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miércoles, 8 de julio de 2015

PERSONA EN OBRAS



Algunas veces la vida es algo tan absurdo como una mañana de Julio lloviendo y sin esperanzas de escampar.

Mirar alrededor y saber que no vas a encontrar a nadie, porque ni está, ni se le espera. Y no sabes si ese resultado, NADIE ni NADA, te lo mereces, te lo has forjado en la forja del destino o es la más absurda contradicción en un campeonato de contradicciones.

Quizás alguna autoridad médica podría decir que todo es a consecuencia, o por consecuencia, de la escasez o de la abundancia de una encima de la que sólo los más ilustrados han oído hablar. Pero, y a quién le importa. El resultado es una mañana de Julio lloviendo, y una moral que todavía necesita levantarse un poco  para ocupar el lugar más bajo en el Olimpo de los negados.

Hace tiempo que dejaste de mirar alrededor para buscar ayuda, porque sabes que si no te ayudas tú, si no eres tu propia O.N.G. nadie te va a ayudar, porque ni tan siquiera llevas un cartel en el cuello que advierta: Persona en obras.

Te miras en el espejo más cercano, y efectivamente: No estás. Y si te contratas a ti mismo como investigador de tu vida, descubrirás que nunca estuviste, que por no ser no has sido ni una estafa. No merece ni ir a la cárcel alguien que no es ni alguien…

Algunas veces la vida es algo tan absurdo como levantarse y tener que andar con mucho cuidado para no pisar una moral con querencia a refugiarse en los suelos. A solo ver la cara B de lo peor.

Aviso: Si hoy has entrado en el blog del vecino del mundo para que te alegre un poco con sus ocurrencias, es mejor que visites a tu suegra, en el caso de que te lleves mal con ella, porque seguro que hoy te irá mejor e incluso te resultará más divertida que ver la vida como la ve este vecino.

Tengo la total certeza de que si hoy se convoca un concurso de FRUSTRADOS, y me apunto, ni que decir tiene que obtendré el segundo puesto…

Y al otro lado de la ventana, esa maldita lluvia de un día de Julio, que por no tener no tiene ni chicha ni limoná…

*FOTO: DE LA RED


viernes, 15 de mayo de 2015

LA VIDA DENTRO DE UN BUZÓN, O LA AMENAZA DE LOS MILLONARIOS


Si la vida fuera un número circense, ya podemos estar tranquilos, porque para este fin de semana, al menos, ya nos han puesto la red, ya hay partidos de fútbol. Porque estos días donde la sombra de una posible huelga de futbolistas ha rondado por todo tipo de medios de comunicación, daba la sensación de que nos iban a cortar el oxígeno, y la humanidad, al menos la española, esa que besa de verdad, se iba a quedar sin respiración.

Así, a primera vista, parecía que, por una vez, y rizando el rizo, la clase millonaria amenazaba con una huelga, aunque luego en todos los medios de comunicación, que en ese momento se convertían en abogados defensores, se nos recordaba, una y otra vez, que la mayoría de los futbolistas ni son millonarios, ni tienen la vida resuelta. Aunque al final, también se dice que en el fondo lo que primaba era que, presuntamente, los gerifaltes de la federación lo que no quieren es rendir cuentas al fisco, como al parecer lo han estado haciendo hasta ahora. Y como ocurre en la mayoría de huelgas que se precien de serlo, unos ponen la cara, en este caso los futbolistas, y otros cardan la lana, recordando siempre, siempre, que al parecer la sombra de Villar es alargada.

Si tienes alguna duda de que la vida es algo más que futbol, abre el buzón, el tuyo, y allí encontrarás la verdad: publicidad de todo tipo, y facturas, muchas facturas. Esa es la cruda realidad. Y ahora, sin que este vecino del mundo se intente poner filosófico, ha llegado a la conclusión de que incluso en un buzón se puede encontrar ese famoso círculo vital, que nos cantaban en “El rey león”, porque la publicidad de hoy se convierte en las facturas del mañana.

Eso de ejercer de “blogger” (porque lo de “bloguero” siempre me suena más a vendedor de globos, y los globos se sienten y sufren, pero no se deben de vender), me ha hecho ver la vida como si leyera un libro, y estuviera todo el tiempo fijándome en el sujeto, el verbo y el predicado; haciendo siempre comentarios de texto de lo que estoy leyendo, en este caso viviendo.

Y la vida debe de ser como un buen vaso de vino, que no hace falta mirarlo, sino solo beberlo y sentirlo como baja. Porque, y volviendo al principio, si la vida te la tomas como un partido de fútbol, siempre hay ganadores y perdedores, y la vida simplemente es para vivirla, porque la partida al final siempre la vas a perder, pero puedes ir ganando pequeñas experiencias y grandes amigos, que al final, es de lo que se trata.

*FOTO: DE LA RED


lunes, 11 de mayo de 2015

SÍNDROME DE LA MANZANA CARAMELIZADA



Con la cantidad de síndromes que existen, y que nos vamos enterando con cuentagotas, este vecino está convencido que tiene que existir el síndrome de la manzana caramelizada, y que tanto le atañe.

La famosa “manzana caramelizada”, una simple manzana disfrazada de una especie de capa, al más puro estilo “caperucita roja”, y que formaba parte de todas las ferias que visitó, o le obligaron a visitar, cuando era niño. ¡Pues bien! Aclaremos el tema, este vecino es uno de los que nunca ha comido una manzana caramelizada. Primero, porque me decían, cada vez que la pedía, que eso era para más mayores, y luego que era para niños. Y así pasó la famosa manzanita por mi vida, y así pasan muchas cosas por nuestras vidas, poniendo, nosotros, u otros allegados, todo tipo de excusas para no catar o ser catados, iba a decir en “la viña del Señor”, pero en este caso será en “el manzanal del Señor”.

Primero son los padres que te ponen, más que manzanas caramelizadas, zanahorias delante de ti para que hagas  lo que ellos quieren, o que no lo hagas; y luego ya van siendo, a lo largo de tu vida, todos los que te van rodeando. Esa chica que te vuelve loco, y lo sabe, y que quiere que comulgues con ruedas de molino, o con el molino entero,  a cambio de que en un futuro, y como dirían los clásicos, te dé su honra. Ese banco que te promete el oro y el moro si vas ingresando el fruto de tu sudor, el dinero, y no el sudor mismo,  y que luego siempre hay una letra pequeña, que complica que te comas la manzana caramelizada en debidas condiciones.

