disfrazado de “garito de tres
al cuarto” pagando una pasta, además, por intentar jugársela a la autoridad
competente.
Cada vez que ésto ocurre, que
detienen a usos cuantos desaforados y “malvecinos” por llenar cualquier
“armario destartalado”, pagando además, con premeditacióny alevosía, no puedo evitar pensar en esos chistes,
que siempre me han parecido tan estrambóticos, de “Estaban cien mil chinos en
una cabina telefónica, y al recibir otro gol, el portero de uno de los equipos
se queja amargamente diciendo: -Claro, es que me dejáis solo.”
En el día a día a estos
individuos no sé si les ha dejado solos la cordura, pero sí, están llenos de un
egoísmo exacerbado. Fríamente, les trae al pairo hasta la posibilidad de poder
contagiar a sus más íntimos. Porque se supone, que en el mejor de los casos,
todavía les quedará de eso: “familia”.
Y es que hay cosas que no las
puede arreglar nunca ningún “lo siento”, aunque después se vista de lacrimógeno,
trágico o de mil excusas cada cual más descabellada que la anterior.
Todo acto tiene su
repercusión, y tras cualquier decisión sólo se abre un camino de ida, nunca de
vuelta. Y por supuesto, en ningún caso la juventud debe de ser sinónimo de
estulticia, sino de esperanza.
¡Pues sí! La cosa, la famosa
cosa, debe de ir tan mal que hasta nuestro destino ha decidido echarnos una
mano…
Y llueve como si no hubiera un
mañana. No en intensidad, que si se pusiera en serio, seguro que nos ahogaba,
sino en horas, todo el puto día, para que no salgamos a la calle. Y así no nos
contagiemos.
Ignoro si en esa autonomía llamada
Madrid, el destino esté actuando de la misma manera. Y es que Díaz Ayuso es
mucho hasta para el destino. Espero que éste, el destino, no parezca para ella al menos, que sea de izquierdas. Porque en ese caso, no hay nada que hacer, y
hará lo contrario de lo que el sentido común pidiera…
Hace dos días, flipé, otra
palabra seguro que se quedaría corta aunque pareciera más seria. En un
reportaje televisivo se hablaba de una empresa de esas que se dedican a atrezo
para películas y series de televisión, naturalmente no se decía el nombre, que
se estaba replanteando seriamente cerrar el negocio. Porque están todo el día
recibiendo serias amenazas de muerte de los negacionistas.
Me imagino que la noticia así,
para muchos, necesitará una explicación. Y remedando a Pepe Isbert en “Bienvenido,
Mister Marshall”: “…esa explicación que os debo os la voy a pagar”.
Tanto en películas como en
series de televisión, a los decorados hay que dotarlos “de verdad”.Y de eso se encargan “los de atrezo” que, por
ejemplo, en un “presunto” hospital son los que se encargaran de llenarlo de
máquinas, y que en el fondo solo son maquetas que dan el pego.
Pues, al parecer, muchos
negacionistas la única manera que tienen de seguir con su discurso, es decir
que todo lo que se ve en cualquier informativo, venga de donde venga, está
trucado. Y más de una empresa de atrezo está siendo amedrentada.
Por cierto, y ya que estamos,
en cuanto termine este post, voy a comprobar si está lloviendo de verdad o son
los de “efectos especiales” haciendo un buen trabajo…
Al parecer, más de uno y de
dos, se está tomando en serio eso de que la vida es una película… Y para más
inri, seguro que no han visto el film deFrançois Truffaut,“La noche americana”, o el cine dentro del
cine.
He estado viendo la entrevista
en "La Resistencia", de Broncano a Omar Montes.
Llamadme raro, pero procuro no ver
en general este programa, aunque ya sé que está triunfando. Siempre me ha parecido
una falta de respeto no prepararse de antemano una entrevista, tanto para el invitado
como para el público. Y este programa se basa en eso
y en los reflejos del presentador, David Broncano, para salir airoso de los
diversos jardines en los que se puede meter por su ignorancia, nunca fingida, del
invitado, pero quizás si aumentada.
Lo que ocurre es que el
invitado, en este caso, el ya citado Omar Montes merecía muy mucho la pena. Por
mi edad, nos separan décadas, no lo hago por ser seguidor de su músia, aunque me merece el mayor de mis respetos.
