Una cosa es que cada uno cuente la feria según le va, y
otra que esta mañana sobre las ocho y media, me encuentre en el portal a
Josetxo, el del quinto, con una sonrisa de lado a lado, y tras darle los buenos
días le pregunto el por qué de esa sonrisa, y tras decirme que hacía un frío
impresionante, me dice que por eso mismo, esta noche todas las bebidas estarán
bien frías y entrarán mejor.
Al pobre Josetxo, no le hacen falta excusas precisamente para beber, porque aunque es de Donosti, desde que le conozco lleva impreso en la cara, con venas mercadas y coloretes, el mapa de La Rioja.
Al pobre Josetxo, no le hacen falta excusas precisamente para beber, porque aunque es de Donosti, desde que le conozco lleva impreso en la cara, con venas mercadas y coloretes, el mapa de La Rioja.
Josetxo no es de los que se echó a la bebida por la
pérdida de un amor, en todo caso lo perdió por ver doble, y elegir el que solo
era un producto de Baco.
Y es que la vida está llena de decisiones, de momentos en
el que tienes que elegir, y a partir de ese día la vida te lleva hacia un lado
u otro.
Eso debieron de pensar los más de diez mil médicos, se ha sabido hoy, que en
los últimos tiempos se nos han ido al extranjero, con preferencia al Reino
Unido y Francia.
Pensando todavía en Josetxo, probablemente ese mismo tiempo
gélido que enfría las bebidas, hace mucho tiempo que conquistó nuestra economía
y nuestros sueños, y el que quiere tener alguna posibilidad de ver un futuro sin
tantos nubarrones, coge las maletas y se va. Porque la elección es fácil: a
cualquier sitio.
En esta noche, de bebidas frías y corazón caliente, ya no
sirve hacerse propósitos para el nuevo
año, en todo caso serían propósitos de enmienda a la totalidad,
que ya todo se nos pega, porque a un gobierno que nos ha tomado el pelo, y al
que a los nuevos emigrantes ahora llama jóvenes españoles con derecho a
ejercer la movilidad exterior, en realidad le pasa como a Josetxo, el del
quinto, que vive en una realidad paralela, o bajo el influjo de Baco.
Por eso, esta noche, tras las doce uvas, el brindis tiene
que ser para nosotros mismos, y para coger más fuerza, pero nunca para olvidar.
¡Solo faltaba!
Y recordad, que incluso los peores tiempos sirven para
muchas cosas, lo mismo que para enfriar botellas de buenos caldos, para
mantenernos despiertos de las triquiñuelas del diablo, al que últimamente le gusta mucho disfrazarse de traje azul y
corbata roja. Y no es por apuntar, que también.
¡Feliz Año Nuevo! Y que por lo menos no nos tapen la
boca; no, no para protestar, sino simplemente para poder respirar.
Un abrazo a todos.
*ILUSTRACIÓN: DE LA RED