Que ya ha empezado el
verano, señores. Y como solía preguntar mi madre, ¿Y nosotros salimos ganando
en algo? Pues la verdad, salvo que el ánimo se pone como más alegre, no salimos
ganando en nada. Al contrario, con esas fiestas que hay en todas partes,
especialmente entre Julio y Agosto, algo tendrás que gastar. Por lo menos que
no digan que perteneces a la célebre Virgen del puño. Porque antes de la crisis
gastábamos, eso dicen, lo que no teníamos, vía crédito. Que regalaban créditos
como si fueran gratis. Y ahora en cambio, sigues sin tener dinero, pero lo de
los créditos, durante mucho tiempo al menos, en plenas vacas flacas, ha sido una
leyenda, porque, como suele pasar con el “dinero llama a dinero”, solo se ha
dado dinero al que ya tenía.
Y ahora, en lugar de que los
bancos reconozcan que parece que bajan un poco el listón de exigencias, nos
hacen ver, mediante un montón de anuncios, que solo un tal Quique no se ha
enterado de que ya puedes pedir un crédito.
Cada vez que los
personajes de esos anuncios dicen Quique, con el tonillo de “espabila”, a este
vecino le entran unas inmensas ganas de repartir unas cuantas collejas, primero
a cada uno de los personajes de los anuncios, para seguir con los gerifaltes de
los bancos. Pero lo único que vas a encontrar en ventanilla, que por cierto cada
vez hay menos (poco a poco y desde cualquier terminal o cajero, el mismo
cliente trabaja para el banco) es a un pardillo, que a poco que le digas algo, te
va a contar sus desventuras.
Este
vecino del mundo siempre había pensado que las mayores lumbreras del país
trabajaban asesorando a los mejores bancos, y sin embargo tal y como les ha
ido, o los lumbreras no eran tales, o se han pasado de rosca, eso debe de ser,
metiendo la mano y lo que no es la mano.
Visto lo visto, este vecino
del mundo cuando sea mayor quiere crear
un banco nuevo, porque además el negocio es facilísimo: si ganas dinero, te lo
quedas en un altísimo porcentaje, y si, como dicen ahora los jóvenes, el
negocio “peta”, lo pagamos entre todos.
De todas las maneras, en
todo este sistema capitalistademocráticodehoyendía hay algo que no entiendo: al
trabajador hay que exprimirle al máximo, trabajando todo el día para ganar lo
mínimo. Y sin embargo quieren que también gastemos.
¿Cuándo, y con qué?
Quizás, a lo mejor no se
han dado cuenta de que cada persona es como una moneda, tiene dos caras: una de
trabajador, y otra de cliente. Y si el trabajador ni tiene tiempo para gastar,
ni lo que se conoce como poder adquisitivo o dinero, ahora viene la madre del
cordero, ¿quién va a comprar lo que se fabrique, y con qué?
Personalmente, y como este
vecino del mundo muchos, cada vez tengo menos dinero, y ya las monedas en lugar
de ser un instrumento de cambio, de trueque, se están convirtiendo cuando menos en un objeto de coleccionismo, y sobretodo, en un
pequeño tesoro. Y los tesoros no se venden, ni se intercambian, se esconden.
*FOTO: DE LA RED