Cada verano trae su inevitable canción, la famosa y
la mayoría de las veces repetitiva hasta el odio canción del verano.
Este año, todavía al menos, no parece haber nada claramente
definido si nos olvidamos de ese “Chico malo” que ya viene de hace unos cuantos meses, y que a más de uno, incluido este vecino del mundo, le ha dado cuando
menos ganas de limarse las venas.
Eso sí, en lo que parece que no va a haber ninguna duda
es en el tema del verano: el master del Señor Casado, y el padre del master que
lo parió. O lo que viene siendo, al parecer, el que puso un chiringuito para
regalar “másteres” a tutiplén.
¡Es curioso, curiosísimo! En un mundo en el que ya no se
regala ni el perejil, y en las tiendas te hacen la machacona pregunta, cuando
pasas por caja “¿Quiere usted bolsa?”, para así clavártela, y se ahorran ya la
humillante cantinela de “son cinco céntimos”, alguien regalaba, presuntamente,
títulos como en una pescadería, “fresquitos y del día”. Y ahora viene la inevitable pregunta: ¿Por qué? ¿Con qué fin?
El Señor Casado ha cometido, al margen de lo que pudo
ocurrir en la manera de conseguir el master, un gran error: dar muchas
explicaciones. Y cuando uno habla mucho, llegamos al “por la boca muere el pez”, y hace un tiempo, el Señor Casado comentó algo así como que
había conseguido sacar una copia de sus trabajos para el master del viejo
ordenador. Y como en cualquier novela o película negra, cualquier seguidor ya
sabe que el mencionado “viejo ordenador” a partir de ese momento, y para que no hable, ya está
muerto.
En cualquier momento, y no a mucho tardar, la policía entrará en algún lugar
donde encontrarán un ordenador golpeado y machacado, en el que cualquier
autopsia informática será vana. Todos sabemos que la idea ya no es original,
porque recordamos el disco duro en el más que célebre caso “Bárcenas”, pero sí
resultó efectivo. Y es que más de treinta golpes machacan a cualquiera.
Lo malo que tienen las canciones y temas del verano, es
que por repetitivas, y consecuentemente cansinas, ya nunca podrán ser
estudiadas objetivamente. Aunque debiera de quedar suficientemente claro, que
si en algún momento alguien dio algo que no le correspondía o debía dar en las circunstancias en que lo hizo,
también tiene culpa el que lo aceptó. Y en esas estamos…
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED