Este vecino del mundo ha
pasado cierto tiempo de “rodriguez” estos días, y como soldado, del hogar, pero soldado al
fin, ha sufrido las heridas de la batalla de la plancha.
El otro día estaba
planchando, y por el calor reinante, con el torso desnudo. Teniendo en cuenta,
y que es bien sabido, que los hombres tenemos serias dificultades para hacer
dos cosas a la vez, es inevitable el decir que me quemé, a unos diez
centímetros encima y a la derecha del ombligo. Y, por eso de los azares de la
vida, la quemazón se asemeja a una alargada cicatriz.
Esta mañana , y en la playa,
me he cruzado con dos señoras que estaban criticando todo lo que se les cruzaba
por su camino. Y he oído que una le decía a la otra:
-¿Te has fijado la cicatriz
que tiene ese hombre?
A lo que la otra le contesta: -Hígado.
Le han operado del hígado. ¿No te has dado cuenta de la pinta de borracho que
tiene? Si ahora está borracho perdido…-
Como me ha parecido que era
tan hiriente que se fueran de rositas, he dado la vuelta y me he encarado con
la cotilla parlanchina, y serio, muy serio, le he contestado:-Perdone,
señora. - Lo cortés no quita lo valiente.- Estaba tan cerca que no he podido evitar el escucharles. Por eso, y
para salir de dudas, me gustaría saber a qué bebida soy tan aficionado como para
estar beodo desde por la mañana. -
Para mi desconcierto la
chismosa no solo no se ha cortado, sino que me ha respondido con total
naturalidad, y sin parpadear: -A usted
le gusta el licor de hierbas, porque además, y así, de cerca, usted apesta.
Aunque no lo he dicho antes,
este vecino del mundo no bebe prácticamente nada, y si lo hace, es en contadas
ocasiones al finalizar alguna comida especial, siempre con agua con gas, pide
un chupito de licor de hierbas. Por lo que al hablar esa señora, y con esa
seguridad, he tenido la sensación de que en lugar de una burda improvisación de
cotilleo, había asistido a una especie de escena en el futuro pero hoy, con lo
que sonaba a una advertencia para enderezar mi comportamiento.
Ya tiempo después, me he acordado de Rajoy,
ahora Mariano para todos, por aquello de la confianza que quiere infundir, y
que a él sí le vendría bien, como a la mayoría de los políticos, el palpar el día a día de la calle, especialmente
teniendo en cuenta lo que este vecino se ha enterado de que los demás pueden
opinar de él, o incluso pudiera llegar a ser.
Sería deseable una conversación
entre el-ahora-Mariano y la dama chismosa, porque si de mí ha dicho lo que ha
dicho, es más que probable que con él sea un sinvivir. Aunque siempre es conveniente
recordar eso de que en la mitad está la virtud.
*FOTO: DE LA RED