Uno es preso, o rehén, de los años en que nació y de todo
lo que le rodeaba en aquella época.
Los nacidos a mediados/finales de los cincuenta en
España, queramos o no, llevamos una gran herencia adquirida a través de los
cuentos, comics serían ahora, de la Editorial Bruguera, como el DDT, o el Tío
Vivo, y sus criadas con cofia, o los entrañables cacos con antifaz y bola.
Hoy es el día en que este vecino del mundo, no puede, ni
quiere, dejar de ver el mundo de ahora, el que nos toca vivir y sufrir en cada
momento, pero con ciertos ojos a lo antiguo, a lo “demodé”. Y ni quiere, ni puede, dejar de ver a
personajes/personas como Mario Conde o Rodrigo Rato, muy dignos ellos, entrando
o saliendo de su pleito correspondiente,
y siempre, siempre, con su bola y traje a rayas correspondiente, a lo Caco Bonifacio, del genial Enrich.
Aparte de que uno, este vecino del mundo, se lo pasa muy bien, quizás, imaginándose
por ejemplo a Don Rodrigo Rato, con ropa de preso a rayas y sombrero de fieltro
verde, al estilo de “La Escopeta Nacional”, crea un mundo, virtual, más justo
en el que cada uno tiene lo que se merece.
Eso sí, también se sufre, porque cada vez hay más
carpantas, provenientes del célebre Carpanta, del maestro Escobar, para los que
el verdadero paraíso sería tener un muslo de pollo y dormir debajo de un
puente.
Lo que en su momento ya parecía algo desaparecido, está
más vigente que nunca; y las clases sociales, con división entre “ricos y
pobres”, es cada vez más evidente. Aunque los pobres de ahora no vayan con ropa
de remiendos, y tengan su correspondiente teléfono móvil, lo que tienen en casa,
padres o abuelos que son verdaderos ingenieros económicos para intentar ayudar
a todos con su pensión, es una realidad que no se está recogiendo, por ejemplo,
en esta, ni en la anterior, campaña electoral. Y es que en el fondo, es una vergüenza, y a nadie le gusta enseñarlas.
Hemos avanzado mucho, para de alguna manera, volver a
ciertos aires del pasado. Nunca es más verdad aquello de que “vuelven
los tiempos de Carpanta”, o los herederos, aunque con mucha gomina, trajes carísimos y demasiada mala leche, del caco Bonifacio.
*DIBUJO: EL CACO BONIFACIO, DE ENRICH