Ya se están haciendo chistes. Es que nos lo han puesto a
huevo. Eso de que no es lo mismo el coronavirus que el virus de la corona.
Ya sabéis que este vecino del mundo es de por sí muy mal “pensao”.
Y eso de que el rey supiera hace un año las andanzas del emerito que le parió, y
nosotros nos hayamos enterado ahora, cuando estamos encerraditos en nuestra
hipoteca o en la de otros, canta más que un fiambre en pleno mes de agosto.
Pareciera que una catástrofe, o cada uno la catalogue como
quiera, se tapa con otra. La verdad es que, al final de todo, la vida de
nuestro rey, y depende cómo se cuente, puede ser más triste que una novela de
Charles Dickens, o incluso en forma de un vodevil barato. En la aparente calma
chicha de la nobleza en sus más altas instancias, nadie se estaba quieto
:
La casa de los líos..
Junto con sus parientes británicos, ambas casas presuntamente
se han movido con ganas. Y si no que se lo pregunten al Príncipe Charles
durante los días de su boda con su primera
esposa, que no primera mujer…
El amor, entre personas, o al dinero, no respeta compartimento estanco que lo pueda contener, y al final arrasa con todo.
Hoy os voy a dejar una pregunta honoris causa, o para no ser contestada, a modo de
deberes para estos días de confinamiento.
Lo mismo que nosotros al atardecer salimos al balcón, o
simulacro, para aplaudir a los que creemos que se están batiendo el cobre en la
lucha contra el virus, ¿a quién puede aplaudir nuestra corona al atardecer
desde algún mirador del Palacio de la Zarzuela? O envolviendo la pregunta en
tintes de ciencia ficción: ¿Pueden los androides reales soñar con unas
pantuflas eléctricas?
*FOTO: DE LA RED