Odio, es un decir, a esas
personas que llamándose amigos, cada vez que les cuentas algún proyecto,
que todavía está casi en la modalidad de "sueño", te miran con mezcla de extrema
sapiencia y caridad cristiana, y pareciendo que te animan, en realidad por sus
palabras se deduce que te están preparando para la derrota.
Este vecino del mundo les
llama “peinadores de calvos”, y creo que se puede entender fácilmente, porque
ellos nunca dirían ni llamarían a alguien calvo, aunque lo sepan, y de hecho
antes peinarlos que sacarlos de su error. Este vecino también cree que si cuando ¨”declaras” tus sueños, pensamientos o
intenciones, alguien te dice su opinión llanamente, eso no está nada mal, al
contrario, se puede aprender, pero sin ser pisoteado, ni revestirlo de una comprensión disfrazada, que tiene mucho de mirarte desde arriba, y bastante de “no te enteras de lo que es la vida”.
No sé si por el tiempo en
que nos ha tocado vivir, pero la actualidad está llena de peinadores que ya más
que de calvas quieren intervenir en tu cerebro.
El mundo de la política
especialmente está lleno de ellos. Nunca te van a decir que quieren que su
partido se mantenga en el poder, si lo está, o que llegue al poder, si todavía
no lo ha conseguido, ni te dirán que les apetece el poder por el poder. Lo disfrazan de “por ayudar al país”, ya procuran no decir “patria”
por aquello de que todavía llegan ecos de los cuarenta años de dictadura. Declaran, porque ellos no hablan,
declaran, que es por librarnos, en realidad, de la ineficacia más absoluta.
Tienen la suerte de estar siempre en la orilla de la razón más absoluta, y
aprovechan cualquier momento para recordarnos quién la tiene. Incluso, si
por una ráfaga de viento, se puede llegar a cerrar una puerta con un estruendoso
portazo, ellos siempre te dirán algo parecido a que “así empezó en Venezuela y
el coletas es su máximo responsable en España”.
Un peinador de calvos está convencido de que siempre tiene razón, y se supone que tiene
que sufrir mucho al ver que el personal opina otra cosa y que le resulta
imposible sacarles de su error.
El Señor Rafael Hernando Fraile, actual
portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados,
sería
un gran peinador de calvos. Con ese aire de superioridad, de haber vuelto cinco
veces mientras el resto de los mortales ha ido, a duras penas, tan solo una. El
Señor Hernando con esa sonrisa, casi codificada, no es que te mira desde
arriba, sino que constantemente está en un dron a miles de ideas de altura del
resto de los mortales. La vida para él tiene que ser un constante sufrimiento
viendo la clara ineptitud del resto de los mortales, especialmente aquellos
que, claro está, no son de su partido.
Por citar, tan solo uno más,
y que no provenga del mundo de la política, donde peinar calvos es asignatura, parece ser, obligatoria, se podría destacar en la modalidad “cum laude”, como no podría ser de otra manera, a Don Fernando
Sánchez Dragó, escritor de escritores, que si el Señor Hernando montaba en un dron, a él el mundo se le
hace pequeño, de hecho, se declaró apátrida, y tiene la capacidad de saber de
todo y haber estado en casi todas partes. Este vecino, y no es broma, está
seguro que cuando Cristobal Colón llegó, para él, a Las Indias, el Señor
Sanchez Dragó, ya había escrito unas cuantas notas sobre aquellos lugares, tras haberlos paseado
tranquilamente hablando con los nativos.
Siempre se ha dicho, muy
acertadamente, que en este país, el que no corre vuela, y este vecino del mundo
añadiría, que el que puede también peina calvos, y si se lo permiten hasta les
pone laca, para que su osadía sino es “’permanente” al menos sea duradera.
*FOTO: DE LA RED