Hoy es uno de esos días en
los que este vecino del mundo tiene la sensación de que acaba de protagonizar
una cámara oculta para cualquiera de los canales de televisión con los que nos
castigan en este país.
Este vecino ha acudido a los bancos con los que opera, suena
pretencioso, porque en realidad son ellos los que operan, y sin anestesia, con este vecino. Quería
comprobar que tenían mis datos del Documento
nacional de identidad, ya que mañana es el último día para hacerlo, y si no los tienen, te cierran las cuentas hasta que lo hagas. Y como se ha advertido en los medios
de comunicación, ha debido de cundir el pánico, porque en el último banco he
tenido que esperar más de una hora.
De todas maneras, ha sido
como cuando planchas un pantalón, que las arrugas desaparecen. Mis arrugas del alma, mezcla de aburrimiento y mala leche por la espera, han desaparecido
inmediatamente al llegar al mostrador, porque ventanilla, al menos en esa
sucursal, no hay.
Tras ingresar un poco de
dinero, le he dicho a la mujer encargada de atenderme, que quería
aprovechar para comprobar que tenían la
fotocopia de mi documento nacional de identidad. Me ha dicho que sí, pero que ya que estaba allí,
iba a completar algún dato que faltaba.
Por favor, me imagino que todo el mundo
que me está leyendo estará sentado, pero si no es así, siéntense porque me
ha hecho la pregunta del millón, la madre de todas las preguntas: -¿Ostenta
usted algún cargo público?
No sé si habrá pasado mucho o
poco, porque para este vecino del mundo se ha parado el tiempo, y le ha
parecido sentir hasta el ruido de la sangre pasando por sus venas, y acto
seguido ha mirado para comprobar que no hubiera cámaras grabando por si era una
broma.
-¡Qué raro! En ningún sitio me han
hecho esa pregunta.- le he contestado. ¿Por qué es necesario contestar a
eso? ¿En qué cambiaría mi relación con su entidad bancaria de serlo? ¿Me pondrían
alfombra roja, una línea especial de crédito, un contacto especial en Suiza?
Nunca me
han salido tantas preguntas seguidas, pero me he sentido indignado aunque he
intentado ser educado, y ella se ha dado cuenta, porque se le notaba azorada,
y solo me ha respondido: - La verdad es que no se por qué está esa pregunta,
pero como está la tengo que hacer.
Tras responder que “no
ostento ningún cargo público, que yo sepa”, con lo cual se ha
sentido aún más confundida, me he marchado con la certeza rotunda de que no
todos somos iguales. Y todos sabemos que no es lo mismo sospechar de algo, que
tener la certeza. Y me he sentido todavía un poco más pequeño, y más indignado.
Intentando ser optimista,
por aquello de que siempre es mejor buscar el lado positivo, acabaré diciendo que
ha sido, al menos, una mañana muy clarificadora.
*FOTO: DE LA RED