No sé
si el lenguaje es resultado de nuestra manera de ser, o al revés, pero en estos
días inciertos en los que lo único cierto es la mala “milk” en todos y de todos, echo de menos un poco de mano
británica en lo que a relax se refiere, en ese “cup of tea”.
Vamos a tomar una
taza de té, y con eso ya parece que hay una frontera en la que se te van a
bajar las pulsaciones y las ganas de insultar al de enfrente.
Let´s
take a cup of tea. Tomemos una taza de té, bien sea a las cinco de la tarde o a
las tres del uno, dos y tres.
Ver
las lágrimas, y no de cocodrilo precisamente, de un neosentimental Pablo Iglesias
al comprobar que ya habían tocado pelo de la poltrona, y esa “enhorabuena” de
un Pablo Casado hacia el nuevo “presi” mientras se la tenía que envainar, es
tomarse un “cup of tea”, pero modelo botellón para celebración los unos y para
entrar en calor los otros. Porque en España nunca hay los unos y los otros,
sino unos contra otros.
Mientras
tanto a otro que le hace falta una taza de té, pero a éste con jeringuilla en
vena es al estadounidense del tupé y epidermis “roja” muy a su pesar. Hay
personas que por su cargo no se deberían “encabronar”, con y sin perdón, y lo de
Trump ya viene así de serie. He llegado a pensar, y no me bajo de la burra, de
que Donald, y no el pato aunque casi siempre sea patoso, prefiere un buen tuit
al amanecer que un polvorón nocturno o diurno. Es que él está más por
amedrentar que por dar la mano, por
echar puentes más que por tenderlos.
Ya
para terminar, y como la actualidad es el mejor de los maestros, estos días la
gente joven ya habrá aprendido una expresión que estimo estaba en desuso, que
es “me importa un comino”. Personalmente
prefiero importar un buen té, y ver todo y a todos desde la orilla, que es donde
me pongo y me ponen los que deciden.
Por
favor, otra taza de té, que la primera se me ha quedado tan fría como la falta
de deseos...
*FOTO: DE LA RED