Siempre en vacaciones en Torrevieja visitamos algún día las ferias, las que están junto al puerto, y siempre se me van los ojos a esa manzana, que he llegado a pensar que siempre es la misma, y que ya, ahora, solo por fastidiar, nunca comeré. Por dos razones: porque no quiero, y porque no me da la gana. Además soy de la opinión de que cada cosa a su tiempo, y ahora me importarían, y de hecho me importan otras cosas más, y no necesariamente “cosas” materiales. Un abrazo, una sonrisa, e incluso un poco de comprensión, se me hacen ahora no necesarias sino imprescindibles.


Quien más quien menos cuando está en casa se pone cómodo, bien sea en zapatillas y pijama, por ejemplo. Pues ya que estás en esta vida, y sin pedirnos opinión, que el tránsito sea lo más cómodo posible para todos. Debería haber un cartel en todos lados que advirtiera “Prohibido cuchillos y dobles intenciones”.


*FOTO: DE LA RED

martes, 21 de abril de 2015

LA SOMBRA DE UN HUECO



Aunque la madre de un tal Forrest Gump se supone que decía que la vida es como una caja de bombones, la vida, para este vecino del mundo, es como una bicicleta, una vez que aprendes a pedalear y a llevarla por donde quieres, y no ella a ti, todo es cuestión de ir aprendiendo diferentes trucos para sobrellevarla o acercarnos a la felicidad.

Esos días que tienes sensación de que no existes, que nadie repara en ti, que no te hablan, una variante del personaje de Bruce Willis en  “El sexto sentido” pero en tiempo real. A este vecino del mundo le ha ocurrido hoy. Te da ganas de  ponerte un cartel al cuello que diga “Hombre, en obras, pero no cerrado”.

¿Manera de solucionarlo? Me ha costado 20 euros pero he conseguido que me sonrían y me han llamado "caballero". ¿El método? Cerca de casa, en Donosti, hay una tienda en la que venden todo tipo de productos para el arte en general y la pintura en particular. He comprado cinco tablas con lienzo, y eso es lo que he pagado, esos veinte euros. El trato ha sido gratis, una bendición del cielo teniendo en cuenta cómo me encontraba. El dependiente me ha reconocido a la primera, con una gran sonrisa, mientras me decía, lo dicho, "caballero". Reconocimiento total de que sigo vivo, aunque la mayoría de la gente solo me vea cuando me pide algo (la hora, mi voto, dinero).

Quizás, a medida que vamos viviendo, tenemos menos cosas por delante, y más tiempo para saborear el viaje. Porque lo importante de la vida es el viaje que conlleva y las personas con quien lo compartes.

Cuando eres niño o joven, parece que la bici de la vida apenas se mueve y que apenas avanzas. Más tarde te va ocurriendo todo lo contrario, y llega un momento, y no sabes cómo lo has hecho, pero esa bici se embala y casi no te da tiempo a saber ni dónde estás, porque solo quieres llegar a tus objetivos. El problema, o la realidad, es que nunca hay un mapa que recoja el lugar en el que se encuentran tus metas,  y llegará un momento, si llega, que disfrutarás del viaje en sí mismo, y que de los objetivos de entonces solo quedará la sombra de un hueco que te hizo pedalear.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 12 de abril de 2015

¿LOS TIEMPOS DE YUL BRYNNER, O CUANDO MORTADELO Y FILEMÓN SON DE IZQUIERDAS?



Últimamente, y serán los años que ya acumulo, me preocupa mucho el hecho de la vida en sí. Siempre la he comparado, debido a mi afición al cine, como una película en la que cada uno de nosotros somos los protagonistas.

El problema es que cuando uno tiene más dinero, muchísimo, las escenas de riesgo no hace que las ruede un doble, sino que si sale algo mal, el que la paga siempre es otro. Y últimamente hemos tenido muchas pruebas de ello. Gente perseguida por la justicia, y que ya no tiene, en teoría, ningún dinero disponible, su mujer en algún momento se ha quejado ante el juez de que no tiene ni para comprar pollo, y que entre cárcel y cárcel, o mejor dicho, sospecha y sospecha, le pide al juez que le deje ir con su familia de vacaciones a la nieve, por cierto, a un chalecito de superlujo, of course, que es de su propiedad, aunque esté intervenido. Y mientras, muchos de nosotros no nos cortamos las venas porque no tenemos ni para un cuchillo.

De todas maneras lo que nunca nos podrán quitar, y eso les tiene que joder (no sé a quién, en general a ese gran hermano), el sentido del humor. Y es que esta España (iba a decir nuestra, pero al final resulta que no es de nadie, o si lo es, de los banqueros) es como para sentarse a mirarla, y no parar de reír, mejor con ella que de ella.

Ya para empezar, no es que la televisión del estado, la que se supone que es nuestra, porque la pagamos directamente, esté bajo sospecha, sino que en cuanto pueden le ponen rumbo al pasado. No para hablar del último libro de F. Ibáñez, y de sus héroes, Mortadelo y Filemón, porque esta vez trata del Señor Bárcenas, y eso no se puede tocar, sino con ese programa que se supone que es de entretenimiento (y que se puede decir separándolo entre sílabas, como entretén y miento), que hay los sábados por la noche, una especie de túnel del tiempo, en el que si lo ves, regresas a los ochenta, como muy moderno. Hay momentos en los que estoy seguro que si en ese instante me levanto del sofá y me miro al espejo, tengo una melena impresionante y he dejado de parecerme a un Yul Brynner pero de líneas más relajadas.

Y es que al gobierno, a nuestro todavía gobierno, le interesa mantenernos entretenidos, por aquello de que la música amansa a las fieras. Además, aunque el gobierno es de derechas, las imágenes que el Señor Moreno, Don José Luis, (director y productor) propone de los cuerpos femeninos, e incluso de los masculinos, que él para eso es muy demócrata, e incluso liberal, entran dentro de los cánones que la derecha tolera para sus súbditos. Porque en realidad eso es lo que somos, y no porque haya un rey, que lo hay, sino porque todos los del gobierno nos miran como lo haría un rey de la antigüedad, desde muy alto. O dicho de otra manera, nos ven como muy, muy pequeñitos.

Y mientras nosotros, hartándonos de reír, porque en realidad alguien dijo que los vivos, nosotros, somos los muertos de vacaciones. Y además, no dejamos de imitar a los peces, nos pasamos la vida comiendo o siendo comidos.  Y aquel que triunfa, y se lleva un buen botín, y no va con segundas, no se lo puede llevar al cementerio, porque sus herederos seguro que no se lo dejan, o lo incineran directamente, por si acaso. Y es que si hay otra vida, todavía no se sabe la moneda que utilizan para hacer la consiguiente equivalencia, ni el tipo de tarjetas.