Para definir el sentimiento
que me inunda al verlo, debería utilizar una expresión que él, Omar Montes, durante la entrevista
ha repetido en muchas ocasiones: “Es un ser de luz”. Y dicho con mucho cariño,
y por favor que se me entienda, una especie de primo lejano de Forrest Gump.
Hace muchos años escuché una
teoría de por qué es como es el diseño de un niño pequeño, un bebé, e inequívocamente
uno de los motivos es el conmovernos y que pueda sobrevivir en esta jungla que
es la vida.
Y Omar Montes, es un bebé grande
a sus 32 años, que ha logrado no sólo sobrevivir en su entorno, sino que ya es
conocido internacionalmente.
La ternura que desprende desde
el primer momento de sus declaraciones (no ha dudado, como un niño chico, el pedirle el tractor) le ha ganado a un Broncano hoy nada “repreguntón”, sino siempre a favor de obra desde el minuto uno, al comprobar el tipo de persona que
es Omar Montes, inocente elevado a la máxima potencia, que al decir que el
regalo que le traía, era una muñeca que había robado en Cantora se ha desarmado
clarísimamente.
Y es que cuando una persona te
muestra su yugular, sería de muy mala gente el atacarle.
Broncano, ni ha querido enterarse,
al no intentarlo, a cuánto ascendía el contrato que acaba de firmar Omar con
una gran discográfica internacional, ni le ha presentado formalmente sus dos
preguntas estrellas (las veces que ha hecho el amor en el último mes, y el
dinero que tiene).
Para aquellos que estos
comentarios les de ganas de ver la entrevista, pedirles que se fijen en las
caras que dejaban traslucir los dos acompañantes de DavidBroncano. Primero de estupefacción y después
de un cariño exacerbado que si Broncano hubiera ido a por él, estos se lanzan en
su defensa sin ningún tipo de miramientos.
En estos días, y no lo digo
por la pandemia, de “sálvese el que pueda”. Da mucho gusto comprobar que
siguen existiendo personas buenas, y a los que además le va muy bien.
No sé vosotros, pero llevo una
temporada en que un día sí y el otro también, recibo llamadas telefónicas, en
que me brindan ayudas de todo tipo, sin ni siquiera haberlo pedido.
Acabo de recibir una, a las
seis de la tarde, en que poniéndome como muleta Travel Club, se interesaba por
mi “cuenta de la luz”, así literal. Me ofrecía el oro y el moro, como se dice vulgarmente,
para velar de que no siguieran abusando de mi buena fe…
Después de más de seis décadas
en este planeta, uno ya sabe cómo va la película, e incluso la mayoría de las
películas que te pueden contar durante tu vida. Y antes de que te pongan
mirando para Cuenca, perdón de antemano por esta ciudad contra la que no tengo
nada, y me saquen dinero de una manera u otra, prefiero cortarlos por lo sano.
Este mundo, en el que antes de
que primara lo políticamente correcto, se decía que era “una merienda de negros”
y ahora no se puede decir nada sin que se ofenda algún colectivo, el más tonto
hace relojes de madera, y además le funcionan. Al menos el tiempo necesario
para que alguien sea el “paganini”.
Hace ya muchos años que se
acabó el que te llamaran a la puerta para ofrecerte desde libros a alfombras,
hasta directamente ponerte la mano a modo de petición con cara de pena.
Y es que el teléfono no tiene
la mirilla que tiene la puerta, y que te hace componer una opinión sobre si debes
o no abrir la puerta. Porque ver nueve cifras, o las que sean, que te están
llamando, lo único que consiguen, en el mejor de los casos, es crearte interés
en una especie de ruleta rusa que puede ser mortal.
Hace ya mucho tiempo, en mi
prehistoria, me di cuenta de que si me llamaban “caballero”, malo, siempre peligraba
mi cartera. Y desde entonces ahí seguimos, en la lucha diaria.
Unas recientes declaraciones
de Reyes Maroto, Ministra de Industria, Comercio y Turismo, para Onda Cero, asegurando que "...quieren tener todo preparado para que en Semana Santa se pueda empezar a viajar de una
manera segura… “ ha dejado clarísimo uno de los métodos, el de la zanahoria atada
a un palo, utilizado por nuestro Gobierno.
No hace falta aclarar que
cuando hablo de “nuestro Gobierno” incluyo también a todo gobierno autonómico,
y a los diferentes partidos. No se salva nadie.
