Sería digno de comprobar si desde que han aparecido las
redes sociales ha disminuido el número de visitantes a los psicólogos.
Este
vecino está convencido de que sí, de que muchos utilizan las redes, especialmente
Twitter, porque Facebook, en teoría, es menos anónimo, para soltar todo el lastre
que lleva dentro, y que se lo quiere endiñar al vecino, en especial si éste es
famoso, que no nos equivoquemos, aunque tampoco serviría de excusa, no tiene
por qué ser millonario.
Hoy voy a hablar de esa gala, pero no quiero llevar a
engaño, no voy a comentar ni los premios, ni si estamos de acuerdo o no, sino más bien del
envoltorio, de lo que se veía y te
sugería.
Acabo de comprobarlo. Si buscas en el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua, el significado de “austero”, viene una foto de la Gala
de los Goya 2017.
Ante una gala tan austera he llegado a pensar hasta que
la orquesta no tocaba, y era playback. De todas maneras, ha quedado claro que a
Dani Rovira le han debido de pagar por palabra dicha. Por eso, el por qué de que
le hayan dejado prodigarse tampoco.
Quizás el llenar el escenario durante toda la gala con La Film Symphony Orchestra, fuera para alejar posibles ansias de los guionistas de la misma, con
llenar huecos con bailarines, siempre recordaremos esa especie de examen de claqué que en
su primera edición, como presentador de los Goya, pasó el Señor Rovira.
A entender de este vecino del mundo, la gala estuvo no sé
si un poco desangelada, pero sí que se demostró que se iba “solo” a entregar
premios.
Se introducía, agasajaba, a los presentes, durante unos dieciséis
minutos a la gala, con un brillante-como-siempre Dani Rovira, se daban agradecimientos de parte de los
premiados por el premio recibido, que era lo que menos había durado, y… a otra
cosa mariposa, es decir: Adiós y buenas noches.
Ayer se contaba con, y que se entienda, por favor, a este
vecino del mundo, el inconveniente de que la Presidenta de la Academia de las
Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Ivonne Blake (toda una institución cinematográfica andante), no domina bien el castellano, y su mensaje era lento. Estuvo bastante bien
solventado con la idea de que la acompañara el Vicepresidente, Mariano Barroso, quien “soltó” la
mayoría del discurso.
Y llegó el único premio que tenia ganador, ganadora en este
caso, determinado desde antes de comenzar la Ceremonia: Goya de Honor, y la
Señora Ana Belén demostró, desde el primer segundo, que había dos maneras de
hacerlo: la corta y la larga. Y tras escoger la larga, optó además por
demostrarnos, que era una buenísima actriz, ejerciendo más de una Gloria Swanson en "El crepúsculo de los dioses" (Sunset Boulevard), sabiendo, y saliendo a demostrar, que
era la reina de los tiempos y las pausas, hasta pidió un vaso/botella de agua.
Sinceramente, este vecino del mundo se acordó, y lo echó de menos, del
discurso, hace tan sólo dos años, de Antonio Banderas, que también requirió su
tiempo, pero que para este vecino resultó mejor. Llegando a la conclusión, de que Doña Pilar Cuesta no se besó ella misma, porque no llegaba. Como hubiera dicho el
Señor Bárcenas: una auténtica sobrada.
Y… poco más. Añadir, quizás, que si hacen un homenaje a
los fallecidos, como todos los años, y me parece una idea excelente: ¿Por qué,
durante la realización televisiva, le dan más importancia al músico que “ejecutaba” más las imágenes que la música, visto los resultados? No se veían ni las imágenes, ni la identificación de los
fallecidos. Un despropósito.
Ya para terminar, y por elegir un modelo de dedicar un
premio, y para los malpensados, o bien-pensados, no me quedaré precisamente con
uno de los agradecimientos más cortos, pero sí con uno de los que sonó a más verdad,
y, visto lo visto, totalmente improvisado: Goya a la mejor Actriz revelación,
Anna Castillo, por su gran trabajo en “El olivo”.
El futuro del cine español es excelente. Eso sí, si no
pensamos que todo el mundo está forrado, ni seguimos llamando, como ayer, al
boicot. Y sobre las futuras galas, una realidad, las ceremonias duran un tiempo, y el que tenga prisa, pues... muy sencillo, que no vaya, ni vea, la ceremonia.
Otra sugerencia: este vecino del mundo le hubiera dado
más cancha, ya que estaba contratado para ello, a Dani Rovira, es un seguro para cualquier
ceremonia, y la de ayer resultó un poco encorsetada. Y no fue la culpa del malagueño. Por cierto, el día que dejen de contratarlo para ello, aunque sea
dentro de veinte años, los mismos de siempre, aunque ya mucho más viejos, le
estarán esperando para recordarle que Manolete murió por su culpa.
*FOTO: DE LA RED