Nunca me había ocurrido esto.
Siempre que me levanto por la mañana, voy a escrutar al
balcón el nuevo día. Y hoy he tenido la extraña sensación de que era el mismo
día que ayer.
Como siempre intento ser positivo, y cuando menos me
permito hacer un chiste sobre el tema. Y he pensado que en esta sociedad tan
consumista, al menos había recibido por obra de los Dioses un lifting de
veinticuatro horas. Como esas muestras gratuitas de perfumes que te dan para
que compruebes fragancias.
Lo que ocurre es que por mucho que me intentaran convencer, me niego rotundamente a operarme para quitarme arrugas.
Siempre he considerado que éstas, las arrugas, son una
especie de medallas que te pone el tiempo por haber sobrevivido a la batalla
diaria, y no es de valientes el intentar evitarlas.
El tiempo fluye, y no se puede parar o intentar atar con unas simples costuras sobre la piel.
El tiempo fluye, y no se puede parar o intentar atar con unas simples costuras sobre la piel.
Además, nunca he comprendido tanto en actores como en actrices
de relumbrón, que se supone que tienen que ser muy buenos simulando otras
personalidades, se hagan semejantes desastres en sus caras, que les impidan
seguir representando a personajes “normales”.
¿Dónde quedó mi querida Meg Ryan, por pasar por un
quirofano para aparentar más joven? Siempre ha representado, al menos para mi, a la vecina
de al lado, esa que nunca ha dado de qué hablar, y que aunque nunca has cruzado
una palabra con ella, siempre has deseado tener algo con ella, e incluso estás
convencido de que lo sabe. Y a esa vecina, le hubieras perdonado las arrugas, e
incluso, puestos así, hasta las ventosidades.
Y que no me digan eso de que la culpa no es de ella, o de
ellos, para no personalizar, sino del sistema, que solo da papeles de
importancia a las jóvenes. Porque en ese caso que me expliquen lo de Meryl
Streep, o el caso de Lola Herrera en España.
Es normal, en el caso de los actores o actrices, a medida
que van transcurriendo los años, que quizás pasen de interpretar papeles
protagonistas, a secundarios. Pero siempre hay que ver el lado positivo, y así
tienen más tiempo para su vida personal. Porque las arrugas por ejemplo, no
pueden borrar a los nietos, y así, con papeles más pequeños, y menos ensayos,
tendrán más tiempo para ellos, o para descubrir a nuevas personas.
Lo más importante es que no tienen que salir arrugas en
el alma, porque lo crucial es siempre tener una ilusión por la que moverse,
y eso además seguro que te permite “lucir” incluso una piel más tersa.
Y si no acordaros de esas personas que se enamoran ya talluditos,
lo guapos que se ponen.
El carnet de identidad no debe de descansar en una
simple tarjeta, sino en el alma.
Si lo sé, hoy no me levanto y salgo al balcón. Me hubiera
ahorrado todo lo anterior, ya que siempre las disquisiciones pueden ser
evitadas. Como hizo ese celebre empresario español cuando dijo eso de “La
arruga es bella”, y punto. No hay nada más que añadir.
*FOTO: DE LA RED