El problema de darnos cuenta
del método de la zanahoria, es que inmediatamente percibimos también de que nos
tratan como a un rebaño de ovejas, que formamos la mayoría de los españoles de
buena fe, y a los que entre otras cosas, nos pueden llevar al matadero, como lo están haciendo, teniendo
como muleta un futuro casi próximo, en teoría, esplendoroso.
Pero ya se sabe…, al final nos
pasa como en aquel viejo chiste, un optimista crónico, que preguntado por su
vida sexual, la describía diciendo que “Follo casi todos los días. Casi los
lunes, casi los martes…”
Y es que hay muchas maneras de
ver la vida, entre ellas la de vivir rodeados de voces en off, que te hacen ver
siempre las supuestas luces al final del túnel, y así intentar obviar la oscuridad
en que estamos metidos.
Hace ya un tiempo que os dije,
que había quitado al alcance de mi vista, todo objeto cortante para así poner a
salvo mi integridad y la de mis venas.
Ahora acabo de decidir que también voy a
tener que proteger con bandas esponjadas todo tipo de aristas para evitar darme
cabezazos. ¿El motivo? Esa Presidenta de la Comunidad
de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que se ha descolgado con un “diferente” orden de prioridades (camareros,
profesores, cajeras y periodistas) para cuando pueda vacunar masivamente.
No puedo negar que si algún
día necesito a la mejor publicista, intentaré ficharla para el puesto. Eso, si
acepta trabajar siempre con gafas de sol.
Desde que hemos aprendido a
conjugar el verbo “vacunar” hay una especie de carrera entre los que tienen un gramo
de poder para hacerlo, que si te cruzas con ellos en el momento de tomar
su decisión, te pueden hasta arrollar.
Luego nos quejamos que el
calendario de vacunación se está retrasando con los dimes y diretes de las farmaceúticas. Si todo hubiera ido miel sobre hojuelas en lo programado, a
saber si hubiera quedado algún frasco para ser puesto en el orden autorizado tras la carrera del siglo de los sinvergonzones...
La mayoría de los tertulianos,
en los foros de opinión, se muestran entre sorprendidos y cabreados. En lo de
cabreados les doy la razón, pero en lo de sorprendidos, no, en una España
todavía con olor a cortijo y en el que en las fiestas de los pueblos “la hija de él” se pone por delante, por ejemplo,
a la hora de ser nombrada, “bella” o “reina” del “nosequé”.
En un país en el que todavía
está muy presente el famoso “el que tiene padrino se bautiza”, más de un
obispo, por ejemplo, ha demostrado que tiene más fe en su poder en la tierra,
que en el poder de su Dios, al menos, con respecto a la pandemia. Y que ellos,
esos miembros de la Iglesia con prisas por vacunarse, en lo último que están pensado
es que sus feligreses van en un barco en los que ellos son su capitán y que en
caso de peligro de hundimiento ellos debieran de dar ejemplo de cumplir con las normas que se han establecido, al menos para no ir a su infierno.
Esta pandemia, como cualquier
guerra, está sacando lo peor de nosotros. Con el agravante de que los pillados
en esta carrera por la vacuna, además se siguen preocupando por su imagen, y
nos dan excusas de lo más peregrinas a modo de un Pinocho desaforadamente mentiroso. Es una manera indirecta de demostrarnos cómo
ven al resto de los que comparten con ellos el paso por este mundo: Se nos caen los mocos mientras
nos chupamos el dedo.
Últimamente los españoles nos estamos especializando en coger un tema y no parar hasta agotarlo, al tema y a nosotros con él. De hecho en estos doce días que ya han pasado del año nuevo, todavía prácticamente un bebé, no paramos del blablablá.
Ahora estamos con la gran nevada para arriba y para abajo. Si se pudiera haber hecho más o menos, o incluso haber empaquetado al blanco elemento según caía y venderlo con un lacito rosa.
Quizás el gran desacierto ocurrió el mismo viernes, al dejar que lagente trabajara por la tarde, y consecuentemente luego se les hiciera tarde para regresar a sus casas, quedando muchos de ellos tirados en las diversas carreteras de circunvalación, y con grave peligro para sus vidas.
Pero con este tema como con la mayoría siempre fallamos en lo mismo: ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién toma la decisión y con ella la responsabilidad?
A nosotros, a todos, se nos da muy bien el hablar como si fuéramos en un ascensor, a ser posible que no sea el del Empire State Building, por aquello de que probablemente intentando llenar el silencio de ese momento, acabaríamos con todos nuestros argumentos, como armas de fogueo, antes de llegar al final.
