No somos máquinas, ni falta que hace, pero algunas veces
una buena siesta equivale a “resetear” en un ordenador, descargar todos los “archivos”
que has ido acumulando durante el día, todos los sentimientos que no se han
asentado todavía en la piel.
Y es que, aunque ya hace años que dejé la vida
estudiantil, de vez en cuando la misma vida te plantea una especie de exámenes,
que en realidad no son de estudiar, pero sí de poner en práctica la experiencia
acumulada durante la vida.
Me explico. Uno de estos días, para no dar más pistas, es
el cumpleaños de La Nuri, mi sufrida, y no es que quiera “sorprenderla”, lo que
no quiero es "defraudarla". Porque por lo menos deseo que comprenda, como se
diría vulgarmente, que me lo he currado a la hora de pensar en “su” regalo.
Ella, La Nuri, es eminentemente pragmática, y ya desde el
principio de nuestra relación me dejó bien clarito la importancia que tienen
para ella los regalos. En realidad, un buen regalo, y así también opina este
vecino del mundo, es la consecuencia de
conocer muy bien a la persona a la que va destinado. Y en su universo no
vale eso de los regalos, por decirlo de alguna manera, “envenenados”, que en
realidad se lo regalas pero para disfrutarlo tú.
Me contó el caso de aquel marido que como regalo le "endiñó" a su mujer (porque no hay manera mejor de explicarlo), compañera de trabajo de La Nuri, una tostadora, para el pan
naturalmente. Especifico ésto porque la que se tostó por el consiguiente cabreo
fue ella. Aunque, como el dicho popular recuerda, “a cada cerdo le llega su San
Martín”, y al marido de la susodicha le llegó el día de recibir “su” regalo, y
la compañera de La Nuri, en parte “asesorada” por mi sufrida, ya me entendéis,
estuvo sembrada. Le regaló un paquete bien grande, porque en los regalos hay
que ser espléndidos, de pan de molde.
Ni que decir tiene que su marido aprendió bien la
lección, y este vecino del mundo cada
vez que quiere significarse con un regalo, lo tiene más que en cuenta.
Además, y hablando en serio, estoy más que convencido,
por la cuenta que me tiene en estos momentos de crisis, y de poseer un bolsillo
lleno de telarañas, que un regalo no es una cuestión de “presupuesto”, sino de “estar
dispuesto”. Y yo, como
diría la filósofa del pueblo (le habrán llamado de todo, pero ésto seguro que
no), Belén Esteban, por La Nuri, m-a-t-o.
*FOTO: DE LA RED