El
verbo que más se conjuga últimamente es: desahuciar.
Desgraciadamente,
y con casos como el de Amaia Egaña, que se quitó la vida en el
momento de su desahucio ayer en Barakaldo, el problema se agudiza en
su máxima expresión, y es ahora, tras varias víctimas, cuando el
gobierno va a tomar cartas en el asunto.
Sin
embargo, más rápido y expedito ha sido el alcalde de Santa Cruz de
Tenerife, José Manuel Bermúdez, que como Bankia presuntamente no
llegaba a ningún acuerdo para parar el desahucio de Carmen Omaña,
venezolana de 48 años, y tras varios intentos por parte de la
alcaldía de servir de intermediario, ayer tomó la determinación de
sacar un millón y medio de euros, de fondos del mismo ayuntamiento,
de la citada entidad.
Y
como está claro que muchos la conciencia la tienen en el bolsillo,
inmediatamente Bankia se dio por aludida, y no solo se pusieron en
contacto, sino que inmediatamente llegaron a un acuerdo para un
alquiler social en este caso y en otros varios que también están
ocurriendo en Santa Cruz.
Se
lleva un montón de tiempo mareando la perdiz de cambiar las leyes
que rigen el mercado hipotecario español, y todas las partes
implicadas, solo se amparan en decir, que “es muy complicado”.
Desde
esta ventana abierta al mundo, hemos de recordar que también debía
de ser muy complicado el cambiar las leyes que regían la
contratación y la jubilación, y antes de que nos diera tiempo a
decir “madresantalaquenosvieneencima” se cambiaron.
A
este vecino, desde pequeño, siempre se le ha dicho que querer es
poder, y está claro que los bancos han vivido y todavía viven mejor
que Dios, porque tienen todo el poder creador y destructor, y además
lo disfrutan aquí en la tierra, porque el cielo, vaya usted a saber
si existe, y si es así, es probable que penda sobre ellos alguna
hipoteca.
De
todas maneras, en un caso tan flagrante como el de esta entidad
financiera, hace falta,y por si acaso me voy a cubrir las espaldas,
presuntamente no tener escrúpulos, para que después de que hemos
tenido que pagar entre todos, el agujero que tenían, ahora sigan tan
estrictos en su política de desahucios, porque a lo mejor si
hubieran actuado de la misma manera en otras cosas, por lo menos vigilando
las cuentas, no hubieran tenido un agujero más grande que el del
Titanic.
*FOTO: DE LA RED