Lo dicho, ¿qué se puede hacer con un gobierno que convierte a Mortadelo y Filemón en gente de izquierdas? Reírse directamente.


*FOTO: DE LA RED

sábado, 11 de abril de 2015

AQUELLOS TIEMPOS DEL BELACHAO



Dicen que la vida es una carrera de fondo, o un continuo aprendizaje, pero este vecino del mundo está convencido que nacemos con una especie de andamio mental, y lo único que hacemos durante toda la vida es ponerle aderezos a ese andamio, pero la estructura, nunca cambiará.

En el cine, por ejemplo, hay todo tipo de argumentos, de ambientaciones; como el pasado, el presente, el futuro, pero normalmente la estructura que prevalece es, la famosa “chico busca chica”, aunque ahora pueda haber diversas variantes como “chico busca chico”, “chica busca chica”, “replicante busca humano”, o “replicante busca a replicante”. Ese sería el andamio, y ya, todo lo demás, aderezo.

Nos pasamos toda la vida buscando, nunca se sabe el qué, ahí está la búsqueda, El Dorado, El unicornio azul, la perfección, incluso unos ojos que una vez creíste ver, pero al final si nos da tiempo, solo si nos da tiempo, volvemos a nuestras raíces.

Siempre me acordaré de esa escena en la película “Tiburón”, la noche anterior al gran día de pesca, el trío protagonista, completamente borrachos, hacen balance de sus vidas a través de sus cicatrices. Y uno de ellos, aunque no dice nada, se mira la cicatriz del apendicitis, su única cicatriz, con aire de haber echado a perder su vida.

Siempre recordaremos, el que ha tenido la suerte de vivírlo, aquellos años de la más tierna infancia jugando en el campo a orillas del río. El juego, muy sencillo: quién lanza la orina más lejos. Los tiempos del “belachao”, aquella canción de orígenes tan guerrilleros, y que nosotros ignorábamos. Nos gustaba por su cadencia ascendente, y ese sabor a victoria absoluta.

¿El futuro? El mejor de los futuros visto desde la orilla del ahora: 
Con el amigo de aquellas competiciones en el río, mostrándonos el pastillero, para ver quién lo tiene más grande y con mayor número de pastillas. Y al fondo, eso sí en un discretísimo segundo plano, una cajita de música abierta y una pequeña bailarina rodeada de espejos, contoneándose al ritmo de una lenta canción tocada con campanillas, un belachao pasado por el tamiz de los años y el cariño, menos victorioso y con más alma. 


Lo dicho, hay cosas que nunca cambiarán, y además, para qué, si nos sentimos realizados de una manera tan simple. 

*FOTO: DE LA RED

viernes, 3 de abril de 2015

PRACTICANDO EL GERUNDIO



El exceso en todo siempre es perjudicial, aunque también lo es la otra postura, la que, en el argot futbolístico denominaríamos como “lamiendo el poste”. Es decir, “cada cosa en su justa manera”. Y al decir esto último, a este vecino se le han cruzado los cables, y por un momento ha oído la voz de su madre diciendo “… y Dios en la de todos”.  Porque las madres son así, sin darse cuenta siempre actúan como contadoras de cuentos, o filosofías varias, y a cada cosa que ocurre le tienen que sacar su moraleja, chascarrillo final, o voz en off. Algo que indica que ellas han vivido más que nosotros, que para cuando vamos, ellas ya han vuelto, y que son cocineras (vaya que lo son, y las mejores) antes que frailes.

Y todo ésto, lo de que “cada cosa en su justa manera” venía a cuento, a que algunas veces es necesario vivir la vida sin más, y quitarse las gafas, en mi caso, o de blogger  o de pintor, y vivir la vida sin estar tomando apuntes de nada y para nada. Porque la vida es para sentirla, y no para leer el manual de instrucciones (se pierde mucho tiempo, y además no sirve para nada). La vida hay que descubrirla cada mañana, y no que te la cuenten. Y sí se toman apuntes, se deben de hacer, si procede, al final del día, pero el resto del tiempo hay que vivirlo.

Algunas veces ocurre, algunas veces me ocurre, por ese defecto, digamos que profesional (aunque es más vocacional, porque este vecino del mundo no cobra por abrir todos los días esta atalaya desde donde observar), que estás todo el día pendiente sobre qué escribir, o qué pintar, y tienes que recordarte cada cierto tiempo que la vida no eso, solo hay que vivirla. Y luego ya puestos, hay mucho tipo de opciones, si te acompaña la suerte, componente indispensable. 

Hay quien opta por hacerse rico, y está todo el día acumulando dinero, para que sean sus herederos, en la mayoría de los casos, quienes disfruten de unas posibilidades creadas por alguien que en el peor de los casos solo salía de su despacho para comer, reunido, siempre reunido, en los mejores restaurantes, de las mejores ciudades, de los mejores países, del mejor de los mundos posibles.

La vida es para practicar vida, y naturalmente, para querer a los que te rodean, porque uno, el protagonista de su película, no puede tampoco querer a todo el mundo. Suficiente ya es, que no fastidie, por no decir una palabra más fuerte, a nadie. Porque los hay, y ya se me ha calentado no sé si la boca  o los dedos para teclear,  o todo a la vez, pero hay quienes son verdaderos profesionales de la jodienda, y pasan por este mundo como Atila, incluso odiando a la ecología, y no vuelve a crecer la hierba.

La vida no es para arrasar, en todo caso para acariciar y que te acaricien. Ese viento ligero, con el frescor de la mañana recién horneada, una mañana fresca y crujiente, y sentir su frescor con esa mejilla todavía anhelante de esa almohada a la que acaba de dejar calentita en la cama.
La vida es para reconocer cada minuto de ella la suerte que se tiene en vivirla, sin que te la cuenten porque no te puedes mover, porque estás enfermo.


La felicidad es estar lleno de vida, y cuando te aburres de ser feliz, pues eso, lo cuentas a tu manera en un blog, o en un cuadro al óleo. Pero, y no hay que olvidarlo nunca, la vida es para vivirla en gerundio: viviendo.

