Últimamente, y serán los
años que ya acumulo, me preocupa mucho el hecho de la vida en sí. Siempre la he
comparado, debido a mi afición al cine, como una película en la que cada uno de
nosotros somos los protagonistas.
El problema es que cuando uno tiene más dinero, muchísimo, las escenas de riesgo no hace que las ruede un doble, sino que si sale algo mal, el que la paga siempre es otro. Y últimamente
hemos tenido muchas pruebas de ello. Gente perseguida por la justicia, y que ya
no tiene, en teoría, ningún dinero disponible, su mujer en algún momento se ha
quejado ante el juez de que no tiene ni para comprar pollo, y que entre cárcel
y cárcel, o mejor dicho, sospecha y sospecha, le pide al juez que le deje ir
con su familia de vacaciones a la nieve, por cierto, a un chalecito de superlujo, of
course, que es de su propiedad, aunque esté intervenido. Y mientras,
muchos de nosotros no nos cortamos las venas porque no tenemos ni para un
cuchillo.
De todas maneras lo que
nunca nos podrán quitar, y eso les tiene que joder (no sé a quién, en general a
ese gran hermano), el sentido del humor. Y es que esta España (iba a decir
nuestra, pero al final resulta que no es de nadie, o si lo es, de los banqueros)
es como para sentarse a mirarla, y no parar de reír, mejor con ella que de
ella.
Ya para empezar, no es que
la televisión del estado, la que se supone que es nuestra, porque la pagamos
directamente, esté bajo sospecha, sino que en cuanto pueden le ponen rumbo al
pasado. No para hablar del último libro de F. Ibáñez, y de sus héroes,
Mortadelo y Filemón, porque esta vez trata del Señor Bárcenas, y eso no se
puede tocar, sino con ese programa que se supone que es de entretenimiento (y
que se puede decir separándolo entre sílabas, como entretén y miento),
que hay los sábados por la noche, una especie de túnel del tiempo, en el que si
lo ves, regresas a los ochenta, como muy moderno. Hay momentos en los que estoy
seguro que si en ese instante me levanto del sofá y me miro al espejo, tengo
una melena impresionante y he dejado de parecerme a un Yul Brynner pero de
líneas más relajadas.
Y es que al gobierno, a
nuestro todavía gobierno, le interesa mantenernos entretenidos, por aquello de que
la música amansa a las fieras. Además, aunque el gobierno es de derechas, las
imágenes que el Señor Moreno, Don José Luis, (director y productor) propone de
los cuerpos femeninos, e incluso de los masculinos, que él para eso es muy
demócrata, e incluso liberal, entran dentro de los cánones que la derecha
tolera para sus súbditos. Porque en realidad eso es lo que somos, y no porque
haya un rey, que lo hay, sino porque todos los del gobierno nos miran como lo
haría un rey de la antigüedad, desde muy alto. O dicho de otra manera, nos ven
como muy, muy pequeñitos.
Y mientras nosotros,
hartándonos de reír, porque en realidad alguien dijo que los vivos, nosotros,
somos los muertos de vacaciones. Y además, no dejamos de imitar a los peces,
nos pasamos la vida comiendo o siendo comidos.
Y aquel que triunfa, y se lleva un buen botín, y no va con segundas, no
se lo puede llevar al cementerio, porque sus herederos seguro que no se lo
dejan, o lo incineran directamente, por si acaso. Y es que si hay otra vida,
todavía no se sabe la moneda que utilizan para hacer la consiguiente
equivalencia, ni el tipo de tarjetas.
Lo dicho, ¿qué se puede hacer con un gobierno que convierte a Mortadelo y Filemón en gente de izquierdas? Reírse directamente.
*FOTO: DE LA RED