Agosto siempre ha tenido
mucho de ladrón de guante blanco y quizás, para cuando te das cuenta de
que ha llegado, ya lo tienes dentro de la nuca.
Casi, casi como lo del nuevo nombre al campo de la Real
Sociedad de Fútbol, el de Anoeta. Ahora se nos dice, se supone que como motivo
“una millonada”, que lo tenemos que llamar “Reale Seguros Stadium”. Se ha
hecho, lo del bautizo, tan mal que es perjudicial hasta para la compañía que le
da nombre, ¡seguro! (el chiste era fácil y este vecino del mundo no ha podido, ni
querido, resistirse).
Pareciera que con la consulta que se hizo en su momento a los aficionados
sobre si llevar el patrocinio de alguna empresa de apuestas en la camiseta o
no, se abría una gran puerta a la consulta popular, con lo bueno y lo malo que
puede tener; entre otras cosas el preguntar por todo y que al final las
decisiones importantes no las tomen los que cobran por su cargo y por jugarse
su criterio, sino que el graderío además de sufrir por los resultados
deportivos, dé la cara por lo que otros en realidad cobran a fin de mes.
Unos ciudadanos, los donostiarras, tan acostumbrados a que
en su Ayuntamiento se maree la perdiz de las decisiones con comisiones y más
comisiones aclaratorias que en su lugar “duermen” lo que en su momento pudo ser
importante, ahora se encuentran que al campo no sólo se le llama en inglés,
Stadium, sino que ya se le ha bautizado y nadie les invitó al bautizo. Dentro
de poco, tranquilos, que para redondear el desaguisado, solo falta que se les mande la factura del ágape. Todo se andará...
Para ser una instalación pagada, se supone, con dinero
público, alguien ha debido de correr demasiado. Y siempre se ha dicho eso de
que las prisas no son buenas consejeras, al margen del consabido “correr es de
cobardes”.
Ya para terminar, este vecino o mucho se equivoca, o todo
esto terminará con una palabra que aunque ya esté en desuso, es en sí misma
aclaratoria. Saldrá alguien de la Real Sociedad para decir o hacer una
“cantinflada": Darle muchas vueltas a las palabras para al final no decir nada.