Por cierto, y ya para terminar, aquellos que al leer todo ésto, se hayan quedado preocupados porque creen atisbar que se le puede, a este vecino del mundo, haber ido la mano con los medicamentos y sus dosis, que se queden tranquilos. Solo he aspirado un poco de oxigeno fresco de esta tarde que ya languidece (puede que haya quedado un poco cursi, pero es así), y quizás ya no estaba acostumbrado... No sé, pero me ha sentado muy bien. Lo dicho, la vida siempre en gerundio.

*FOTO: DE LA RED

domingo, 1 de marzo de 2015

LA HABITACIÓN Y TÚ



No hay nada tan frío como una habitación de hotel. Y te devuelve solo lo que quieres darle: Alegría por los días que te quedan en ese viaje. Grandes expectativas, o quizás la desesperación de no haber sido recibido como creías que merecías.

Esa habitación de hotel, concretamente esa en la que estás pensando, quizás fue el gran error de tu vida. Nunca debiste ir, porque sabías que él no te quería. Te engañabas pensando en que cuando te conociera se enamoraría locamente de ti. Pero él ya te conocía, y no le gustabas, ni mucho menos te amaba. Deseaba tu templo, invadirlo, otra conquista.

Tampoco buscabas amor, quizás comprensión, o simplemente el constatar que vives, que alguien te mira, que a alguien le importas, mientras tomas el café de después de haberlo hecho, la coartada de que no había prisas. Ya solo queda esa habitación de hotel, copia de otras mil habitaciones con otras tantas historias de prisas y coartadas sentimentales. La soledad eres tú, está en ti. Lo demás son accesorios de muñeca a coleccionar para convencer a los demás, para convencerte que sabes lo que haces.

No hay nada tan frío como una habitación de hotel. Una estación de trenes humanos entre dos servicios diferentes. Ni nada tan impersonal que la decoración de esa habitación. Nada recargada para no agobiar, ni familiar para luego no extrañarla. Esa habitación es lo más parecido a esos pañuelos de papel, preparados para no herir en el roce, blancos para nunca ser recordados. Porque en este caso, el blanco no es un color, es la ausencia del color, la falta de sentimientos en un lugar políticamente correcto, que te da lo que le das, que nunca te recordará porque no querrás ser recordado.

No hay nada más triste que una habitación de hotel. Decorada para ser olvidada. Empleada para ser armario de vidas en una continua búsqueda; archivador de historias, con número en la puerta incluido. Cárcel de alegrías vanas, decorado de historias  sin guion, de situaciones imposibles en momentos inadecuados.


No hay nada más triste que una habitación de hotel, y tú en ella.


*CUADRO: Habitación de hotel, de Edward Hopper. 

sábado, 3 de enero de 2015

UNA VIDA DE PELÍCULA

Al final ya no sabes quién copió a quién, pero ésto del cambio de año, viene a ser como la serie de las películas de Rocky que vas cambiando de película, pero la historia se convierte en histeria, y pasas del Rocky 1 al 6 con una creciente sensación de déjà vu y menos dinero en el bolsillo.
Y en lo que va de año, y como diría mi madre “y lo que te rondaré morena”, las mismas caras y las mismas situaciones. En la tele por ejemplo, muchos programas se puede resumir como “alguien dilapida a alguien”, o bien los tertulianos a un político, o los colaboradores entre ellos, o a un conocido no muy famoso, porque si es muy, muy famoso, y tiene algo de poder, el peloteo va in crescendo. En la política: todos contra Podemos, y Podemos repartiendo casta a todos.
Me he pasado un buen rato,  y no lo encuentro, juro que no lo encuentro, buscando la cadena para tirar de la bomba de este retrete universal.
Por aquello de buscar la paz interior, para luego colaborar en lo poco que se pueda en “la paz de todos” (esto último me ha quedado un poco “vaticano”), me propuse como comienzo de año, lo único que me he propuesto, porque nunca he conseguido llevar una proposición adelante más de dos o tres semanas, iniciarme en el TAI CHI, pero en plan autodidacta, mediante algunos vÍdeos, y a horas muy tempranas, para evitar el espectáculo lamentable a los sufridores familiares. 
Y ahí estoy, una especie de Karate Kid pero en versión casados contra casados, intentando hacer el salto de la grulla en una pequeña barca, pero más mareado y perdido que el original, y sin barca.
No sé si eso será normal pero tengo agujetas hasta en las pestañas. ¡Es curioso! Me duelen músculos que no sabía ni que tenía. Pero, en fin, todo sea por la paz universal.
A mi alrededor, y tras los festejos de fin y comienzo de año, noto muy poca gente, o verdaderamente se pasaron entre comilonas y bebidas varias, o “la cosa” está verdaderamente mal y se mantienen en barbecho,  y tiesos, muy tiesos, hasta que se saquen las siguientes fotos con motivo de los Reyes Magos.
Personalmente, e inicialmente no iba a pedir nada, deseo un poco de la  “chispa de la vida” y no me refiero a la bebida americana, sino a ganas de vivir, porque desde un punto de vista de amante del cine, me está ocurriendo con la vida, lo mismo que me ocurrió cuando vi “Tesis”, la película de Amenabar, muy interesante, y con mucho suspense, pero llegó un momento en que me daba lo mismo quién fuera el asesino, solo quería que terminara ya.
La vida, como es natural, no deseo que se termine, pero sí me gustaría que se convirtiera en un musical para que todos bailáramos, con la rapidez de un Tommy Steele cualquiera, y cantáramos juntos, y no lo que es, una película bélica, en la que cada uno hace la guerra por su cuenta.
Por favor, que paren este tanque que me  bajo.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 29 de diciembre de 2014

