Como decíamos en el primer post de esta serie, el
matrimonio, desligado de todo sentimiento, es un contrato puro y duro, e
incluso se puede relacionar con un negocio, aunque te puedas llevar más
disgustos que dinero, por eso habría que decir aquí también, eso de que “el
que tenga tienda que la atienda”.
Y es que hay gente que sigue relacionando la casa
directamente con el sexo femenino. Y el colmo de los colmos muchas veces suele
ocurrir como consecuencia de una fiesta en la que se hacen regalos.Tú, como
hombre de la casa, como marido, como padre, como lo que sea, esperas algo, y ni
se te pasa por la cabeza que te puedan regalar algo para el hogar. Sin embargo,
más de uno de los que me estará leyendo, seguro que ha aprovechado una fiesta
señalada para regalarle a su mujer, por ejemplo, una lavadora. Si este vecino
le hace eso a La Nuri, su sufrida, puede que los dos, la lavadora y el vecino,
acaben junto al contenedor de la basura. Aunque lo más normal es que se quede junto
a la basura solo el vecino, porque seguro que en voz de una Nuri cabreada, “un
electrodoméstico siempre se puede aprovechar”.
Y es que nunca debes hacer lo que no quieres que te hagan
a ti, y menos en el matrimonio, porque aunque creas que muchas mujeres están
siempre en su mundo, ten cuidado porque se acuerdan de todo.
Llevan en el cerebro una parte equipada con un archivo
especial para todo lo que les hace, o lo que no les hace, su pareja. Y lo van archivando, aunque no den muestras
de ello, hasta que un día, como si fuera Hacienda, te llaman, y te dicen esa
frase, que todo hombre, aunque nunca la haya oído dirigida a él, está incrustada
en su ADN, y si se la mencionas, se queda paralizado, mientras sus pulsaciones aumentan
un cien por cien: Tenemos que hablar.
Esta frase es muy curiosa, porque en realidad solo va a
hablar ella, y te va a sacar de su famoso archivo todas las facturas que tienes
pendientes, y se las va a cobrar sí o sí.
Por cierto, y antes de terminar, entre los regalos que no
debes hacer, también se incluyen esos que en realidad son para ti, como esas
entradas para ir al fútbol, cuando sabes, desde que os conocisteis, que ella odia
el fútbol, pero sin embargo ama la ópera y ese mismo día también había entradas
disponibles, y lo sabías.
*FOTO: DE LA RED