Entre histerismos pandémicos, bien ganados por otra parte
por aquellos que siguen pensando que la noche nos hace a todos pardos, y esos
otros que están convencidos de que ellos nunca se van a contagiar, se nos están
yendo los últimos ramalazos de aquel verano que vivimos peligrosamente. Y que
también nos ha hecho revisitar con envidia toda nuestra vida anterior.
Personalmente nunca hubiera creído echar de menos esos abrazos de los que siempre me he creído más bien remiso. Y también nos lo han puesto muy difícil para ese acercamiento personal que parece reforzar cualquier frase de carácter íntimo..
Ya solo nos quedan, y bien pensado no es poco, el juego
de miradas entre mascarilla y mascarilla.
Todos estos casos que se van conociendo de negocios, que al presunto amparo de la noche convierten cualquier garito en sala de perdición vírica, cada vez me recuerda más, concretamente y para los más mayores, a aquella serie, Los intocables, ambientada durante la famosa “Ley seca”.
Siempre se ha dicho que tenemos derecho al pataleo para reivindicar ese famoso "qué hay de lo mío",
pero cuando hay peligro mortal, y es obvio que lo hay, lo mejor es arrimar el
hombro e intentar colaborar, aunque fuera por propio egoísmo, e intentar salvar
nuestra piel y la de los nuestros.
Otra cosa ya es que nuestros políticos se han estado
tocando, lo que se han estado tocando estos meses, entre ola y ola. Por mucho
que nuestro querido presidente, Don Pedro Sánchez, siempre hable también, especialmente
este sábado pasado en “La sexta noche”, e incluso se guste tanto, ya no cuela. Y
eso que siempre nos intenta inyectar todo tipo de psicotrópicos a través de ese
verbo tan florido con que la naturaleza le ha dotado.
Pero, ¡ojo!, que no se equivoquen los lectores, esto ya
no va, desde hace mucho tiempo además, ni de izquierdas ni de derechas, sino de
tener un poco de vergüenza, y arrimar el hombro entre todos para salir adelante.
Cada vez que recuerdo esa frase dicha esta semana pasada,
por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, de que esto tiene mucho que ver
con la manera de vivir de los migrantes, me avergüenzo de que otro ser humano
haya podido decir esto, e incluso más de uno apoyarlo.
Al final, y bien pensado, es la misma pandemia la que
está sacando una fotografía de nosotros, retratándonos en lo bueno y en lo
malo, y la verdad es que, visto lo visto, no estamos quedando nada bien, ni en
las fotos, ni en la vida diaria. Más de uno debería usar mascarillas del tamaño
de sábanas para taparse entero…
*FOTO: DE LA RED