Ya
nos recordó el genial y habitualmente cabreado Fernan Gómez que
las bicicletas son para el verano.
Pero otras muchas cosas son para el verano también.
Cuando
uno toma sus vacaciones en Agosto, es como si se sintiera uno de los
protagonistas de “Atrapado en el tiempo”, película también
conocida como “El día de la marmota”, y le ocurrieran
continuamente escenas ya
vividas,
o frecuentes déjà
vu,
como diría el “enterao” de turno.
Decir
Agosto es decir: operación salida, operación retorno, el famoso
concurso de El
cante de las minas, Celedón, Marijaia, y
las Semanas
Grandes,
de muchas ciudades; sin olvidar a las famosas Lágrimas
de San Lorenzo.
Este
vecino siempre ha pensado que el oficio de periodista es como el de
médico, que
está abierto las 24 horas del día. Por
lo demás, salvo los imprevistos, si se tiene una carpeta a modo de
archivo de cada mes, hay noticias que se repiten todos los años, y
ser periodista en Agosto, es un poco más fácil, y sino que se lo
pregunten a los propietarios de emisoras de radio, que en estas fechas
están plagadas de
becarios,
y siguen funcionando igual. Y es que los becarios también son para
el verano.
Más de uno se preguntará la diferencia entre “turista”
y “veraneante”,
y para este vecino del mundo, la diferencia es clara, turista
es aquel que aprovechando unos días de vacaciones, este año va a un
lugar y el siguiente a otro. Aunque pueda repetir estancia, no es lo
habitual. Sin embargo el veraneante,
termino cada vez más en desuso, es, por decirlo de alguna manera,
aquel que vuelve al mismo lugar, y no precisamente en Navidad, sino
cada vez que tiene vacaciones, normalmente largas temporadas, aunque
en la vida actual cada vez son menores.
Antes
de terminar por hoy, este vecino, va a hacer una corta lista de
personajes sin los que el verano no sería lo mismo, y normalmente no
los relacionamos con las vacaciones estrictamente:
-Todos
aquellos que en contraposición a la figura del vampiro, en cuanto
ven la primera luz del día, se pertrechan de todo lo pertrechable y
desmontable, y se posicionan en primera linea de playa, sin mirar
siquiera, si ese día va a llover o no. Y es que en el chip que nos
incrustan al nacer, en el verano no llueve, y hay que tomar el sol
porque sino, seremos diferentes, y eso no se puede permitir.
-El
ingeniero en levantar músculos,
también denominado “culturista”. Ya que ¿qué es una playa sin
un culturista aficionado?, y que con cara de pasar desapercibido,
intenta su segundo de gloria ante tus ojos. Siempre van acompañados
de su pareja, aunque lo curioso del caso es que nunca, nunca, van a
la par. El culturista en cuestión siempre va delante o atrás, con
lo cual a la otra persona le está convirtiendo en
estrella, ya que ellos parecen sus guardaespaldas.
-El
trabajador de chiringuito, con color de esclavo, sonrisa jovial, y
ademanes de camionero, en realidad se cree un donjuán, y solo es
utilizado por la turista de turno para que le sirva más rápido.
-Y,
en general, “la fauna”, dicho con todo el cariño y admiración,
de que se compone todo mercadillo que se precie.
Uno siempre se
pregunta que cuando se termina ese mundo, normalmente al mediodía,
dónde están esas personas, y si siguen gritando el resto del día,
esta vez a sus allegados, incluso para pedir la sal durante la
comida.
¿Vestirán,
cuando van de “paisano”, las mismas ropas? ¿Comprarían su
propia casa también en un mercadillo? ¿Existen estudios que te
preparen para trabajar en ese medio?
El
verano, y las vacaciones estivales, son un mundo, y en muchos
momentos seguro que el sol no lo alumbra todo.
*FOTO: DE LA RED