Siempre se ha dicho eso de que cada español es un entrenador de futbol que sabe, por supuesto, mucho más que el “oficial”. Pues ahora todos somos, ya nacemos incluso con el carnet, de tertulianos. Sabemos de todo, y dominamos todos los temas. Y así se ha demostrado con nuestro comportamiento, haciendo lo que nos sale del mismísimo, bajo la excusa de que no nieva todos los días.
Lo mismo ocurre con nuestros políticos, que mas bien están actuando las veinticuatro horas como tertulianos, esparciendo la propaganda oficial de cada momento.
Muchas veces da la impresión de que antes de salir de sus casas por la mañana, reciben unos cuantos folios por el correspondiente correo electrónico, y así luego van coincidiendo en frases enteras como si fuera el estribillo de la canción que ese día toca en cada partido.
Ya para acabar, decir que lo mejor que he oído estos días sobre la gran nevada, y el comportamiento de la gente desoyendo los “consejos” de sus políticos, se refería concretamente a los madrileños, pero es extrapolable al resto de los españoles:
“Si un día en lugar de una gran nevada, hay un tsunami, pese a las advertencias, la gente saldrá a nadar”.
Comienzo el año cabreado.En la madrugada del día 2 de Enero he perdido
un vuelo a Mallorca. He llegado tarde por minutos, y lo que es peor, he visto
como el aparato tomaba vuelo con mi familia dentro.
Ha sido en sueños, pero es
todavía mucho peor. Porque allí no existe la nueva normalidad ni saben de pandemias
ni de “confinamiento” que segúnLa Fundéu,
Fundación del español urgente, por su parte,
la ha elegido su palabra del 2020. Era una de las palabras más claras de los últimos
años, por obvia, en un año nada obvio, sino descarado y hasta insoportable.
El primer día del año me lo he
pasado en casa intentando abandonar en cualquier esquina el pedal agarrado en
la Nochevieja, y con las manos preparadas para hacer aspavientos por si alguien
a mi alrededor hablaba un poco más alto.
No ha hecho falta las precauciones
porque siguiendo la estela de la noche anterior, la última del año, sigo más solo
que Iñaki Urdangarín cuando estaba en la cárcel. Que él, al menos, ha terminado
el año con buenas noticias, y le modifican, a mejor, sus condiciones penitenciaras.
Bien pensado, yo también tengo
buenas noticias. En Nochevieja he inaugurado mis viajes por Skype en la
modalidad de ebrio hasta las cejas. Iba a decir que el sufridor, pero como iba
tan pedo como yo, o incluso más, lo de sufridor le viene grandísimo, es mi único
amigo sobreviviente junto con este vecino del mundo de nuestra cuadrilla original.
Lo de mi pedo, mi castaña, mi
cogorza, mi merluza, tampoco tiene mucho que comentar, ni ponerme cerca de Baco
como alumno aventajado. Al no beber alcohol normalmente, la melopea la he
debido de coger al agarrar el corcho de la botella de cava para extirparlo. A no
ser que en las borracheras también haya una variante británica que contagie también
muy rápidamente. Pero creo que no va a
ser el caso.
Antes de terminar quiero pedir
perdón a mis vecinos que sobre la una de la madrugada de Nochevieja, me hayan tenido que
sufrir a voz en grito mis conversaciones con mi amigo diciéndole a él y a su
pareja, lo mucho que les quiero. Ellos también están en Donosti, pero cuando te
pones por Skype ya partes de que Internet tiene que ver mucho con “La guerra de
las galaxias”. Es como si ocuparas una nave espacial que te va a teletransportar,
y uno ignora los recovecos que tiene el ciberespacio.
Hoy sí que se puede utilizar
el verbo “ulular” para describir lo que el viento está haciendo sobre el tejado
de mi casa. Y no es nada metafórico.
Es uno de los peligros que
pueden ocurrir si te despiertas en la mitad de la noche y recuerdas,
lamentablemente, que la última colada todavía está sin tender,y recuerdas también que aunque suene a título
de película, desgraciadamente no es ninguna película que te has montado, y estás
solo en casa también por Navidad, aunque no seas Macaulay Culkin ni hayas tenido
una adolescencia cuando menos complicada…
Las pocas luces navideñas que
el ayuntamiento donostiarra destina cada año, al menos en mi barrio, se mueven como
locas entre la lluvia que cae como sino hubiera un mañana.
