Hoy es uno de esos días en que
se puede cantar eso de “Se va el caimán, se va el caimán, se va para
Barranquilla…” y además esa letra, tan peculiar,
puede formar parte de cualquier editorial hablando sobre el Brexit. Y ese día, también
hoy, ¡casualidades!, se ascendió a los cielos británicos, que para todo
hay en la viña del señor, de lo contrario no hubieran ganado aquella votación
que se suponía era un mero trámite para acallar a unos cuantos…
Y lo mismo que nosotros, perdimos
Cuba y volvimos cantando, los británicos dejan el continente, también cantando en el Parlamento europeo, y se quedan con el
contenido, de su isla, y me imagino que con todo lo que les dejen y les venga
bien. Para todo aquel que le haya sentado mal estas últimas palabras, antes de
cabrearse más, por favor que se dé una vuelta por el Museo Británico, e incluso
por el British Museum, y se le bajará las pulsaciones con todo lo que puede
encontrar allí acumulado, y que en su origen estaba en cualquier otro país.
¿Pena porque se vayan los
británicos? Si ellos no lo sienten así, no va a ser un españolito cualquiera
quien intente enmendarles la plana. El que no quiere, no sale en la foto,
porque además con su negatividad a estar allí, seguro que la afea.
Nunca se debe olvidar el “caso
Brexit” y los polvos que trajeron estos
barros, y todo lo que tiene que ver con cualquier otro supuesto derecho para
hacer cualquier otra supuesta votación… Porque aunque lo prometas con la boca,
e incluso con el trasero, pequeños, en plan personaje de José Mota, "para mañana”,
al final llega “mañana”, y seguro que nos pilla, además, en un mal momento y
tenemos mucho para planchar.
Ahora que se han cumplido además, setenta años de la liberación de Auschwitz, y aunque no tenga nada que ver con
ello, sí hay que recordar el ayer. Quizás por aquello de que no hay nada nuevo
bajo el sol, y aún así seguimos tropezando si no con la misma piedra, sí con
piedras similares.
*FOTO: DE LA RED