No
sé como funcionarán otros bloggers, pero este vecino deja siempre
que prime su lado visceral al cerebral. Por eso, muchas veces se
acerca a su hoja en blanco, con intención de plasmar unas ideas relacionadas con algo que ha visto/oído/pensado ese mismo día o en días
anteriores, y sin embargo en el último momento algo realimenta su
pensamiento, y le hace cambiar su discurso.
Hoy
pensaba hablar sobre un tema complicado, y relacionado con
el accidente ferroviario de Santiago de Compostela, como es la figura
del maquinista, todavía sin ser juzgado y prácticamente ya condenado
por la mayoría. Sin embargo, es como si mi mente fuera una emisora
de radio, y en cierto momento, mientras estaba recibiendo un
pensamiento, ha habido otra emisora de radio que ha interferido con
más fuerza, y me ha hecho pensar en algo que al principio no tiene
mucho sentido, y que incluso haría en que más de una persona, al
enterarse, me aconsejara que
me debería hacer mirar lo mio, como
es la idea “la
vida es como una canción de Petula Clark". Seguro que habrá más de uno que no sabrá de quién hablo, y en
realidad esa persona se lo está perdiendo, porque la Señora Petula
Clark será una de las interpretes británicas con una voz tan
elegante como su propia presencia en el escenario en los años
sesenta/setenta.
Sus
canciones eran pegadizas, pero elegantes, casi aburguesadas, pero con
un cierto toque melancólico. Quizás como la vida misma, en la que
sale el sol cada día, aunque tenga que brillar en momentos tan
tristes en el que tras una desgracia, con ochenta personas fallecidas
por el momento, solo hay una persona responsable, que bastante tiene
con lo que tiene, y tanto RENFE como ADIF, se limpian las manos.
Es
como recordando aquellos años de la niñez en que jugábamos a
fútbol en cualquier sitio, se rompe un cristal por un balonazo, e
inmediatamente solo se queda, aturdido por lo que ha ocurrido, el
último que le dio al balón, y los demás han desaparecido.
A
este vecino del mundo le pareció totalmente lamentable, que pocos
instantes después del accidente, se señalara tan contundentemente y
sin pestañear al más débil, al conductor. Hubo varias personas de
relumbrón, que instantes después del accidente, se defendieron como gato panza arriba, sin que nadie todavía les hubiera acusado de
nada, y eso es muy significativo.
Está
claro que hay un responsable obvio, que es el conductor del tren
descarrilado, y él mismo no se lo va a perdonar durante toda su vida,
pero lo voy a decir de otra manera. Cuando un tren de alta velocidad,
o, casi, alta velocidad, llega siempre a la hora, el responsable es el
sistema, y las compañías implicadas en ese negocio. Nadie se
acuerda del conductor.
Los
triunfos tienen muchas caras,
especialmente para vender esos trenes en el extranjero, y hacer
transacciones hiper-millonarias, pero cuando algo falla, el que menos
poder tiene, también tiene menos poder para defenderse.
Y
sin embargo, este vecino del mundo, sigue acordándose de las
canciones de Petula Clark, que hacían del mundo un lugar mejor para
vivir, donde los ecos de la injusticia, se disimulaban con un
estribillo pegadizo, y una voz sugerente, e incluso, confieso, un
poco frívola.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED