El matrimonio, especialmente por parte de ella, está
lleno de frases crípticas.
Hoy vamos a hablar de una de ellas, que si fuera una
caja, al abrirla, la de Pandora se quedaría corta.
Vamos a ponernos en situación. A ti, me refiero al
hombre, te apetece hacer algo que ya te imaginas que a ella no le va a hacer
mucha gracia, pero, no vamos a negarlo, a ti te apetece, y mucho. Durante
varios días sopesas el instante adecuado, y por fin crees encontrar EL MOMENTO,
así, con mayúsculas. Ella cuando sugiere algo, se pone muy
cariñosa, y te puede dejar la oreja, tras acariciarla, tan
roja como el pomo de la puerta después de que han pasado cien personas. Tú, sin
embargo, estás más nervioso que Ernesto de Hannover delante de una copa, y ella lo sabe, porque lo sabe todo. Y se
lo planteas.
No te esperabas su respuesta, pero debías haberlo
previsto: Haz lo que quieras. Pero no es un “haz-lo-que-quieras” cualquiera.
Por de pronto arrastra mucho la “z” como pasándote su lengua por tu cara, y
además para decírtelo de buen humor, falta la palabra clave, “cariño”.
Porque “haz lo que quieras, cariño” es una invitación, pero “haz lo que quieras”,
simple y llanamente, es una advertencia.
Además, las mujeres son muy sabias. Nos dan veinte
vueltas, e igual este vecino se queda corto, en cuestión de pelotas,
aunque a más de una no le guste ni el
fútbol ni el rugby. Me explico.
Tú, con la pregunta, le habías dejado la pelota
en su tejado, pero ella, con la respuesta, la vuelve a dejar en el tuyo, y
además te deja claro su talante en este caso, porque es muy probable que
después de haber hecho lo que querías, te sientas como el protagonista de la
canción de Sabina “19 días y 500 noches” pero versión sofá. Por lo que decides al
fin, y visto la que se avecina, no hacerlo.
Ese esfuerzo, tampoco sirve
para nada, porque si le vuelves a mencionar el tema, y que no lo vas a hacer, no tiene ningún mérito, porque ella, en realidad, no te
ha dicho nada, y tú solito, lo has decidido todo.
Por todo lo dicho, y si fuéramos Sherlock Holmes, extrapolando
el tema, demostraríamos que existe el crimen perfecto, y la premisa es: que no
se encuentre el cadáver.
*FOTO: DE LA RED