Debe de ser los años, pero
este vecino en lugar de ser más tolerante, se siente todo lo contrario,
rotundamente crítico, por no decir algo más grave, con todo aquello que, como
diría un mejicano, “le toca la vaina”.
Y es que, hoy, nada más conectar
con los periódicos digitales a uno le noquean imágenes como la del Señor Rajoy
y las Señoras Aguirre y Cifuentes jugando a “Verano azul” mientras se desplazan
por “su Madrid” en bicicleta, en una imagen electoral rotundamente edulcorada.
Algo parecido se debe de sentir si al abrir la
puerta de casa te arremetiera uno de esos grandes camiones metalizados
americanos, y cuya chimenea, durante el incidente, te entrara por el trasero.
Ni que decir tiene que el
subconsciente tiene una especie de autodefensa, para equiparar el golpe, y me los he imaginado con unas
alforjas, sobre las ruedas traseras, rebosantes de sobres al lado de una señal
de tráfico que indica el camino a Suiza.
Algún asesor valiente debería recordar a cualquier político de cualquier partido, que la mejor campaña electoral se debería de lidiar durante todo el mandato, haciendo lo mejor para el votante y no para sus compañeros de grupo, familias, y lobbys de todo tipo.
¿Este vecino tiene muy mala
leche? Es posible, pero es lo que tiene aparecer todos los días en los medios
de comunicación, que entras una y otra vez en las casas de los demás habitantes de este país, sin ser invitado y sin
tener en cuenta las circunstancias del que va a recibir visitas inesperadas en
cualquier momento y lugar.
Así, al margen de los
políticos, que ya tocan la vaina por definición,y a vuela pluma, uno ya está bastante harto de personas como Pablo Alborán y los
preparativos de su gira española, y de ese aire entre introspectivo, buen hijo
que cualquier madre deseara, y unas canciones que si no eres fan, fan, te
invitan al bostezo más descarado. Y es que, precisamente también hoy, tenía un rato libre mientras viajaba en el
autobús, y al darle al “Instagram” de mi móvil, el Señor Alborán se ha colado raudo y
veloz, y con él, imágenes de todo tipo.
No hace falta decir que este vecino no le tiene agregado ni como favorito ni
nada. Es como si sin haberle pedido un baile, no es que me haya dado un beso, sino que me he sentido violentado.
Uno sigue estando, también, muy,
muy harto de Carlos Baute. esa imagen de príncipe de Disney saturada por el Photoshop,
que al casarse ha redondeado la imagen de una pareja superalmibarada las veinticuatro horas del día, y que si eres
feliz, ten por seguro que solo llegarás a ser la mitad de feliz que ellos.
Por cierto, y ya soltando
bilis sin remisión, ¿alguien se ha fijado que cada vez que a algún famoso le encasquetan
un presunto hijo, y ellos lo niegan o se hacen los suecos, éste es clavadito a
él, como ha ocurrido en los casos de Julio Iglesias, Manuel Benitez “El
Cordobés, y Carlos Baute?
Es como si el destino les
recordara a los famosos que no solo hay que hablar para promocionar algo. Que metidos
en faena, nunca hay que ponerse de perfil ante las noticias menos halagüeñas, por
aquello de “somos o no somos”.
Quizás a más de uno que visita esta atalaya de vez en cuando, le habrá sorprendido este ataque a granel, pero no a los que visitan este mirador asiduamente, porque si algo tenemos aquí por bandera, es el derecho al pataleo.
*FOTO: DE LA RED