Hoy, 31 de Diciembre, a pocas horas del cambio de año, es momento de hacer una especie de repaso de lo que dejamos atrás y de
lo que nos podemos encontrar en el año que casi se vislumbra.
Ni este vecino se propone hacer una larga lista de
personas que nos han dejado en este año que se va, de primeras recordaré a ese
Chiquito de la Calzada y a Don Ángel Nieto, que ya por derecho propio han
pasado al plano de leyendas, ni sucesos que han ocurrido.
Solo diré sin ninguna sombra de duda de que este año, y
así en general, siempre desde mi punto de vista, por supuesto, ha sido el peor año de
muchos, encabezado por el “asunto catalán”, pero que ha dejado al desnudo más
evidente nuestras carencias políticas: personas que se vistan por los pies y
que no miren ni a su partido, ni lo políticamente correcto. Lo mismo que en
temas monetarios siempre toman partido, y nunca mejor dicho, por favorecer a
esos que siempre están en la sombra y que cuando se jubilen de la política, previsiblemente les otorgarán buenos puestos en empresas rentables y que si no
lo son en un momento dado, ya nos haremos cargo de esos destrozos, como pueblo
leal y silencioso, a la hora de velar por nosotros en general, les tiembla todo
y no saben si van o vienen, y se escudan en referéndums que nunca llegarán.
Con respecto a la mujer, así en general, seguimos con esa
lacra de la violencia machista, y que a la postre, está dejando más muertos que
el terrorismo. Tristemente este vecino del mundo sólo le ve solución a un largo
plazo, y mediante una educación de los
padres, y no neguemos la evidencia, de una educación materna que equipare a sus
hijos y sus hijas.
De todas maneras, algo se ha movido a nivel mundial con
ese desenmascaramiento de productores de moral muy corta y manos muy largas, y esa
realidad paralela en el que todos los del mundillo lo sabían, y nadie hacía
nada. No olvidar que en pequeña escala también en España ha habido dedos acusadores. Es un buen comienzo, aunque siempre muy tarde y lento.
Y para empalmar con esa parte tradicional de este día,
Nochevieja, de balances y propósitos, utilizaré una de las acepciones que tiene
la palabra “balance”, tal cual pero en inglés, y que significa “peso”, la
maquinita que casi todos tenemos en nuestro cuarto de baño, y que nos delata
tras una buena juerga, o colección de ellas…
A este vecino del mundo, no le ha quedado más remedio,
que rendirse a la evidencia de que para una vida más sana es necesario un buen
control de peso, y ya está en ello. Más de una vez, es consciente, ya
he dicho lo mismo, aunque está seguro, o casi, de que éste será el definitivo.
Y por ahora, aunque en un mes ya ha perdido siete kilos, está en la fase en la
que todavía se acuerda del chiste, ese en el que a la pregunta del paciente sobre
si haciendo régimen va a vivir más, su
doctor le contesta que al menos se le va a hacer mucho más largo.
Lo importante en este trance de abandonar un año y
comenzar el siguiente, es encararlo, sin miedo, y con una gran sonrisa. Sin
miedo, porque no tenemos nada que ocultar, y con una gran sonrisa, porque ésta
al menos desconcierta, y ya tenemos algo ganado y que mina fuerzas del
adversario, que lo es desde el momento en el que viene para encararse con
nosotros y nuestras vidas.
¡Feliz
Año 2018 y que nuestra fuerza (nada que ver con los mundos
creados por George Lucas) siempre nos acompañe!
*COMPOSICIÓN: DE LA RED Y DE F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA