¡Siempre igual! Nos hemos pasado días y días hablando del
famoso "pico", ese que será una especie de atalaya en el que observaremos tras él
cómo “todo” irá bajando. Y cuando todavía no hemos llegado, ya estamos
hablando, totalmente preocupados además, de cómo se va a hacer la desescalada
del confinamiento. Algo así como estar preocupado de cómo vas a bajar el
Everest cuando en plena ascensión todavía no divisas la cumbre.
Por cierto, las ya mencionadas: desescalada y
confinamiento. Dos de las palabras más
importantes que el coronavirus nos ha traído,
y que a últimos de Diciembre estarán muy cerca del pódium de la palabra del año.
Y es que lo nuestro, además, es reír por no llorar; pero de la peor manera, reírnos de nosotros mismos, porque en realidad solo
nos preocupa la foto del momento. El cómo llegar a la desescalada da lo mismo.
En una especie de remedo de aquel burro que tocó la flauta por casualidad. Pero
la tocó, leches.
Este virus no solamente está dejando muertos, muchos más de
los que todavía se reconocen; también está dejando, como no podía ser de otra
manera tratándose de España, imágenes lamentables de unos líderes políticos,
todavía los de siempre, desgraciadamente, que constantemente
utilizan todo, “todo”, para recordarnos que su ideología es la única que limpia
más blanco.
Hay algunos, ya lo han demostrado otra vez, que lo único
que les estorba es la realidad. Y por eso no dudan en trucar fotos para crear
finales apocalípticos, en una Gran Vía madrileña repleta de banderas españolas,
eso sí, que cubren miles de ataúdes. Cuando quizás, uno de los finales más
tristes que se puedan encontrar es el de cualquier calle de las nuestras vacía
o vaciada, lo dejo al libre albedrío, pero a la postre sin nadie. Y ya se sabe
que una calle sin gente es como un político sin corazón: da miedo.
*FOTO: DE LA RED