Hoy me he despertado sobre las seis de la mañana, y me he
ido al balcón a comprobar que la ciudad estaba todavía ahí. Ya uno no sabe con tantos acontecimientos que se suceden un día sí y el otro también, si
alguien nos ha “choriceado” la ciudad, no solo metafóricamente, sino realmente.
Gracias a Dios la ciudad estaba, y de hecho sigue estando. Y viendo las calles
todavía de noche, he pensado: Donosti, todavía en silencio, es
más bonita y mía. La noche le sienta bien.
Es curioso, la mayoría de las construcciones, salvo
contadas excepciones, son bonitas, y están hechas por el hombre, bueno,
ahora sobre todo si vas a pedir votos, conviene especificar que están
construidas por el hombre y la mujer. Y
sin embargo, más de una vez el que sobra en ellas, especialmente en las ciudades
es el hombre, y la mujer, en sí.
Quizás, lo mismo que ocurre en los largos viajes transoceánícos,
el famoso jet lag también ocurre cuando de pronto te despiertas y en menos de un
segundo te ves de pie y mirando por el balcón pensando cosas raras. Pero
quizás es así, muchas veces en el mundo el único que sobra es el hombre. Sin él
quizás sería un sitio, como diría un inglés cursi, pretty perfect (casi
perfecto).
Lo más curioso del caso es que este vecino del mundo lo ha pensado el mismo día
de Halloween, una fiesta importada con aroma a contradicción, porque se mezclan
la fiesta, el jolgorio, con lo más siniestro de nuestro pensamiento. Es una
manera todavía aún mayor de refrendar ese pensamiento.
Y no debo de ser el único que lo ha sopesado más de una
vez, ya que existen frases famosas del estilo “El hombre es un lobo para el
hombre”, como lo dijo en su momento Plauto, aunque me imagino que él no
llegaría a esa conclusión fijándose en las calles de Donosti.
Sé que esto último ha sonado a chauvinista, pero si tú
mismo no te quieres, olvídate de que los demás te echen flores… En todo caso, las
arrancarían en tu nombre para que luego te pasaran la factura y la multa.
Visto lo visto, esa "teoría casera" del jet lag entre la cama y el
balcón no es ninguna tontería. Voy a tener que estudiarlo, y por supuesto que
otro día levantarme con más calma, y con el cinturón de seguridad de los
pensamientos bien apretado.
Antes de terminar, y ya que he mencionado el famoso “jet
lag” comentaré que mi vecina Rosi, la del quinto, pensaba que
era un actor que hacía películas de kung fu.
Yo por si acaso nunca le he sacado de su error, porque seguro que ella,
con sus más de setenta años, no va a hacer ningún largo viaje ni va a sufrirlo.
Y siempre es mejor que uno “fabrique” su propio mundo, ya que será más feliz si no hay ningún lobo en él, aunque estemos en Halloween.
*FOTO: DE LA RED