ESTA ES SU VIDA

Estos días la mayoría de medios de comunicación se transforman en una especie de catálogos de un Ikea multimedia, en el que vas cogiendo las principales noticias del año, y te montas las páginas del periódico mental como vas queriendo; una especie de noticias al buffet: Lo más comentado del año, los mejores goles, los grandes éxitos, las bodas, los entierros. Todo se computa.
¿Qué ocurriría si cada uno de nosotros al finalizar el año hiciéramos un cómputo general de “nuestras mejores jugadas”?
Podríamos hablar de nuestras principales necesidades, pensamientos, decepciones, momentos “tierra trágame”. Sería la vida desde nuestro punto de vista, como una canción, menos comercial, más personal.
Parece que los señores, y señoras, naturalmente, de Facebook, ya habían pensado en todo esto, y al acercarse el “finde”, de pronto tu página te habla abiertamente, y te ofrece, aunque más parece que te exige por la excepción que eso supone, hacerte un resumen en video de lo que has hecho durante el año que se va.
En la mente un recuerdo de un programa de televisión de hace muchísimos años, “Esta es su vida”, con su presentador, Federico Gallo, en el que sorprendía al invitado con un repaso de toda su vida, con diversos invitados: amigos y familiares.
La primera reacción de este vecino del mundo fue mirar alrededor, por si había alguna cámara para ese programa, o para alguno de bromascon cámara oculta. 
Personalmente, opino que no hay ningún usuario que sea tan importante que merezca esa aplicación, porque de serlo , seguro que las televisiones en sus noticias se harán eco.
Además, como este vecino, entre la experiencia de los años, y los años en sí que ya va cumpliendo, es desconfiado por naturaleza, este gesto de la red social sonó más a “para que te des cuenta de que has vivido por encima de tus posibilidades, te lo recuerdo…
Partiendo de la base de que exagerando se analizan mejor las cosas, imaginaros que por otra norma de Facebook, al cumplir una determinada edad, supongamos por ejemplo que 75 para los hombres, y 80 para las mujeres, la citada red social te “agasajara” con un resumen de toda tu vida en la red, acompañado con la canción “A mi manera” (“My way”). Sería como para cortarse las venas, pero no con un cuchillo sino con una sierra eléctrica, para no dejar al azar la salvación, y que hubiera dudas del destino.
En la importancia que cada uno le da a los hechos está, al margen de enfermedades mentales, el poder de recordar, porque todo lo forzado es inútil. Sin olvidar de que un programa informático no sabe de sentimientos ni de formas de presentar los eventos, ni está en él el dar importancia o hacer un resumen de diferentes hechos.
Una red social debe de ser una especie de cajón de sastre en el que se depositan los hechos que el interesado quiere, pero esa misma red en sí, no confundir,  no es el sastre, ni tu Gran Hermano que te debe elaborar un traje con tus recuerdos ni vivencias. Sinceramente, y con perdón, ese tipo de resumen interesado es más de suegras despechadas. Más de uno, y de una, seguro que está de acuerdo.

*DIBUJO: DE LA RED

martes, 23 de diciembre de 2014

EL CUENTO DEL BIEN INFORMADO

Tenía el extraño hábito de estar bien informado. Lo leía absolutamente todo. Antes de cruzar un puente, por ejemplo, era capaz de leer todo tipo de letreros y señales al respecto, reflexionando después, y deglutiendo cada orden o sugerencia.
De joven incluso, le había pasado durante algún escarceo amoroso, abrir una caja de preservativos y leerse el prospecto de cabo a rabo (en este caso no va con segundas), con tanta intensidad que al ir a colocárselo según todo tipo de recomendaciones, la joven en cuestión se lo había pensado mejor, o simplemente se lo había pensado, y ya no estaba.
Él no le daba importancia a esas cosas, porque estaba convencido de que la persona que le quisiera, lo iba a hacer por lo que era, y simplemente a él le gustaba algo tan simple, aunque para muchos complejo, como es estar bien informado.
Se informaba de todo, de la luz, de la sombra, de la oscuridad, de la vida, de la muerte, del ruido, del silencio.
Leía tanto que se olvidó, como decía aquella vieja canción, de vivir; mucha teoría y nada de práctica, porque la práctica no se enseña en los libros.
Una noche, una voz en sueños, o al menos eso pensó él al despertarse, le dijo que si seguía así iba a ser uno de los más listos del cementerio. ¿Y qué hizo? Aquello había sido una especie de advertencia que en realidad debería de ser considerada como un punto y aparte en su vida.
Tras devorar varios libros sobre el futuro y el destino, un buen día tomó una determinación. Consiguió, a eso le ayudó mucho internet, las listas de todos los que estaban enterrados en el cementerio al que, más que ir, le llevarían cuando llegara lo inevitable. Se informó de cada una de las vidas de los que ya la habían perdido, y tras años de esquemas y comparativas, llegó a la conclusión de que no había nadie tan informado como él.
Ya podía contestar a aquella supuesta voz que una noche, ya lejana, creyó oír mientras dormía. No sería uno de los más listos del cementerio, sino el más listo. Sería el primero en algo. Otra cosa era vivir su propia vida y tomar las decisiones correctas. Pero, para aquello, vivir la vida, ni había un libro de instrucciones, ni tenía la confianza necesaria  con nadie para dejarse aconsejar. Y, por cierto ¿quién hubiera podido hacerlo, aconsejarle, si él siempre había sido el más informado?
Un buen día, muchos años después, cayó en la cuenta de que junto con la lectura había practicado sin darse cuenta, el juego de la soledad, y quizás ya fuera tarde para rectificar, y vivir su propia vida y no la de los demás. Pero también había leído mucho sobre “segundas oportunidades” y la famosa frase española de que  “a la oportunidad la pintan calva”. Y allí estaba él, pensando ante el espejo, bien calvo. 
Él era su propia oportunidad y su libro por escribir.
Tras la ventana de la sala, oyó las voces de unos niños cantando un villancico. Ni se había dado cuenta de que era Navidad. Y por un momento se acordó de aquel libro de Dickens en el que el protagonista  había visto su propio entierro, y no le gustó la perspectiva, aunque ya sabía seguro, que hubiera sido el más listo del cementerio.
Y abrió la puerta de su casa, y como si hubiera alguien enfrente suyo solo dijo ”hola”; hablaba con la vida a la que había ignorado hasta entonces.
Tras él, y siempre mirando al frente, cerró la puerta, como si terminara una gran etapa en su vida, con determinación, con fuerza, como no queriendo arrepentirse; mientras, dentro, se desprendieron de las estanterías unos cuantos libros que ya nunca más ordenaría.

