Muy pocas cosas pueden hacer
que este vecino del mundo, todavía con los efluvios de una Nochevieja que se
prolongó hasta las tantas, pueden hacer que abandone las mantas cuando estaban
cogiendo calorcito. Pero lo de Don José Mota ayer es incluso para estar en vela
una eternidad para recordarlo.
Nunca me gusta comparar
porque siempre se tiende a ser injusto con alguna de las partes, pero lo de
Mota ayer es de lo mejorcito en programas de ese estilo, incluso de los de él
mismo, durante muchos años.
En primer lugar, advertir que
este vecino del mundo se enfadaría y mucho si alguien se refiriera a José Mota
como “el humorista”, que lo es. Pero “humorista” es una especie de cajón de
sastre donde se incluye desde al chistoso, al que se cree chistoso, al que
cuenta chistes, al gracioso que se lo cree, y al que lo es. Pero el de Montiel,
es ante todo, y que se sepa, un gran actor, de los que nacen con la
interpretación en las venas. Ayer hubo momentos en que al ver, en el mismo
sketch, la misma cara en diferentes personajes, a este vecino le vino a la
mente alguien como Peter Sellers, que en varias de sus películas, hizo más de
un papel, como en “Teléfono rojo, volamos hacia Moscú”, de Kubrick,1964. Y como
se puede comprender, mis recuerdos me llevaron no precisamente a cualquier
cosa.
Porque si José Mota, Don
José, lleva ya mucho tiempo consagrado en una primera división actoral, y su
paso por las manos de Alex de la Iglesia, ya lo evidenciaron, lo de ayer ya es
otra cosa, otra liga, la que él quiera.
El programa de ayer, Operación
And the andarán, eleva la figura de Mota a límites extremos, porque
haciendo una crítica despiadada al panorama político nacional, consigue, sin que
nos duelan prendas, dar un varapalo, sin salvar a nadie, ni de izquierdas ni de
derechas. Como la escena de huir de la isla en una balsa, clara alusión al “cifostio”
político que nos ha tenido en tensión durante un año de nuestras vidas. Pero,
ojo, en el reparto de leña del Señor Mota tampoco sale indemne el espectador,
el pueblo en general, que traga carros y carretas, y prefiere creerse cualquier
cosa, antes de mover un dedo.
Está claro que en todos los
estamentos del panorama nacional, el Señor Mota, y sus programas especiales,
han calado hondo, y no hay nadie, aunque alguno habrá, que se resista en caso
de invitación previa ,a hacer un cameo y dejar su impronta. Y quizás en este tema,
pueda ver este vecino el único “pero” a destacar.
La cantidad de caras
conocidas que inundan los diferentes sketches, puede hacer, que el ánimo de
descubrirlos por parte del espectador, en ocasiones le despiste de la trama, y
de ese chiste rápido, que se lo ha perdido, por parpadear. Pero,
claro, todo es cuestión de opiniones.
Personalmente, creo que ninguno de los personajes aludidos, ni ayer, ni en otros de los programas
de José Mota, se pueda quejar, porque si por algo destaca es por la humanidad y cariño que pone
en cada de los personajes que crea, y que en el fondo estás convencido, que si
buscas en las pupilas del personaje, encontrarás a ese niño que todos llevamos
dentro.
Don José Mota, eleva al
castellano, y sus derivados léxicos, a lo más alto, haciendo que el mercado
inglés, por ejemplo, se pueda tirar de los pelos, por tener que perderse algo
de tanta calidad. Porque ese sabor manchego que desprenden mucho de los
diálogos de Mota, se perderían en la traducción, ese “Lost in translation” del
que hablaba la película de Sofia Coppola.
Si te perdiste el pase de
ayer (me imagino que lo volverán a repetir), búscalo por internet en RTVE,
porque te estás perdiendo “HISTORIA”, así, con mayúsculas.
Aunque me imagino, y ya para
terminar, que José Mota tendrá cosas más interesantes que hacer, que leer este
post, quiero darle las gracias por todo, especialmente por existir. Lo de ayer
fue un gran momento en el que se paró todo, solo estaba el programa, y eso es muy de agradecer.
*FOTO: DE LA RED