Por esas cosas que no tienen
sentido, mi mente me recuerda ahora mismo, que ya estamos en el día de los
inocentes. Siempre que recuerdo ese día, por cierto, en mi mente aparece
el consabido muñequito de papel pegado a una espalda, que hasta ahora al menos
nunca ha sido la mía.
Bastante se encarga ya el
destino por su cuenta de gastarse bromas el resto del año, de las que por
supuesto sólo se ríe él.
Este año lo de la pandemia ha
sido bastante pesado y un mucho reiterativo. Y a ese carro se han apuntado para
pegar el muñequito con saña en la espalda de la lógica los negacionistas, y un Miguel Bosé llegando a imitarse a sí mismo pero de una manera desaforada.
No me había fijado hasta ahora
la tristeza con un punto de añoranza que se puede desprender de una calle
solitaria en la mitad de una noche, con la lluvia como castigo convirtiendo en
espejo lo que hasta hace poco era asfalto.
En momentos como éste es
comprensible que en cualquier instante puedas descubrir una puerta que te dirija
a la poesía, y ya nunca veas el mundo de la misma manera. No tiene antídoto, ni hace
falta.
Tengo un primo, Koldo, que
dice cosas como “Hace un frío del Caravaggio” convirtiendo así, una más que posible
ordinariez en puro arte. Ya le tengo dicho hace mucho tiempo que se debería de
meter en política. Porque la mayoría de los partidos necesitan gente que nunca
aterriza entre los suyos, que siempre está por las ramas, como pájaros de
vocabulario.
Expresiones como distancia
social y la nueva realidad, se han consagrado este año en un diccionario entre
pandémico y de camuflaje, que te da una de cal y veinte de arena, para que
mires a los lados donde se encuentra su muleta, sin nunca dejarte mirar al frente
donde es más que probable que se encuentre la verdad. Sin poder coger un poco de
aire para saber cuál es el timo, lo malo, si la cal, la arena, o la cordura que
te intentan arrebatar.
Hoy mismo, si nos fijamos en
todos los medios de comunicación, ya han convertido un reparto, más que mísero
todavía, de vacunas en un reality show, más que digno en la Cadena alegre,
anacrónico en todas las demás.
Nos enteraremos, sin preguntar
nosotros nada, de sus nombres, edad, estado civil, y de sus dimes y diretes
vitales hasta el día de hoy, su clímax, y a poder ser, de eso se trata, el nuestro.
¡Vamos! Que no ocurrirá el famoso y anhelado “edredoning” entre ellos, más que
nada porque hay que mantener esa dichosa “distancia social”…
Los colegas aventajados de
Koldo han logrado convertir esta guerra que nos ha tocado vivir en una continua
visita a un parque temático, en la que no nos damos cuenta los demás, solo al
que le toca en cada momento, que los heridos y muertos son de verdad y para
siempre.
Mientras, hacemos cola para la
siguiente barraca de la feria.
Y es que… Antes muerto… que
sin PCR, no nos queda otra.
Hay personas que cogen el
rábano por las hojas y quienes creen que sus gustos son los gustos de todos.
El día de la Lotería de Navidad
había entrado un momento en Twitter para publicitar este blog, cuando de pronto
alguien al hablar presuntamente en nombre de todos, se erigió en el ombligo
momentáneo del "pájaro azul", preguntándose el por qué si a nadie le gusta la fruta
escarchada, en el roscón de reyes los fabricantes se empeñan en seguir poniéndolo.
Estuve a punto de decir que a
mí sí me gustaba, pero como soy consciente de cómo está el patio de las redes
sociales, evité que alguien me agrediera con fake news creadas exprofeso
para romperme la cerámica de mi honor. Y como se dice en “Lo que el viento se
llevó”, una vez que eso se rompe, por muy bien que lo pegues siempre se notará la
rotura.
Estaba claro que al ombligo
tampoco le había tocado la lotería y quería tirar sus presuntas pedreas a dar
posiblemente en el ojo de cualquiera que moviera su opinión con el derecho que
por supuesto le asiste.
Parecido les pasa a muchos políticos
que confunden sus deseos con los de su electorado.Y ni todos los de izquierdas perdemos el
sueño por la república, ni entonamos “Galapagar, mon amour”.
En política los Reyes Magos,
Santa o el Olentzero, entre otros, como autónomos que deben ser, solo vienen en
las elecciones. Y ya hay bastante carbón acumulado para repartir. Y que
luego nadie se queje de que las izq¡uierdas ya no llegan al mínimo para seguir
mandando. Como decía aquelanuncio de la
Dirección General de Tráfico: Las imprudencias se pagan.