*ILUSTRACIÓN: DE LA RED

jueves, 27 de noviembre de 2014

COMPRANDO ILUSIÓN, O NO

Nada, lo tengo que reconocer. No quería decíroslo para no preocuparos, pensando que lo mismo que ha venido se irá, pero…, continúo igual. Estoy más deprimido que el Señor Pajares en su momento viendo la unión, o la falta de ella, de su familia. Estoy tan “puf” que hasta la dimisión de Ana Mato me da igual.
A lo mejor si se fuera el Señor Rajoy,  se arreglaba algo en mí, pero como últimamente no soy precisamente el rey de las fiestas, seguro que pensaría que “sí, se ha ido Rajoy pero hasta que haya un nuevo periodo electoral le va a suplir otro de su misma cuerda, y así no se arreglan las cosas…
Estoy más deprimido que el antiguo maestro de Paquirrín viendo los no progresos de su alumno, que el contable de su madre,  que el profesor de canto de la no artista antes conocida como Tamara y más tarde Yurena. Resumiendo, y en palabras del filósofo Chiquito de la Calzada me siento: “Mu malamente”.
Y quizás esa depresión se deba a que hemos llegado a un momento en el que el futuro no es que sea incierto, sino que es desgraciadamente cierto. Estamos a menos de un metro de un acantilado, y aunque lo hemos visto, y nos hemos parado, nos están empujando desde atrás, y no podemos darnos la vuelta para ver lo que ocurre porque perdemos el equilibrio y el siguiente paso ya es el más allá, o el “nunca”.
Si después de muchos años no hemos aprendido a volar, en estos centímetros que nos quedan de tierra firme, no nos va a dar tiempo ahora, y si el mismo “Superman” se quedó parapléjico (me sigue saliendo mi vena depresiva, ya lo siento) me da que ésto ya no se arregla.
Hace apenas un rato he estado viendo la comparecencia del Señor Rajoy en el Congreso para hablar de la corrupción, y quizás eso ha sido la gota que faltaba en mi estado. Hay gente a la que le prohíben ver partidos de fútbol porque su corazón está débil, a mí me van a tener que prohibir muchas cosas, porque tengo la sensación de que se ríen de mi a mi cara, y eso me afecta mucho.
La intervención del Señor Rajoy proponiendo medidas en contra de la corrupción ha sido como ver a Pocholo Martínez-Bordiú hablando de lo malo que es consumir todo tipo de sustancias y bebidas alcohólicas. Y solo me quedaba como solución a soltar todos mis sentimientos, el romper mi televisor, pero no ha podido ser…, porque no tengo dinero para comprarme otro.
Y la intervención de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ha sido la otra cara de la moneda, lo que todos queremos oír, pero, de pronto,  me he acordado de la típica escena de “poli bueno y poli malo” y que al final te descuidas, largas, hablas, y al que le meten en la trena es a ti.
Y hace mucho que entre unos y otros estamos todos en una cárcel, que otros han llamado crisis, y lo peor de todo es que alguien ha debido de tirar las llaves al fondo del mar matarile, rile, rile.
Lo dicho estoy muy mal, y no sé si tomarme una pastilla de cada medicamento, o todos en general.
Estoy sopesando la idea de comprarme una mascota, a la que llamar “Ilusión”, para poder hablar de ella todos los días, porque la otra hace tiempo que la perdí. Pero desde mi depresión, yo mismo me digo que no voy a hacerlo porque seguro que un tráiler articulado de esos me lo aplasta y lo convierte en alfombra. ¡Vamos! Lo que hace tiempo hizo la vida misma.

*FOTO: DE LA RED

martes, 26 de agosto de 2014

LOS GALLOS DE LA MADRUGADA


La vida será diferente cuando los gallos de la madrugada canten canciones de amor, cuando los semáforos proyecten corazones de colores y la nostalgia tenga vacuna.
El futuro será mejor cuando el  presente solo sea un regalo, y no el momento en el que estamos, y la música  pueda ser el eco de nuestros pensamientos.
La vida será otra cuando la pupila de tus ojos me sonría con la verdad por delante, cuando los cruces de caminos sean como queremos que sea el amor, de ida y vuelta.
El destino podrá cambiarse cuando todos tengamos un precio y no haya el suficiente dinero en el mundo para poder pagarlo.
Los deseos son utopías que se anhelan sin pensar, porque están en el ADN de nuestro ser, y engordan la salsa de nuestra vida.
Muchas veces buscamos respuestas que no queremos conocer, porque nunca nos ha interesado la verdad sino tener una coartada para nuestras explicaciones.
La vida será diferente cuando los gallos de la madrugada no distingan el día de la noche, porque la diferencia de colores nos dé igual si están sobre nuestra piel, y no en nuestra alma. Porque las almas son blancas y el uso las ensucia.
El futuro será mejor cuando los niños nazcan riendo, porque hay que desterrar los lamentos con caminos de bondad y raciocinio.
Siempre será el primer día del resto de tu vida, y merece la pena olvidar, porque nuestros recuerdos no tienen que ser el comienzo de nuestro fin, sino el principio de nuestro edén particular. No hay mejor viaje que aquel que es hacia dentro, con billete de ida y vuelta, porque nuestro principio y fin es regresar a nuestra esencia, que la perdimos desde el momento en que nacimos.
Muchas veces buscamos respuestas por el mero hecho de seguir hacia adelante, sin saber que quizás ya hemos dejado atrás la estación para la que nacimos. Porque tan importante es saber comenzar nuestro viaje como terminarlo, y saber reconocer el inequívoco canto de nuestros gallos en la madrugada de la vida.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 10 de julio de 2014

SIEMPRE PENSANDO EN USTED, O LA VIDA SEGÚN LOS GRANDES ALMACENES

Ayer por la tarde La Nuri, mi sufrida, me pidió una prueba de amor. Quería que le acompañara a El Corte Al Bies, esos conocidos almacenes, para comprobar que en realidad es verano según los productos que venden,  y ...era verano.
En esos sitios cada vez que encuentras un hombre despistado, cerca de él hay una mujer, que en un mar proceloso, sería una especie de boya marcando territorio. Por eso en unos grandes  almacenes, el hombre acompañante solo está de “cuerpo presente” porque su espíritu, solo su espíritu, es ya libre, y  este vecino empleó el suyo para fijarse mediante los altavoces el tipo de publicidad que hacen. En hora y media o dos horas, recibí un curso, que lo envidiaría cualquier universidad americana. Más que una manera de vender, es en realidad una manera de ver la vida, llena de inmensas perlas. Es la vida según El Corte Al Bies.
Se comienza siempre con la sombra de un problema que, sin duda, El C.A.B., te lo arregla, previo paso por caja, que es la premisa que nunca se puede soslayar.
Imaginemos que me he levantado hoy no muy creyente, o en otras palabras, “no muy católico”. Diríamos algo así: 
-Se ha levantado un poco deprimido, si literalmente no se ve nada bien, pase por el departamento óptico de EL C.A.B., y haremos en un pis-pas que hasta se reconozca en el espejo, e incluso al irse podrá ser capaz de ver su factura por usted mismo.
Ya lanzados, podemos incluso plantear verdaderos problemas, en los que El C.A.B., sin duda también le puede ayudar:
-¿Su mujer le acaba de plantear el divorcio, y usted no se lo esperaba? No se preocupe, visite el departamento jurídico de El C.A.B., y tranquilo, porque si la cosa va a más, estos mismos almacenes, siempre pensando en usted, le ayudarán en la búsqueda de su nuevo hogar si visita nuestro departamento inmobiliario.
Incluso para demostrar que se pueden hacer compras personalizadas, porque cada cual es cada cual, vendría bien recordar:
-¿Está cansada de su actual pareja? Ya no sabe cómo hacerle ver que lo suyo no funciona. Quizás el departamento de viajes de EL C.A.B. tenga la solución a sus problemas con los viajes a los más recónditos lugares, pero, ¡ojo! recuerde que no son unos viajes cualquiera, porque son solo de ida, y él,  ahí está el matiz, aún no lo sabe. Por lo que estos viajes son algo más que eso, con momentos que sin duda le harán reflexionar, y todo eso en un entorno privilegiado, porque para eso también somos el número uno en agencias de viaje.
Y es que el mundo según El Corte Al Bies, y el de todas las grandes superficies, no será más feliz, pero sí más caro, mucho más caro.

