No sé si eso será muy normal, pero a medida que van
pasando los años, este vecino del mundo, se va dejando influenciar más por los
llamados “signos externos”. Y es que hoy, tras despertarme, he ido, como cada
mañana, al balcón para ver cómo se presenta el día, y me he encontrado con un
globo blanco medio desinflado en el suelo. Hay que tener en cuenta, que vivo en
un cuarto piso. Y… no sé cómo planteármelo, y lo que es peor, si debo planteármelo.
¡Hombre! Así de primeras… Mi vida no es que esté a medio
fuelle, sino que, y desde un punto de vista de “media sonrisa”, está con
problemas respiratorios crónicos.
Si antes normalmente la
“cuesta” del mes se hacía dura los últimos días, ahora se hace dura
desde el día 2, porque el primero me lo paso despistado.
Para una persona que desde muy joven se enfrentaba con
películas de Ingmar Bergman, como si fuera un egiptólogo disfrutando como un
niño con un nuevo jeroglífico y, ayudado con cualquier tipo de información que encontraba
por el camino, desencriptar lo que el director sueco intentaba decirnos, aprendí
que utilizaba mucho el juego de los colores para dar pistas…
Basándome en eso, el color blanco me puede dirigir hacia
la inocencia, y quizás por ahí vaya bien, porque por mucho que la vida se
empeña en ponerme en mi sitio, que nunca he sabido a ciencia cierta dónde está,
yo siempre he intentado, quizás como la cabra que tira al monte, confiar en la
bondad de la gente. Y a lo mejor es que he tenido mala suerte, y en mi caso dificultad para encontrar la bondad, o simplemente que no sepa reconocerla.
A lo mejor en el fondo me pasa como al Señor Rajoy, que
ve la vida como nadie de la gente a su alrededor, y donde los demás solo ven
tiestos, él ve brotes verdes.
Resumiendo, que estoy en “globo” desde que he abierto el
balcón esta mañana, cosa que a muchas personas, esas que cada día son desahuciadas
de sus casas por no poder pagar una deuda, no les volverá a pasar.
¡Ya está! He tomado una decisión: A partir de mañana no
voy a abrir el balcón, para ver mi futuro. Y saldré a la calle no bien
informado sino como mi estado de ánimo me guíe. Y si siento que en mi interior
bulle un verano tropical, pues aunque esté nevando saldré a la calle con
bermudas y chanclas. ¡No hay problema! Porque la mala gente siempre me mirará mal, pase lo que pase, y la buena gente, si la hay, pensará que en el fondo, al
ir con ropa veraniega, soy un optimista.
Y si tengo que afrontar la vida, que la tengo, prefiero
ser optimista, aunque alguien alguna vez dijera que el optimista es un
pesimista mal informado.
Bien pensado..., solo me he encontrado un globo, y lo que ha
dado para desvariar. Si llego a encontrarme un camello todavía estaría decidiéndome si buscar a los Reyes Magos o por informarme de dónde se encuentra el cártel
más cercano.
Al final lo del globo va a tener que ver con el estado de
ánimo…
*ILUSTRACIÓN: DE LA RED