Por lo demás, estos días y con
el frío que hace me acuerdo mucho de las llamadas colas del hambre, y de esos
hogares que llevan meses sin electricidad, y con lo que es peor, sin ningún atisbo
de que la cosa mejore… ¿Feliz Navidad?
He visto por decimonovena vez “Love
actually” y el personaje interpretado por Laura Linney sigue sin ligarse definitivamente al
buenorro de la oficina (el actor Rodrigo Santoro).
Algunas veces las películas se
parecen demasiado a la realidad y no se pueden maquillar ni con efectos especiales
alcohólicos aunque sea Navidad. Y es que hay momentos en que la
cabeza todavía no está para exactitudes de dónde o cuándo.
Por lo demás, en el mensaje
del Rey, éste ha dicho lo que tenía que decir pero “sin discos dedicados”, y
mucho me temo que muchos, los de siempre, le van a volver a crucificar, confundiendo
la Navidad con la Semana Santa.
Tengo un primo que hoy pasaba
la noche, por diversos motivos, en solitario, como este vecino, pero en diferente
ciudad, que os conozco… Y es tan estricto, tan estricto, que cada veinte minutos
habría las ventanas. Esperemos que en el peor de los casos no se muera de
pulmonía…
Pensaba que nunca llegaría a
decir esto, pero lo que es justo es justo, y he comenzado a ver el programa de
Raphael, por curiosidad, y me he quedado enganchado hasta el final. Ha sido un recital,
con invitados (a dar lo máximo de ellos), que por su delicatessen quizás hubiera
tenido que ir, de alguna manera, dentro de “Masterchef”.
Son algo más de las tres de la
mañana, y los donostiarras al menos, se lo han puesto fácil a Olentzero y a Santa
Claus. En la mayoría de las casas ya solo quedan unas luces de colores
intermitentes que dan pistas de que “no hay moros en la costa”. Esperando que
no haya nadie defensor de lo políticamente correcto que se mosquee por esta
expresión, antes al menos, totalmente coloquial.
Para la despedida, me voy
con el deseo de que en mi casa al menos, ya que no va a venir ni el Olentzero
ni otro colega de diferentes latitudes, dentro de unas horas, cuando despierte,
no falte nada, porque en ese caso pudiera significar que este vecino fuera
cleptómano, y sinceramente, ya con ser persona de riesgo tengo el cupo más que
lleno...
En unas horas nos reuniremos,
los que podamos, para celebrar, no hace falta repetirlo hasta la saciedad, unas
fiestas diferentes.
Personalmente ya he hablado
seriamente conmigo mismo para llevarme bien, al menos por una noche. Por lo
tanto, mi microburbuja familiar ya está resuelta.
Hay que verlo desde el lado
positivo, el único que hay que contemplar, y esta noche en mi casa no habrá ni
guerra fría, ni caliente, para conseguir el mando de la televisión. Y como se
dice llanamente: Veré lo que me dé la gana, y hasta cuando me dé la realísima.
Con respecto a el rey y su
discurso por mucha crisis de la institución que se diga, lo que está claro es
que va a ser uno de los años en que más expectativas se han creado al respecto.
Aunque mucho me temo que a Felipe VI le va a pasar lo mismo que le ocurría
a mi tío Jose, cuando llegaba tarde y en
mal estado a casa: Dijera lo que dijera, y si podía articular palabra o no,
su futuro era muy jodido.
Lo de la vacuna, al parecer, y
así es la cruda realidad, va para muy largo. En los tres primeros meses y en
todo el territorio nacional se espera, en el mejor de los casos, haber vacunado
aunos dos millones de personas. No es
poca gente, pero a la velocidad que presuntamente está mutando el desquiciado
virus, no sabremos si la vacuna seguirá siendo tal, o un mero componente del kit
de “Medicina de la Señorita Pepis”.
Se diría que continuando con la
pedreade la Lotería, esta semana tenemos
diez mil vacunas, que como decía aquel anuncio: “son juegos para compartir”.
Personalmente, os dejo, que
tengo que ir preparando el escenario de esta noche, y sé que soy muy criticón,
incluso conmigo mismo:
Que la noche, Nochebuena, y el
Día de Navidad nos sean propicios a todos. Un beso muy fuerte.