Los jubilados son para el
verano.
Vaya por delante que la
expresión no es totalmente exacta, porque un jubilado, y naturalmente una jubilada,
son para cualquier época del año. Este vecino prefiere no
ir aclarando sexos cada dos por tres, porque eso le suena a político y
sindicalista en campaña, y no es el caso.
Además, con la frase del comienzo, y que queda más que
obvio, quería hacer una especie de
remedo de la obra del siempre recordado Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas
son para el verano. Pero, en realidad, y apoyándome en la afirmación del comienzo, cuando el jubilado español brilla en
todo su esplendor es en el verano.
El horario de un jubilado en
vacaciones, o que viva en una zona costera, comienza antes de las siete de la
mañana, tomándose la medicación pertinente, o como diría mi madre, “todo tipo
de mejunjes” (hierbas incluidas), para estar como un reloj, y sobre las siete
ya comienza su especie de desfile olímpico por las playas de España, para
hacerse con los mejores puestos lo más cerca posible del mar.
Estoy convencido de que si
durante semejante certamen, el de colocación de todo tipo de artefactos para el
disfrute playero, se hiciera un control similar al de los deportistas en
competición, la mayoría de nuestros jubilados darían, tristemente, positivo.
Porque no es normal su comportamiento comparado con el de cualquier otra hora del día y de la
noche.
Es como si la misma
sombrilla, todavía dentro del saco de tela que la cubre, y las correspondientes
sillas, le dieran una fuerza y rapidez que no tiene el resto del día.
A destacar, y no es broma,
que estos días he descubierto, que el jubilado español ha "inventado" una
especie de escrituras que le otorgan la propiedad del terreno en el que su sombrilla ha sido colocada a hora tan temprana, por ahora tan solo durante
veinticuatro horas, pero tratándose de ellos, a saber, en cualquier momento
forma parte de sus reivindicaciones el luchar
porque su rincón conquistado dure para todo el verano.
Estos días me he dado
cuenta, con gran asombro, por cierto, que más de un jubilado tras conquistar su
parcela correspondiente, saca fotos con su móvil, primero desde cerca, y más
tarde desde el paseo, para demostrar la dimensión exacta de su hacienda
playera a cualquier advenedizo.
De todas maneras, me imagino
que en ningún momento habréis pensado que la parcela correspondiente es, sólo,
para ellos. En realidad, ocurre como en el resto del año, ellos se siguen
sacrificando para que su prole, esa que irá a la playa con cara de resaca a
partir de las diez de la mañana, pueda disfrutar de sus horas al sol, aunque la
mayoría de los entendidos aconsejen, que debajo del sol, cuanto menos tiempo,
mejor.
Aprovechando que la empresa
Marvel, como todos los veranos nos endosa uno de sus pupilos con poderes, este
año es Ant-Man, o el Hombre Hormiga, les voy a brindar una idea en forma de
pregunta: ¿Para cuándo el “Jubilado Fantástico”? Un ser por encima del
bien y del mal, que como ya ha vivido mucho, cualquier mal por venir no le
extraña ni asombra. Como parte de su indumentaria debe de llevar a su
espalda un saco no muy grande, desde el que en lugar de flechas, saque su
superfamosa sombrilla, con la cual defenderá “su verdad”.
Conviene destacar, y ésto sigue
siendo un consejo para “Marvel”, en las películas, si las hubiera, del Jubilado
Fantástico, el enemigo a derrotar, generalmente será el mismo estado, que en el
fondo quiere que este ser desaparezca, porque, entre otras cosas, tiene
conocimiento sobre todo tipo de supervivencia, y lo que es más importante, y
causa para que el “Gobierno Negro”, como
se pudiera denominar a los antagonistas, quiera que este ser desaparezca, porque tiene
conocimiento sobre todo tipo de derechos que ellos mismos consiguieron, y que
poco a poco, esos que llegan a la playa a partir de las diez de la mañana y con
la resaca a cuestas, han ido perdiendo al elegir representantes políticos que
solo velan por sus intereses propios.
Sin olvidar, y ya para terminar, que si el Gobierno Negro consigue deshacerse del Jubilado Fantástico y de los de su especie, se evitará el dinero que les tiene que dar todos los meses, y que una vez desaparecidos, ese mismo dinero, bien de una manera o de otra, terminará en sus alforjas.
*FOTO: DE LA RED