En días como hoy, 12 de Agosto, prefiero no mirar ni debajo
de mi cama, porque con la cantidad de gente que hay en todas partes, así me
evitaré el oír una voz que sin duda me dirá “Ya lo siento pero pasaba por aquí
y es el único sitio en el que no he encontrado a nadie, y he pensado que no le
importaría…
Lo bueno que tiene este día, es que tengo que felicitar a
varias personas que por una u otra razón son importantes en mi vida, y que
ellos ya lo saben, por lo que no los voy a mencionar por aquí. Porque uno, este
vecino del mundo, siempre debe dejar algo para su intimidad, sino sería una
palabra sin uso, como el amor y alguien a quien amar.
El 12 de agosto sería como un cambio de rasante en lo alto
de un puente, que al comenzar a bajar sin duda sabes que te llevará sin apenas
respiro hasta el fin de año. Y es que, en cierta manera, la vida son subidas y
bajadas en las que vas aprendiendo, o al menos deberías hacerlo, más que nada
para que el viaje merezca la pena, y además, tengas algo que contar, y no ser
simplemente un expendedor de saludos.
Os tengo que comentar un secreto. Más de una vez, y hoy es
uno de esos días, no me queda más remedio que escribir, para así saber lo que
estoy pensando, o al menos lo que se cuece en mi interior. Puede sonar un poco
raro, pero así son las cosas, al menos las mías. Y es que hay muchos días, con
los años uno va aprendiendo a vivir, e incluso a sobrevivir, en el que no me
cuento todo lo que me mueve y me conmueve, más que nada, por lo comentado
anteriormente sobre la intimidad.
Hoy será una buena noche, para como siempre, intentar ver
la famosa lluvia de estrellas, las Perseidas, y como cada año no acabar de
verlas, pero ya el hecho de estar junto al mar sin duda merecerá la pena...
Quizás a eso que no se ve pero que se persigue siempre se
le puede llamar “fe”, o en su versión más humilde “esperanza”.
Como hubiera dicho mi madre “Ya es 12 de agosto, y sin
vender una escoba…”.
*FOTO: DE LA RED