*FOTO: DE LA RED, SEGÚN UNA IDEA DE PATXIPE

viernes, 11 de abril de 2014

DE LIMPIEZA EN MI ATALAYA

Haciendo limpieza en mi atalaya desde la que observo la vida pasar, me he encontrado con multitud de recuerdos abandonados sin ningún orden ni concierto, dejados según terminados de vivir, como caían en el baúl del desdén.
Hay un ligero olor a ayer que lo inunda todo. He abierto las ventanas de par en par para que escaparan los sonidos que a modo de bandas sonoras se pegaban a las paredes negándose a abandonar el lugar que les ha querido durante tanto tiempo.
Hay un ligero olor a felicidad, en pequeñas dosis, difícil de encontrar, y tan difícil de olvidar. Un olor que nunca empalaga, con cierto recuerdo a salitre, a moreno de piel y eco de gaviotas. Por cierto, qué triste es esa imagen de nuestros días en que puedes encontrar a las mismísimas gaviotas perdidas en la mitad de una gran ciudad, algo tan extraño como buscar la virginidad en una recóndita casa de lenocinio.
Me ha parecido encontrar una sombra de juventud, pero solo era un desconchado de pintura, como los años que visten nuestra piel. Mientras algunas personas intentan disimular el tiempo con chapa y pintura de muy diversa índole, otros nos tomamos el paso del tiempo, y las primeras y segundas arrugas, como medallas que el tiempo nos pone. Y es que lo importante es resistir al mando del barco, de tu cuerpo, sin temor a todo tipo de tormentas, o incluso a mares en calma chicha con sabores de indiferencia y olvido.
Haciendo limpieza en mi atalaya encuentro recuerdos no recordados, escenas jamás escenificadas, porque fueron tan solo bosquejadas en un cuaderno de deseos incumplidos, y tan olvidados como aquella vez en que descubrimos que el amor es un tipo de flor que con el tiempo se marchita, y que solo se puede regar con la ilusión del día a día. 

*FOTO: DE LA RED

sábado, 29 de marzo de 2014

YO NO HE PEDIDO ESCRIBIR



Yo no he pedido escribir, nunca lo he hecho. A nadie he pedido reventar la mañana con pensamientos escritos, el saltarme el guion previsto. Nunca quise hacer del desamor una historia, porque el desamor era el fin de la historia.

Pronto aprendí que escribir es fotografiar el pensamiento, gritar a los cuatro vientos los más profundos secretos. Escribir es dejar un testamento  al descubierto, hacer una autopsia de la vida.

Yo no he elegido escribir. Nunca quise sacar la cabeza del furgón de cola. Siempre quise vivir mi vida y dejar vivir a los demás. Pero existen las noches extrañas, los días de lluvia, los momentos tristes. Esos instantes, en que tu cuerpo es una isla, y necesitas una botella en la que mandar tu mensaje al exterior. Necesitas proclamar que estás vivo, o quizás simplemente indicar en un mapa, dónde se encuentran las cenizas de tus sueños, de esos sueños que eran tu norte pero que el viento de la vida más que desplazarlos los extinguió. 

Necesitas confesar que existe alguien con las mismas preocupaciones que los demás, que la historia se repite, que quizás somos originales, pero no únicos.

Yo no he elegido la mañana para escribir en su primera luz del día, pero sí tengo la necesidad de lanzar señales de humo para indicar mi pensamiento, para sugerir que existen mundos secretos, mundos que no hablan pero que se crearon al ser sentidos.

Yo no he elegido la última luz del día para escrutar en el polvo del recuerdo, y abrillantar sentimientos pasados, dejándolos como los chorros del oro, vivitos y coleando. Aprendí a ver en la oscuridad del desdén, en el más allá de una carretera cortada, en lo que ocurre tras “el fin” de una historia, qué se oculta detrás de una puerta cerrada.

El lenguaje de los ojos de mi primer amor, el deseo oculto de sus labios, la sombra de su sonrisa, me enseñaron que todo aquello no se podía ocultar en el olvido. Yo no he pedido escribir, pero lo necesito para sentir que la vida es algo más que un corazón latiendo, que una sucesión de días que te llevan al final. Necesito dar respuestas sin preguntas, explicaciones que no tengan  un origen. Escribir, quizás, sea darte las gracias por no haberte conocido, porque ya solo la espera mereció la pena.


