Hoy tenemos que apelar a ese
viejo refrán: Vísperas de mucho, días de nada.
La gala de anoche, la
octava, se presentaba con muchas expectativas, Noche de Halloween y con precedentes
para pasárselo muy, pero que muy bien, y sin embargo, fue decepcionante. Me
gustaría ser el único que ha sufrido esa sensación, pero me temo que a más de uno le habrá pasado. Me aburrí como
acostumbran aburrirse las ostras, me aburrí como la madre de todas las ostras y
con la madre de todos los aburrimientos. Fue un auténtico despropósito.
Daba miedo lo no preparado
para asustar: el “look”, verdaderamente desafortunado de la presentadora (se
creaba una duda :¿La apariencia de la Milá era una especie de alegoría a Halloween, o
lo había diseñado su peor enemigo?). Y, sobre todo, daba miedo lo que se
encontraban los concursantes tras vagar por ese pasillo de los horrores (que
horrorizó más a algunas concursantes, que lo que divirtió a la mayoría de los
espectadores), una desaforada Maite (que ya no se sabe si interpreta, verdaderamente está iluminada, o ambas
opciones) que parecía un personaje escapado del hotel del
"Resplandor", y para más inri ,
cuando se encuentra con Amanda le suelta un impagable "Tranquila
Amanda, soy la elegida de Dios”.
Quizás, al final, la clave
está en los vómitos y fluidos desagradables que no hubo en el pasaje del terror. ¿No quisieron afear a
unos concursantes cuyo mérito, la mayoría, está en su presunta percha, el
famoso culto al cuerpo?
En esta especie de
descrédito del que se ha teñido este/estos últimos grandes hermanos, está la
conciencia para muchos de que el devenir del reality se escapa de las manos del
consumidor. Tanto la no salida, o la salida honoris causa de Suso, y sobre todo
la de Belén Esteban en su Gran Hermano VIP, han marcado, por mucho que lo
quieran negar en la Cadena Alegre (en oposición de la tristeza de la que acusan
ellos mismos a otras cadenas de su entorno) una tendencia a la baja que ya es
muy difícil de remontar.
En la opinión de este vecino
del mundo, solo se podría hacer la remontada, con un discurrir “limpio” del
programa con las mimbres que se tienen, y nada de moviolas que cambien pasados
de veredictos democráticamente planteados, en forma de repescas.
Más hablar y menos discutir,
menos músculos y más corazón, y sobretodo no desvelar desde dentro del programa
o desde los estudios, estrategias que sigan los concursantes para intentar ganar.
Por ejemplo, ayer a Carolina, la expulsada de la semana, la presentadora,
Mercedes Milá, le dio carta blanca para que dijera todo lo que quisiera a los
concursantes al despedirse, y eso antes no pasaba, ni a lo mejor pasa la semana
que viene. Porque lo que ayer se hacía, hoy no se hace, y quizás mañana se haga otra
vez. Y así solo vamos a esta pendiente
que nos lleva hacía abajo en la atención del programa.
Se debería de volver a los
primeras ediciones en las que no se desvelaba ningún proceder de los
concursantes hasta que todos iban saliendo, e iban descubriendo las perspectivas
lejanas que da el estar fuera de la casa.
Lo importante no es un
estriptis que nunca se va a ver durante un “edredoning”, sino una charla a
corazón abierto. Conocer a las personas que se esconden detrás de la fachada de
un concursante que se cree frío y calculador.
Se acusa a muchos
concursantes de ser verdaderos muebles, y tras eso se van a ir de rositas
caracteres que hubieran merecido la pena descubrir, como una Niedziela que solo
contando su vida circense tiene mucho que decir. O, Marina, y su necesidad de
tener una réplica de bebé. Un Vera, seguro que tiene mucho para contar y seguro
que así entenderíamos mejor sus reacciones. Sin olvidarnos, por supuesto, ni de
Han y sus excesos en todo, como contrapunto a un Aritz enigmático, atrayente y
casi siempre controlado, pero siempre sonando a sinceridad extrema.
Siempre se ha dicho eso de
que por la boca muere el pez, y si algo no se deja en el programa es hablar
tranquilamente, porque dialogar no es discutir, ni provocar discusiones. Y el
programa continuamente busca eso. Busca el “ya”, el momento, antes que los prolegómenos,
el hablar, el contradecirse, el pillar mentiras tras varios días de diálogos.
Curiosidades del programa de
ayer:
Sofía está tan centrada en
su conquista de Suso, que al darse cuenta de que Raquel podía volver al
concurso se llenó de tan mala leche que los que debieron de pasar miedo en el pasaje
del terror sin duda fueron sus moradores, porque ella permaneció totalmente
impermeable.
Niedziela, que se supone que
al trabajar en un circo, debería de ser valiente e intrépida, ayer para más
inri, montó otro circo, éste dentro de Guadalix, durante su azaroso discurrir
por su pasaje del terror, que si no llega a ser por Vera, todavía la tenemos
hoy sin poder salir del recorrido, y chillando hasta la extenuación.
Marta y Raquel, al volverse
a reencontrar, para besarse ni se han tocado. Una auténtica metáfora de lo
políticamente correcto: un beso, a secas.
El comportamiento y maneras de
Raquel y Amanda, al reencontrarse, es
mucho menor que el nivel que se pide para entrar en cualquier guardería.
Carolina fue la expulsada, y
fue un momento triste, porque es una persona que merece la pena, pero que en el programa “no
vendía”. La que vale más para el esquema del espectáculo que siempre mueve y
promueve Telecinco, es la madre de Carolina, un verdadero personaje a poco que
le hagan hablar en los programas de la cadena. Y sino, al tiempo.
Cada día estoy más
convencido de que Han es una rémora para Aritz, y no un salvavidas, y es más, casi me atrevería a decir, que puede
ser un lobo con piel de cordero para Aritz. Eso, o es un inconsciente y no le
importa hacer por momentos, mucho daño
al vasco.
Que conste, que a Sofía le
han hecho un favor al no entrar su madre otra vez, porque le perjudica en su
imagen y comportamiento.
Llegó la hora en que Suso se
debe de definir entre Sofía y Raquel. Veremos si lo hace, aunque por mí, se
podrían ir los tres.
Marina, Suso, Amanda, Ricky
y Vera, son los nuevos nominados en “Gran Hermano 16”.
¿El deseo de este vecino del
mundo? Que se vaya Suso, y con su ida otros concursantes como Amanda, Sofía, y la
mismísima Raquel, se tendrían que poner las pilas y navegar en el programa con
otros horizontes.
La más que posible realidad
es que nos encontremos esta semana con que la mayoría de los colaboradores de
la cadena, como siempre, coincidan en su gran mayoría, y esta vez hagan campaña
para que se vaya Marina.
*FOTO: DE LA RED