*FOTO: DE LA RED



martes, 20 de agosto de 2013

UN AMERICANO EN DONOSTI

Siempre se ha dicho que la cara es el espejo del alma, lo que ocurre es que muchos intentan trucar ese espejo, más que nada para crear confusión sobre cuándo fue realizado, es decir, para aparentar ser bastante más joven de lo que se es.
Cada uno puede hacer con su cuerpo, o con su vida, lo que quiera, o más bien lo que pueda, eso está más claro que la cuenta bancaria de un parado de larga duración, sin embargo, la persona que le observa también podrá sacar sus propias conclusiones.
Nunca he hablado en estas líneas de mi vecino donostiarra José Martinez, más conocido entre nosotros por “El americano”, y consecuentemente habiendo americanizado su nombre a un más que distinguido Josh Mc Tinez.
Su nueva identidad, no se la otorgamos en su día, ni por su cuenta corriente, ni por sus frecuentes viajes, sino por su manera, muy personal, de entender la moda, y como ésta va reñida sin ningún tipo de excepción, con la del resto del vecindario, y este vecino del mundo añadiría aún más radicalmente, con todo aquel que tenga un poco de criterio sobre el vestir o la manera de prepararse, se le bautizo como “El americano” por suponerse a aquellas tierras como el lugar donde todo puede ocurrir, e incluso vestirse, y que más de una vez se han visto imágenes, especialmente en las películas, de presentadores de informativos con chaqueta verde, camisa roja, y una impagable corbata rosa.
Como se diría antiguamente, el guardarropa de Mr. Mc Tinez, siendo benevolentes, es de una amplísima paleta de colores, donde se combinan colores fríos y calientes, sin ningún tipo de norma, solo la apetencia del momento.
Más de una de mis lectoras, especialmente ellas, se preguntarán lo que opina su mujer del tema. Ella no opina, al menos en público, ni tampoco es “sospechosa” de ser la inspiradora de sus elecciones, ya que su manera de vestir es la antítesis de la de su marido, siempre tan “correcta” y clásica, y sin intentar sacar partido a su percha que la tiene, pese a que los dos ya están entraditos en los cincuenta.
Las malas lenguas murmuran que la americana, no la prenda, sino la mujer del americano, está loquita por sus huesos, y en realidad le induce a vestir así, para evitar malas tentaciones de las demás mujeres, “pécoras” les llamaría ella. Personalmente este vecino nunca ha pensado que esta teoría tenga ningún viso de ser cierta.
De todas maneras, lo que más chirría del “look” del, sin embargo, querido Josh, es su pelo negro como el carbón, a todas luces fruto del tinte. Este vecino siempre ha pensado que la naturaleza es sabia, y que hay que dejarle a ella, en múltiples ocasiones, manejar nuestros destinos, y que no hay nada más elegante que unas buenas canas en las sienes.
Nunca ha podido estar este vecino más de acuerdo con un eslogan publicitario, que “el de la arruga es bella” de la compañía de Adolfo Dominguez. Además, alguien dijo alguna vez, que las arrugas son medallas que nos pone el tiempo, y sin embargo Josh pasa su tiempo en intentar quitarselas, sus medallas y sus arrugas.
Cada vez que en un día de fuerte sol, le veo ese pelo, que más de un aficionado taurino, denominaría como “negro zaino”, me acuerdo de la película, estéticamente perfecta, “Muerte en Venecia”, de Visconti, cuando al protagonista, gran sufridor por otra parte, del paso de los años, se le empieza a correr el tinte del pelo por la cara, y lo desgarrador del momento.
Afortunadamente, ni Donosti es Venecia, ni Josh sufre por el amor de ningún jovencito, como en la citada película. Además, qué será de nuestras vidas, cuando no deseemos que llegue el nuevo día para ser, como siempre, sorprendidos por nuestro marcador de tendencias particular.

*FOTO: FOTOGRAMA DE "MUERTE EN VENECIA"


lunes, 19 de agosto de 2013

CON EL ALBA EN LOS TALONES

Siempre hay que tener una ilusión para poder vivir, una especie de Norte al que mirar, un mañana por descubrir.
Si miramos bien dentro de nosotros descubriremos unos cuantos nortes, que a lo largo de nuestra vida han ido apareciendo como las setas en el campo. Sin embargo, este vecino del mundo cree que entre esas ilusiones hay dos tipos, las que quieres cumplir, y otras que están a modo de zanahoria delante del burro, desgraciadamente nosotros, para que tiremos como podamos con nuestra vida, sabiendo, muy en el fondo de nuestro corazón que al final no conseguiremos ese fin, porque entre otras cosas no hacemos, ni haremos nada por conseguirlo.
Llevaba un tiempo con la ilusión de ver amanecer mirando al mar, porque especialmente de joven ya ha habido más de una amanecida, aunque sinceramente en ese momento, el mar no estaba, precisamente, en mi mente, sino los últimos coleteos de alguna juerga juvenil, y ayer, ya planeé todo para levantarme esta mañana a las cinco, e ir paseando por todo el camino de la costa que lleva desde el lugar donde estoy estos días, Torrevieja, hasta su puerto, y paseando por su malecón, que rondará por el kilometro de largo, llegar hasta un faro, que es el último elemento construido antes de abrazar el mar.
En primer lugar, este vecino quiere afirmar que sí, el mundo sigue existiendo por la noche. Lo curioso del caso es que ayer a las doce de la noche había una luna esplendida, rayando en llena, y cinco horas y media después no ha aparecido por ninguna parte.
Empleados del ayuntamiento acariciando la arena de la playa, y alguna que otra pareja en sus últimos escarceos amorosos, han sido mi única compañía hasta llegar a la denominada playa del cura. Exactamente eran las seis y cinco minutos, todavía noche cerrada, y ya estaban colocando las primeras sombrillas,  en realidad delimitando “la nada” de la playa. A mi mente ha venido, con mucho cariño, es la verdad, la palabra “yayoflauta”, porque solo una persona curtida en mil batallas puede hacer eso.
Mi pregunta es, como cada vez que veo a un abuelo/a cuidando de su nieto, hasta qué punto son libres de decidir esa acción, o son “empleados” por el resto de la familia como ulterior beneficio, mediante el denominado chantaje emocional.
Dejando atrás preguntas que nunca serán contestadas, he llegado al denominado formalmente como el Paseo del Dique de Levante, y he
comenzado a andar sobre su suelo de madera. Es una moderna construcción, mezcla de hierro, madera y piedra, dando una sensación de modernidad y prisas en su construcción. Llevaba unos diez minutos adentrándome en el citado paseo cuando a mi izquierda ya han comenzado los primeros reflejos del esperado amanecer a cobrar luz. Aunque por un momento he pensado que no iba a llegar al final de mi objetivo, conquistando el faro como último reducto, he llegado cuando todavía la claridad se adentraba a mi espalda.
Ha sido un verdadero espectáculo, de esos que no gustan al gobierno, porque es gratuito y sin I.V.A, pero que dan frescor al alma y limpian la retina de posibles imágenes desagradables acumuladas con anterioridad.
Es curioso lo rápido que ha pasado el tiempo hasta llegar al faro, mientras tenía el alba en mis talones, y lo que me ha costado volver. Tras contemplar una vez más el monumento a la Bella Lola, la de la inmortal habanera, que sigue día y noche esperando a su amado, la vuelta ha sido como un caminar sin ningún objetivo determinado, quizás como en la vida misma, en la que siempre es mejor caminar entre ilusiones por cumplir.

*FOTOS: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA